Amistades de cartón
Hay un momento de nuestra existencia, en que nos paramos a reflexionar y nos damos cuenta de que después de muchos años de aparente amistad, algunos de aquellos a los que considerábamos amigos de esos de toda la vida, dejan de serlo, por muy diversas razones, unas veces por la falta de comunicación, otras por que los caminos de unos y de otros se separan en función de sus circunstancias personales, sus actividades profesionales, sus intereses u otra serie de condicionantes de tipo social.
Hay también por desgracia, situaciones lamentables que según el caso particular de cada individuo, le habrán afectado de forma diferente en relación a las circunstancias que se hayan vivido, pero seguro que mucha gente habrá pasado por momentos en los que cobra plena vigencia la expresión, ¡con amigos como tú no me hacen falta enemigos!, por que desgraciadamente la patada en el trasero te la da quien menos te lo esperas, y dejando a un lado la decepción que esto te supone, lo bueno, es que te dices a ti mismo, ¡bueno, otro más al que se le cae la careta!, con lo cual tu proceso de selección de las verdaderas amistades se va ajustando mucho mejor a la realidad y la lista de amigos se reduce a unos pocos nombres, disminuyendo en cantidad, pero ganando en calidad.
Dejando pues, a los que antes eran amigos, y ahora son solo conocidos, incluso ni eso por que a algunos ya no los quieres volver a ver ¡ni en pintura!, tenemos también los amigos con truco, esos que tienen un concepto particular de la amistad, esos que dicen, y muy acertadamente que los verdaderos amigos son los que siempre están cuando los necesitas, pero que en la realidad, solo están cuando ellos lo necesitan.
Otras veces, es uno mismo el que se da cuenta, que los tiempos cambian y unas personas evolucionan y otras no, unos se quedan involuntariamente anclados en el pasado y otros lo hacen por decisión propia, y al final llegas a la conclusión que has estado relacionándote muchos años con personas con las que en el momento presente ya no tienes nada en común, por que convivir con ellos, no quiere decir ser como ellos, y no eres peor ni mejor, simplemente diferente. El camino que puede ser bueno para muchos, no es el adecuado para otros. Y en esta sociedad en la que vivimos, con tantas dosis de falsedad e hipocresía, el que no sigue la dirección de la manada y sobre todo del que la manda (siempre hay alguno que quiere imponer a toda costa su criterio a los demás), lo tiene bastante complicado, siempre será el raro, el inadaptado o el chalado de turno.
“Todos quieren tener amigos y nadie quiere serlo” (Denis Diderot)
Paco Arias.
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