La resonancia afectiva de las palabras
Cuando nos comunicamos con los demás, elegimos determinadas palabras que identifican quienes somos, de que país o ciudad provenimos, nuestros estudios, clase social, y rango aproximado de edad, entre otras características.
Hay muchas palabras que están asociadas a distintos periodos de nuestra vida, o épocas en las que tales palabras estaban de moda, y el recordar esas palabras, nos despierta en la memoria esa etapa en particular. Se puede decir que las palabras tienen resonancia afectiva o emocional para todo individuo, ya que al mencionar determinadas palabras nos disparan distintas imágenes mentales y su consecuente emocionalidad.
Ahora bien, cuando uno estudia un idioma extranjero, muchas veces sucede que las palabras nuevas que se aprenden no se sienten emocionalmente igual que las que se aprendieron como lengua materna cuando éramos niños, razón por la cual, puede que se olviden fácilmente y cuesten memorizar.
La connotación, denotación y consecuente representación mental de cada palabra puede que sea diferente en cada persona, no solo por el lenguaje, sino también por los estereotipos, parámetros, o historia que tiene cada cultura. Por ejemplo, los argentinos decimos “pan dulce” y en ingles se dice “Christmas cake” (torta de navidad), “cielo” (Arg), “heaven” (cielo místico, o religioso)(USA), “sky” (el cielo que vemos como parte de la naturaleza), “palmitos” (Arg) es “palm heart” (el corazón de la palmera) (USA), “salsa golf” (Arg) es “see food sauce” (salsa para alimentos del mar) (USA).
Una misma palabra puede significar diferentes cosas, por ejemplo en castellano la palabra “banco” incluye tres significados: puede ser el “banco de la plaza”, el “banco para sentarse” (sin respaldo), o una “entidad financiera”, en cambio en ingles se utilizan tres palabras distintas “bench”, “stoll”, y “bank”.
Sin embargo, también puede haber palabras iguales en las variantes del mismo idioma, pero que tampoco comparten la misma imagen mental para unos hablantes que para otros. Por ejemplo, en español, “nata” es crema y en castellano es la capa que se forma sobre la leche, o “currar” en español es lo que para el castellano porteño es “trabajar”; “currar” en Argentina es una palabra muy informal que deriva del lunfardo, que significa robar y la semántica de dicha palabra es muy negativa.
O bien, se utilizan frases o palabras completamente distintas para expresar la misma idea: pancho (Arg), hot dog (USA), perros calientes (España y México), cojines (Mex)- Almohada (Arg), pleito (Mex)- pelea (Arg), regañar (Mex)- retar (Arg), “Me cae gordo” (Mex)- “Me cae mal” (Arg).
Por eso, el estar abiertos a un nuevo idioma nos enriquece tanto: porque nos posibilita observar otras resonancias afectivas, y como distintas culturas se comunican con otras imágenes mentales muy distintas a las que tenemos. Esto, a su vez, amplia las nuestras, y consecuentemente nuestra manera de percibir el mundo. Incorporamos nuevos caminos, y nos ayuda a desarrollar nuevas maneras de pensar.Roxana Belda
Coordinadora de InterAccess
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