Aprender Alemán Combinando Estudios y Vacaciones
Existen Institutos de enseñanza del alemán ubicados en pequeñas ciudades rodeadas de hermosos paisajes y lagos. Alojándonos en casa de familias alemanas y practicando la conversación nos ayudará a incrementar nuestros conocimientos en esta lengua.
Hace ya varios lustros y, por consejo de un amigo, tomé parte en un curso de alemán que fue una experiencia muy agradable y provechosa. Agradable porque se realizó en un lugar muy bonito y provechosa porque pude mejorar mucho mis conocimientos de alemán en un Instituto que da clases para extranjeros.
Se trata del Frank Kars Institut situado en la ciudad de Überlingen am Bodensee, al sur de Alemania. Es una ciudad pequeña y muy hermosa sobretodo en verano. Limpia y ordenada como todas las ciudades alemanas. Sus edificios son una combinación de arquitectura moderna y de casas típicas alemanas. Está a las orillas del lago Bodensee, en el cual uno puede bañarse, nadar y tomar paseos en bote. Hay muchas casas de huéspedes y el malecón está formado por hermosos parques donde uno puede caminar, respirar aire fresco y sentarse en las bancas para ver el lago, los botes que navegan y los visitantes que se bañan en este. También se encuentran, en esta apacible ciudad, buenos restaurantes, tiendas para hacer compras, discotecas y teatros. Además están los llamados Kurorte, que vienen a ser instalaciones dotados de piscinas, baños, salas de gimnasia y de masajes, en los cuales uno se relaja y cuida su salud.
El Instituto ofrece también el servicio de alojamiento, con desayuno y media pensión, que es la cena. Este alojamiento lo ofrecen ellos en casas de familia alemanas o en hoteles, siendo el de las casas de familia recomendable porque uno puede entablar amistad con los propietarios y, además, practicar el alemán. A mi me tocó alojarme en casa de familia y los anfitriones eran una pareja de alemanes, ya mayores ellos, muy amables y simpáticos, gastfreundlich, se dice en alemán. En la misma casa estaban alojados, también, un belga y un italiano, y los anfitriones siempre se preocupaban porque estemos cómodos. Durante el desayuno conversaban con nosotros e incluso una noche de verano nos invitaron a una parrilla de salchichas que hicieron ellos en su jardín y en la que no faltó la buena cerveza alemana así como el vino típico de aquella región.
Las clases en el Instituto eran generalmente por las mañanas. Duraban unas cuatro horas y el alumnado estaba compuesto mayormente por italianos, franceses, suizos, ingleses y un par de latinoamericanos, entre los cuales estaba yo. Aprendimos gramática y vocabulario. Leímos una obra de Henrik Ibsen, famoso dramaturgo y novelista noruego. También nos enseñaron algunas canciones típicas en alemán –ellos tienen muchísimas– y las cantábamos durante la clase. Practicábamos conversación durante la pausa y después de clases cuando nos encontrábamos para ir a almorzar, al cine o a pasear por la ciudad. De esta manera, luego de cuatro semanas de clases, pude incrementar mis conocimientos del idioma y gané en fluidez al momento de hablarlo.
Hace un par de años recibí por correo un folleto impreso en el cual me invitaban a participar nuevamente en un curso de alemán y me dio un gusto enorme el que aún se acordaran de mí y me consideraran para ello.
Así como este Instituto se encuentran muchos de similares características en Alemania y en donde se pueden vivir experiencias iguales a las que me tocó vivir.
Mi nombre es Enrique Bracamonte. Puedes iniciarte en el aprendizaje del idioma alemán mediante este curso que te enseñará considerando tu manera de aprender y de un modo fácil. Además, puedes acceder a un curso de introducción gratis visitando: http://www.germanlearningsite.com

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