La amenaza nuclear, una constante
A pesar de que los expertos afirmaron en un comienzo que los niveles de radioactividad en Japón no eran significativos, con el paso de los días el peligro se ha ido cerniendo sobre Japón de una forma dramática y difícilmente predecible, tal es el caso que algunos países en la costa oeste americana, temen por la llegada de una posible nube radioactiva a sus costas.
En 1986 explosionó en Chernóbil un reactor nuclear, escapando a la atmósfera varias toneladas de material radioactivo, en parte de radioactividad muy concentrada que se extendió por amplias regiones europeas, lo que provocó más de 200.000 muertos y miles de afectados, incluso se sospecha de posibles mutaciones en animales y humanos en los bosques aledaños a la central nuclear.
Actualmente en todo el mundo los reactores atómicos producen 8300 toneladas de material radioactivo al año, habiéndose producido hasta nuestros días más de 290.000 toneladas de residuos radioactivos. En la actualidad existen unas 1000 toneladas de plutonio, que es una de las sustancias más venenosas que existen. El plutonio tiene una vida medida de 24.000 años, posteriormente durante 100.000 años más, contendrán aún 6 Kg., cantidad que bastaría para construir 1200 bombas o para producir cáncer de pulmón en 6 mil millones de personas. Se trata por tanto de un material altamente venenoso, que el hombre apenas puede dominar.
No obstante los políticos siguen afirmando que la energía nuclear es la energía más limpia, a pesar de que no se han encontrado aún vertederos definitivos o seguros al 100%. Por tanto se podría afirmar que el peligro que se deriva a largo plazo es aún algo desconocido, pudiendo producirse en cualquier momento una gran catástrofe de dimensiones impredecibles.
En el libro “Origen y formación de las enfermedades”, dado a través de la profecía del tiempo actual a través de Gabriele de Würzburg, hace más de 20 años, leemos lo siguiente: «Por una ocurrencia se construyeron armas atómicas y reactores atómicos. El agua refrigerante contaminada de los reactores atómicos fluye a los lagos y los ríos, luego al mar. El resultado final es una contaminación sin precedentes de toda la Tierra: mueren plantas y animales, o bien los animales cambian sus genes y las plantas sus características. El agua se transforma en un pantano, y los montones de basura en incubadoras de los llamados parásitos, virus y bacteria dañinas. Las enfermedades del tiempo venidero se basarán en su mayor parte en daños radioactivos que hay que atribuir a la contaminación atómica del aire, de la tierra, de los lagos, ríos y mares. Los mismos alimentos y todo lo que el ser humano ingiere, también medicamentos y medicinas naturales estarán con el paso del tiempo contaminados. La nueva era se iniciará con la purificación de la Tierra debido a que ésta en todos sus ámbitos estará ensuciada y contaminada por la radioactividad. Todo será renovado. Los hornos de la Tierra son los mares que se calientan debido a la irradiación atómica. La Tierra es la plancha de la cocina de los mares. Ella hará que muchas cosas hiervan. Aumentará la actividad volcánica y los cascos polares se derretirán.»
Cuando la citada obra vio la luz hace más de 20 años, hubo muchas personas que se reían de su contenido. Muchos se burlaban y ponían en tela de juicio las afirmaciones sobre los peligros nucleares, al igual que sobre los riesgos del cambio climático con sus consecuencias, muchos negaron la afirmación de que aumentarían los terremotos y las catástrofes terrestres, sin embargo hoy día vemos que todo lo manifestado está teniendo lugar. En realidad hoy vemos que el Espíritu de Dios en aquel tiempo, nos dio la oportunidad de dar la vuelta y de suavizar el cambio climático del cual ya nadie duda, incluso de evitarlo. Pero la humanidad no hizo caso.
Radio Santec
www.radio-santec.com
Registro automático