El papel de la mujer en la huelga de 1968
A los hombres libres de todas las naciones, que luchan, que sufren y que vencerán
R. Rolland
La marcha estudiantil de 1968 en la ciudad de México, fue un acontecimiento importante para los mexicanos de esa época, especialmente para padres de familia de los estudiantes participes, cuyo leit motiv en resumen fue la lucha por la libertad de expresión.
Dentro de esta rebelión participaron no solo estudiantes, sino, también padres de familia apoyando a sus hijos e intelectuales, sin embargo, en esta ocasión nos enfocaremos especialmente a un papel muy importante dentro de la marcha, las mujeres. ¿Qué paso con las esposas, con las jóvenes, con las intelectuales que apoyaron y que fueron perseguidas también por el ejército? ¿Tuvieron un trato diferente por ser mujeres dentro de esta lucha? ¿Fue un movimiento dirigido enteramente por hombres? Responderemos estas cuestiones a continuación.
Ab initio el papel de la mujer en el 68 fue bastante reprimido y tenemos un fragmento testimonial de Eugenia Valero, una joven participante dentro de la huelga , que comenta en el libro El fuego de la esperanza :
Yo pienso que la participación de las mujeres en parte fue marginal, porque éramos un minoría, muy combativa, efectivamente, pero yo sí creo que éramos minoría, sin embargo, a mi me parece que fue muy importante, porque fue una manera muy patente de despertar de las mujeres, aun de las más jóvenes, de darnos cuenta que podíamos tener un voz en este país.
A pesar de todo lo anterior, hay casos interesantes; por ejemplo, llegó un momento en el caso de la preparatoria 1, éramos casi puras mujeres las que seguíamos manteniendo la escuela en huelga, las que hacíamos las brigadas, las que íbamos a las reuniones del consejo nacional de huelga, las que hacíamos absolutamente todo; prácticamente éramos puras mujeres las que estábamos ahí (…) [sic.]. (Jardón, 1968)
Mujeres participes de este movimiento donde el ejército no tuvo compasión. Podemos observar fotografías con jóvenes vestidas con falda, saco, medias y bolsas que hacían juego con las zapatillas de tacón alto, ¿ellas eran una amenaza para la política mexicana? ¿Era necesario mandar al ejército a masacrarlas? Como la joven Myrthokleia González quien fue maestra de ceremonias en el mitin del 2 de octubre y fue una de las primeras en caer herida, o bien, dos jóvenes valientes más, Tita Avedaño y Nacha Rodriguez que fueron secuestradas y torturadas psicológicamente por agentes de la Dirección Federal de la Seguridad quienes las consideraban lideres peligrosa y las encerraron dos años en prisión. (Cedillo, 2006) Dos jóvenes contra todo el ejército mexicano, ¡vaya, que valiente ejercito tenemos que pelea contra dos mujeres estudiantes de 20 años!, pues claro, ese es su modus operandi para engañar al pueblo y hacerlos creer que estas mujeres son una amenaza para la sociedad, tanto o más que el mismo narcotráfico, criminales, secuestradores y enemigos de la paz.
Aunque la mujer fue minoría en esta época, fue un papel muy importante para los hombres revolucionarios velis nolis, ya que muchas de ellas eran esposas de los militantes encarcelados que llevaban hasta Lecumberri, comida y vestido para sus maridos, sin importar si participaron directamente o indirectamente fueron un cambio en esta rebelión.
Verbi gratia la periodista Oriana Fallaci de origen italiano, que se caracterizo por escribir reportajes sobre acontecimientos mexicanos cuya participación fue de gran relevancia, tanto, que recibió amenazas de muerte por escribir notas sobre los datos verídicos que acaecían en el movimiento del 68.
Guillermo Aulet, quien estaba en la explanada, declara años después: “De pronto, vuelvo la mirada hacia la tribuna y ya no están los oradores. Aparece un tipo alto, de pelo castaño claro y ondulado, como de unos treinta y cinco años, con un guante blanco en la mano izquierda. Dispara a sangre fría sobre quienes están en la tribuna. Voltea hacia la multitud que corre despavorida… y dispara dos veces más su pistola con una tranquilidad escalofriante”. Oriana Fallaci, la corresponsal italiana, cae herida de un balazo en la espalda pese a la protección de un estudiante que está a su lado. (sicapuebla, 2008)
Pero sin importar que la hirieron y los muchos ultimátum que recibió, la revolucionaria periodista se recupero, siguió escribiendo, fue apresada pero jamás callada, escribió un libro muy cuestionado, y cuyo título es La rabia y el orgullo, relata en la página 59, lo siguiente:
-Sabes, en la batalla más sangrienta que llegué a ver en Vietnam, la batalla de Dak To, hubo cuatrocientos muertos. en la masacre de la ciudad de México, la masacre donde me pillé tres balazos, uno en la espina dorsal, la cifra oficial fue de ochocientos. Y cuando creyéndome muerta me llevaron a la morgue, allí me dejaron sepultada entre los cadáveres...
Mujeres como ella, que después de haber sido sepultada bajo los cadáveres, sale con vida y tiene el valor de relatar su historia, eso fueron las mujeres que participaron en el 68, mujeres que queden in perpetuum en el recuerdo de sus padres, compañeros que convivieron con ellas y fueron testigos de la valentía y perspicacia de estas buscadoras de la paz.
Otro ejemplo es la escritora Elena Poniatowska que en su libro La matanza de Tlatelolco menciona a una madre buscando a su hijo entre los cadáveres y reveló que por lo menos había encontrado sesenta y cinco cadáveres de jóvenes en un solo lugar (Poniatowska,1971), esto resulta impactante para una madre que tratando de buscar a un hijo encuentra a muchos otros muchachos hijos de otras madres que seguramente se conocen entre si, pero la política mexicana no pensó en esos jóvenes como ciudadanos, como personas, como jóvenes pensantes e inteligentes que lo único que pedían eran respuestas, sino, que pensaron en ellos como una amenaza como si ellos fueran los verdaderos enemigos.
El papel de las mujeres en el 68 paso de ser simples amas de casa, estudiantes, maestras, esposas, intelectuales, hijas, madres, a ser de revolucionarias emprendedoras cuyo ejemplo quedara in memoriam del pueblo mexicano.
Ana Maria Maximina Mendoza 19 años, Agustina Matus de Campos 60 años, Maria Tsuscher Kruger 19 años, son apenas unos pocos nombres que se conocen de mujeres muertas en la masacre del 68.
Deo volente, benditas sean.
Referencias
Jardon , (1968), el fuego de la esperanza, Arena, España.
Cedillo, Adela, (2006), La represión de Estado contra las mujeres izquierda, una perspectiva histórica, articulo.http://zapateando2.wordpress.com/2006/05/30/la-represion-de-estado-contra-las-mujeres-izquierda-una-perspectiva-historica/ fecha de consulta 1 mayo 2011.
Fallaci, (2001), La rabia y el orgullo, El mundo, México. http://estaticos.elmundo.es/especiales/2001/09/internacional/ataqueusa/oriana.pdf visitado el 1 mayo 2011
Poniatowska,(1971), la matanza de Tlatelolco, Era, México
Laura Álvarez
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