Hacia la profesionalización de las Pymes españolas Un camino obligado para el desarrollo del País
Ya no hay cuenta atrás, pertenecemos a una unión de países que trabaja y lucha por el bienestar social y económico de las personas que lo habitan. El tejido empresarial de cada país, es un factor importante a la hora de determinar la competitividad de dicho país. Pese al crecimiento que sufrió estos últimos años, España ocupa el puesto 33 del mundo, y esto la hace vulnerable, frente a países miembros, como Alemania, Austria, Francia, entre otros, que ocupan puestos más altos. Las pequeñas y medianas empresas, que representan el 80% del entramado empresarial, deberán profesionalizarse para competir a nivel europeo con el resto de empresas y reforzar la base y la estabilidad económica y social del país.
La frase “El mercado está en constante movimiento”, es una frase que ya nos suena, y es fundamental que una empresa, por muy pequeña que sea, lo tenga en cuenta a la hora de seguir ofreciendo sus productos o servicios. Dichos cambios se deben, entre otros factores, a la globalización que estamos viviendo, con empresas con un modelo de negocio con un éxito contrastado en otros países, que se instalan en España, y adaptadas a las necesidades reales de los consumidores, o empresas españolas que si entendieron dichos movimientos y que su futuro pasa por una la planificación responsable. También hay que sumarle una población cada vez más formada que requiere un servicio personalizado, lo que se traduce en un cambiante ciclo de vida de los productos.
El empresario de una Pyme, suele dirigir su empresa utilizando métodos instintivos de gestión, sin tener una planificación a medio y/o largo plazo, de las principales decisiones a tomar, para que la empresa tenga un crecimiento natural sin sobresaltos. Las decisiones espontáneas del día a día, potencian la vulnerabilidad de la empresa, sobre todo, en momentos económicos y financieros como los que estamos viviendo. En dicha planificación, se debe tener en cuenta el crecimiento del mercado, los movimientos y estrategias de la competencia, a nivel regional, nacional y si es posible a nivel internacional, y el comportamiento de los últimos años del sector y las previsiones de futuro.
Una vez que dispongamos de dicha información, se tendrán que analizar los principales componentes de la empresa y desarrollar dicho plan para reflejar los posibles objetivos. Infraestructura, personal, estado económico y financiero, estrategia comercial, y la comunicación interna y externa. Estos deberán ir orientados hacia la misma dirección, que no es más que el plan trazado para la determinación de los objetivos a corto, medio y largo plazo.
La planificación no predice el futuro, sino que proporciona un punto de vista flexible sobre los procesos de futuro, de manera que la empresa esté preparada para afrontar los cambios del entorno e incluso que salga reforzada.
Los pasos a seguir
Diagnóstico de la situación interna y externa de la empresa. Los puntos fuertes y débiles se tendrán que poner por escrito y analizarlos. Definición de forma clara de los objetivos principales de la empresa, de manera que puedan ser comprobados los resultados esperados. Definición de los métodos empleados para alcanzar dichos objetivos. Ejecución del plan.Esta metodología, es aplicable tanto a un emprendedor, que necesita emprender un proyecto con garantías mínimas de éxito, o una pequeña o mediana empresa que detecta complicaciones a la hora de mantener su cuota de mercado o simplemente decide diversificarse o emprender nuevos proyectos.
Lo importante es que el empresario tome conciencia de que el futuro de su empresa pasa por profesionalizarla. Trabajar la innovación de los productos o servicios que ofrece o la innovación en como los ofrece, le da un valor añadido muy importante, ya que la diferenciación unida a la competitividad, hacen que una organización o una unidad de negocio, tenga un horizonte despejado. Para ello, se debe aprender a planificar las acciones y las tomas de decisiones.
Un cambio de mentalidad si es posible, y además necesario.
Como consultor de empresas, observo que en la mayoría de los casos, cuando una empresa necesita aumentar sus ventas o su facturación, y en momentos como los actuales más aún, hecha mano en bajar los precios porque la competencia está pisando fuerte. Esta acción es en detrimento de la rentabilidad de la venta que luego se reflejará en la cuenta de resultados final. Pero hay muy pocas empresas, proporcionalmente hablando, que apuestan por diferenciarse, innovar y ser más competitivas. En este caso, la rentabilidad suele tener un protagonismo positivo.
Hay empresas que invierten dinero y recursos para luchar cuerpo a cuerpo con la competencia sobre un mismo terreno, pero hay otras que eligen un camino diferente para captar el mismo nicho de mercado u otro diferente y diferenciarse de la competencia. Para vencer a la competencia, lo mejor es dejar de luchar contra ella y centrarse en dirigir el negocio hacia la verdadera necesidad del mercado. Cuando uno piensa como sacarle un cliente a su oponente, el empresario del presente y del futuro invierte ese tiempo en pensar como ofrecer, de forma diferente, el mismo producto o servicio, y diferenciarse para captar otro nicho de mercado, donde la competencia este en un segundo o tercer plano.
La clave: Innovación, Competitividad y Diferenciación
La innovación no es solo productos o procesos, sino también estrategias y organización. Una empresa sin estrategias definidas ni organización establecida, tiene muchas posibilidades a desaparecer, ya que la competencia irá comiendo terreno cada día, aprovechándose de dicha situación. Para comenzar a ser competitivos, tendremos que dar nuestros primeros pasos, si aún no están ya dados, para luego plantearse una planificación con garantías.
El desarrollo de las TICS (Tecnologías de la Información y la Comunicación), es uno de los pasos principales que toda empresa debe aplicar, ya que cambia la forma de hacer negocios. Aumenta la velocidad del trabajo, como la forma de comprar y comunicarse, por lo que potencia y aumenta la productividad.
Integrarse en asociaciones empresariales y formar redes compactas, es una alternativa a tener en cuenta, ya que se aprovechan ventajas competitivas de grupo, que no tendría una Pyme en solitario.
Motivar, en la medida en que se pueda, a los trabajadores, ya que serán más productivos y contribuirán directamente con la competitividad de la empresa.
Estas son solo algunas claves que permitirán comenzar la profesionalización de nuestra empresa. A partir de aquí, es aconsejable realizar un diagnóstico integral, interno y externo para comenzar un cambio obligado hacia la planificación estratégica.
Para pensar
Hay empresarios que ven que el mercado cambia, pero piensan que ellos no tienen porque cambiar, ya que llevan muchos años de la misma forma.
Hay empresarios que ven que el mercado cambia e intentan adaptarse a dichos cambios, porque detectan que podrían perder cuota de mercado.
Pero hay empresarios que detectan y predicen estos cambios de futuro, y ofrecen sus productos o servicios de una forma diferente, utilizando la innovación, la diferenciación y la creatividad, estas son las empresas que originan dichos cambios, estos son los empresarios del presente y futuro.
No es un camino complicado, solo hace falta abrir nuestra mente y pensar que el futuro de la empresa pasa por profesionalizarla, y cambiar su imagen interna y externa y planificar el futuro de la empresa, y en definitiva, el futuro del entramado empresarial de nuestro País, que es la base del bienestar social y económico que dejaremos como herencia.
Claudio Ponce, antiguo alumno del Master en Dirección Comercial y Marketing y Master en Dirección Financiera de Ide-Cesem, es fundador de EMV Consultores y de wwww.claudioponce.com
Ide-Cesem: Executive MBA, Master Direccion Empresas, Master MBA, Masters MBA. http://www.ide-cesem.com
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