Crónica de un crónico viaje
Los años en su devenir implacable han ido enterrando los tiempos aquellos en que viajar a Chiclayo en la reciente empresa Emtrafesa de la calle Junín era cómodo y placentero. Quien no recuerda acaso sus horarios puntuales, buses nuevos que no se malograban en la ruta, buena, amortiguación, música, pasaje barato, pero las dichas también terminan y esta dicha descrita ya terminó, ahora existe el martirio de viajar a Chiclayo Desde las 5.00 a.m. (6.00 a.m. en ' Vulkano) empiezan a rugir las máquinas, choferes somnolientos se desprenden 'del sueño a estirones, ayudantes prestos lamentan que les haya tocado el 1 ° o 2a turno. ¡Cómo no fui hijo de millonario!, piensan, pero con el sueño a cuestas ya el bus se va llenando de pasajeros, que también somnolientos llegan añorando el disfrute del sueño K auroral, pon la lista ya casi completa el J vehículo empieza a moverse pero aún hay tiempo de comprarse "La Industria", protocolo obligado del viaje, y de * repente ya el bus estacionado en Mansiche donde una turba de personas I* pugna por subir y viajar a Chiclayo o puntos intermedios; a Chocope médicos o enfermeras, zapateros con sus inconfundibles cajas; profesores a Guadalupe y así empujón tras empujón se van acomodando en el bus, la comodi¬dad del pasajero que va sentado no le preocupa al cobrador. ¿Cuál comodidad?, de nada valen los reclamos, el cobrador implacable sigue extendiendo boletos de ruta, su mente aún somnolienta alimenta la esperanza de que el supervisor no se percate de la "cutra" que cocina, al menos siempre existe la posibilidad de "ganarse alguito" con los pasajeros de ruta. Imagínate! que sería de nosotros si sólo tuviéramos que vivir del magro sueldo que nos pagan piensan los filosóficos cobrado¬res, pero aún así es mejor viajar a esta hora antes que a mediodía por ejemplo, donde el so| y el calor calientan hasta la calma del pasajero, y aunque ahora existe Vulkano que también hace via¬jes a Chiclayo y a pesar que cuenta dentro de sus choferes con don Marcial Jáuregui, un hábil y competente profesional del volante, a pesar que cuenta con el "gato" dentro de su pla¬na de cobradores, a pesar de todo Emtrafesa es parte de la tradición de la ciudad de Trujillo y Chiclayo, son instituciones que pertenecen al modus viven-di de ambas ciudades y de repente ya el carro está llegando a Pacasmayo , no sin antes haber renovado parte de sus pasajeros de ruta, unos han bajado, otros han subido, el cobrador lleva alguito en sus arcas y el chofer de reojo controla "las ganancias" para recibir su "tajada" al final del viaje. En Pacasmayo la gente sigue subiendo ya los re¬clamos de los pasajeros se han vuelto parte del monólogo costumbrista del viaje. ¡Apúrese oiga! Esto no es micro! Caletero!, etc., total llevar pasajeros es un bien social, piensa el chofer, pues todos tienen necesidad de viajar y así entre maldiciones, reclamos, cobranzas, "cutras" y supervisiones el bus deposita a otro grupo de pasajeros en el desvío a Cajamarca son aquellos que van a Gallito Ciego o al Cumbe, bajan sus alforjas o sus viejas cajas de cristal y con el inconfundible olor de que son cajamarquínos se quedan y el carro sigue nutriéndose de pasajeros de ruta, ya los vendedores de queques y empanadas han vaciado la mitad de sus bolsas, nosotros seguimos pensando cómo sería viajar en pleno calor, valdría la pena que se cree el servicio continental es decir viaje confortable, servicio directo,' con periódicos de las ciudades, gaseosas dulces, sin importar el precio. Igual acogida tendría, pues todos quieren llegar temprano, no quieren demoras, quieren dormir sin que otro que va parado lo vaya contemplando y maldiciendo, sin tener que tacarle el trasero a alguna pasajera distraída que se sentó en las alas de los asientos y así entre anhelos y sueños el bus ya está en la "Concordia", bajan la mitad de los pasajeros, los taxis se acercan con sus tarifas de lujo y ¡zas! en el terminal callejero de la Vulkano o en el amplio terminal de Emtrafesa, todo el mundo corre, no al baño sino a sacar pasaje de regreso y repetir la experiencia.

Miguel Palacios Celi





































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