¿Eres amiga de tus hijos?
¿Cómo tratamos a un amigo? esto depende de los años que hace que lo conocemos, de la proximidad que hayamos tenido, de los momentos significativos que hayamos compartido. Con un amigo hay un trato de igualdad. Tenemos vivencias parecidas. La relación se entiende como algo recíproco. Cuando le explicamos algo, no sólo te escucha, sino que también puede entenderte. Y desde luego, a un amigo nunca le marcamos pautas de comportamiento.
El contacto con nuestros hijos acapara no sólo por tiempo, sino también por intensidad, nuestra vida familiar. Ello plantea un problema a las madres que trabajan fuera de casa y que a veces no disponen de todo el tiempo que desearían. Pero las madres que trabajamos no debemos sentir culpabilidad por no estar más con ellos. Lo importante es que cuando estemos nos comportemos como padres. A veces, las madres que no trabajan dedican demasiado tiempo a estar encima de sus hijos, los sobreprotegen y con los años confunden la relación con un exceso de amistad.
Los papeles en una estructura familiar han de estar muy claros y desde luego los padres somos el motor principal en la educación de los hijos, o sea los que debemos marcar las pautas y aplicar nuestra autoridad. Los hijos siguen el modelo de los padres: valores, emociones, sentimientos....Pero nuestros estímulos hacia ellos han de ser positivos :firmeza y cariño, comprensión, y ayuda a poner límites a su comportamiento. Para construir una personalidad equilibrada el niño necesita esos límites y esa es una de las labores más difíciles e ingratas de ser padres. Actualmente se tiende a privilegiar el trato amistoso en detrimento de la educación del carácter del niño. Con ello les hacemos un flaco servicio. La imagen de la autoridad paterna es imprescindible para un crecimiento sano de nuestros hijos.
La comunicación es el hilo conductor entre esa educación y la amistad que también debe existir. Los padres somos los que condicionamos la comunicación en casa. Si cuando llegamos del trabajo están viendo la televisión ( es lo más probable) debemos encontrar el momento para compartir como les ha ido el día.
Los pequeños, unos más, otros menos, suelen ser más extrovertidos. Luego en la adolescencia pasan épocas de mutismo. Es entonces cuando más debemos respetar la intimidad de nuestros hijos. Preguntar si les pasa algo, pero si no quieren, no insistir. Manifestar que nos preocupa su estado de ánimo. Esto les da confianza y si captan que estamos receptivos, cuando quieran lo contarán. De todas formas, algunos padres insisten en la amistad que les une a sus hijos. Ni a mi me gustaba contarlo todo a mis padres, ni me gustaría que mis hijos lo hicieran. Los hijos necesitan crear un mundo propio, desvinculado de los padres, para evitar una dependencia afectiva excesiva. Ellos necesitan descubrirse a sí mismos, hacer amigos entre los de su edad. Creo que es una evolución sana y natural.
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