Unidad: la base del éxito
Michael Jordan: "En un equipo, no todos pueden pretender tener la misma fama y prensa, pero todos pueden decir que son campeones".
La unión de los pueblos los hace fuerte y les da mayores posibilidades de mantenerse en el tiempo, vencer a sus enemigos y hacerse fuerte para darles un mejor porvenir a los ciudadanos. Si queremos triunfar no hay otro camino: mantener la unidad para alcanzar la victoria sobre los verdaderos y únicos enemigos comunes de la prosperidad: pobreza, subdesarrollo violencia y corrupción.
Hemos consumido un tiempo valioso de nuestra historia en pueriles disputas dentro de las cuales graduamos de enemigos a otras personas por el hecho de que ellos piensan de otra manera o defienden unos intereses distintos a los nuestros o tienen una forma diferente de ver la vida. Estos enfrentamientos no hacen sino distraernos de lo principal y caemos como víctimas ingenuas e inermes de quienes han aprendido el valor de la máxima “divide y vencerás”. Eso es, precisamente, lo que hemos hecho a lo largo de los tiempos: dividirnos, peleanos y destrozarnos sin misericordia los unos a los otros. Mientras más nos destrocemos mejor, parece ser el propósito. Y mientras estamos dedicados a la tarea nefasta de destruirnos, nuestros enemigos crecen, se hacen fuertes y se burlan de nosotros. Aclaro que, al referirme a “los enemigos” no hago alusión a países, personas u organizaciones sino a los verdaderos enemigos de nuestros pueblos: la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la inequidad, la falta de educación y la violencia, entre otros.
Los depredadores cuando atacan a los animales e manada trabajan en dos tiempos: primero dispersan al grupo y luego atacan a los individuos que se encuentran más alejados de sus compañeros hasta cansarlos atacarlos y devorarlos para calmar temporalmente el hambre y preparar el nuevo ataque Esa es la ley e la supervivencia en el bosque, en la selva y en monte pero no tiene por qué ser la constante en las naciones civilizadas.
Recordemos que una cuerda gruesa está conformada por delgadas hebras que solo se hacen fuertes cuando están juntas, las unas a las otras. Y una cuerda es lo que utilizamos tanto para jalar un carro de juguete como para soltar al viento una cometa, la cual se mantendrá serena e incólume fijada a ese conjunto de diminutos hilos unidos entre sí.
Recuerdo que en los felices tiempos de mi infancia siempre estampaba un beso agradecido en la frente de mi padre luego de que juntos sacáramos de su caja un hermoso camión de juguete. No era un camión de baterías ni de control remoto, sino sencillo, de los que debía ser tirado por una cuerda a la que conocíamos con el nombre simple y familiar de cabuya. Lo primero que hacía era buscar una, atarla a la parte frontal del carro y empezar a divertirme con los otros muchachos de la cuadra quienes también tenían el suyo.
Pero bien sabemos que una cuerda sirve para remolcar un pesado auto de verdad, e incluso un barco. Y sea una cuerda o una débil cabuya, está formadas por delgados hilos que se hacen fuertes al trenzarse entre sí. De nuevo se demuestra, que la unión hace la fuerza.
Aprendamos de los hilos y de las cuerdas. Aprendamos a unirnos y a complementarnos. Ese es un buen punto de partida hacia la prosperidad. Superemos nuestras debilidades y unamos nuestras fuerzas, como nos enseñó la Madre Teresa de Calcuta cuando afirmó con sabiduría: Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas. Madre Teresa de Calcuta: “Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas” No nos quepa duda: juntos lograremos la prosperidad y el bienestar de un pueblo que solo merece lo mejor.
Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?
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