Mi primer Curso de Alemán en Alemania
Recuerdo cuando viajé por primera vez a Alemania. Fue un largo vuelo de Lima hacia Munich. Tenía 20 años de edad. Hice escala en Paris y luego de perder la conexión que me llevaría a mi destino tuve que abordar el siguiente avión. Recuerdo que me senté al lado de una dama alemana a quien le dije algunas palabras en alemán y cuando me respondió la verdad es que apenas si entendía lo que me había dicho. Yo ya había hecho varios cursos de alemán en mi país, en varias escuelas, y sin embargo, no podía entender lo que me hablaba aquella dama. Esta vez iba a tomar un curso de alemán en el Instituto Goethe que quedaba en la localidad de Prien a las orillas del lago Chiemsee, cerca de Munich. Luego de una hora de vuelo llegué a mi destino y me dirigí a la casa de un amigo alemán que vivía en Munich. Este amigo me había dado algunas clases de alemán en Lima.
Un par de días después me dirigí a Prien en donde estaba la escuela del Goethe Institut. El viaje lo hice por tren. En Alemania el tren es el medio de transporte que más se usa. Casi cada pueblo y ciudad tienen una estación de tren.
El curso de alemán tenía una duración de cuatro semanas y era semi-intensivo pues teníamos clases de cuatro horas diarias, de lunes a viernes. En el curso los alumnos eran de diferentes países. Los había de México, de EE. UU., de Italia, de Suiza, de Francia, de Noruega, de Vietnam, de Japón y otros países más. Las clases eran dictadas en las mañanas por una profesora alemana, quien nos enseñaba la gramática, la pronunciación y las habilidades para escribir y escuchar. Lo bueno del alumnado era que como todos hablaban diferentes lenguajes la única manera de comunicarse era empleando el idioma alemán. Aparte de ello cuando terminábamos las clases y salíamos al pueblo, también teníamos que comunicarnos en alemán. Si íbamos a comprar era muy bueno escuchar al vendedor que nos hablaba en alemán. Cuando caminábamos por las calles leíamos los letreros de las tiendas y los nombres de las calles que estaban escritos en alemán. Todo ello hacía que tuviéramos una inmersión en el idioma que estábamos aprendiendo. Asimismo, cuando regresábamos a nuestro alojamiento, que era en casas de familias alemanas, nos comunicábamos en alemán.
Ocasionalmente uno se encontraba con algún camarada de clase cuando nos dirigíamos a la escuela y practicábamos el idioma. El pueblo de Prien es pequeño y todo se alcanza caminando. Lo extraordinario de todo esto es que uno recuerda imágenes de todo lo que se pudo vivir en esas cuatro semanas del curso. Pero además de las imágenes, también uno recuerda el sonido de las palabras en alemán escuchadas. No todas naturalmente, pero muchas de esas palabras en alemán se han quedado grabadas en la memoria y son conocimientos adquiridos que se conservan.
Al final del curso dimos un examen de evaluación y se nos otorgó un certificado. El rango de edad de los estudiantes era de 18 a 60 años de edad. Algunos de ellos habían hecho el curso porque lo necesitaban para su trabajo, otros, como en mi caso, lo hicimos para estudiar luego en Alemania y porque querían aprender otro idioma.
Finalmente, quisiera mencionar que este curso lo hice cuando todavía no existía el Internet, ni la enseñanza de idiomas online. Hoy en día, con la nueva tecnología, la enseñanza de un idioma ha cambiado porque se emplean mucho los cursos virtuales y online, los cuales también son muy efectivos para aprender un idioma.
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