COVID - 19. 14.- Fueron los Fatalistas.
Serie Cuentos de Cuarentena
Escribir es lo mejor que puedes hacer cuando estás en cuarentena. Dejar volar la imaginación para salir del aburrimiento cotidiano. Mezclar lo real con lo fantástico es un buen ejercicio para la mente: estimula el cerebro y las neuronas dejan de morirse por falta de uso. Éste es un resultado positivo – creo – de la cuarentena entre marzo y junio de 2020.
14.- Fueron los Fatalistas
No sabíamos que el Fatalismo se hubiera extendido tanto en el mundo. Con esta pandemia del Covid-19 lo entendimos. Se suponía que, al saberse que una nueva enfermedad había aparecido en China, la OMS iba a recomendar de inmediato que se cancelaran los vuelos desde y hacia China. Es lo lógico. Ya pasaron más de 5 meses y muchos países nunca cancelaron esos vuelos.
Otra idea tonta era suponer que la OMS recomendaría controlar, desde el principio, el ingreso por tierra de todas las personas que llegaran de China, ponerla en cuarentena estricta, impedir que tuvieran contacto con otras y atender bien a los que se enfermaran. Más adelante, también se supone que la OMS pediría cancelar los vuelos desde y hacia Europa, Estados Unidos o Brasil, mínimo. Eso sí pasó en algunos países pero a iniciativa local. Entonces, parece que la OMS está dominada por los fatalistas.
También se supone que los presidentes o primeros ministros tienen la obligación de cuidar la salud de su pueblo (en lo posible, ya que mucha gente está concienzudamente dedicada a no cuidarse – alcohol, tabaco, drogas, medicinas sin necesidad, comida mala o excesiva, retos muy peligrosos, etc.). En la realidad, resultó que casi todos, excepto principalmente en Uruguay, Corea del Sur, Singapur y Nueva Zelanda, son fatalistas: aceptan las enfermedades que lleguen en lugar de tratar de evitar al máximo ¡que la gente se contagie!
Existe un club secreto (más o menos) llamado Club de los Fatalistas. Es prácticamente indispensable contar con su membresía para poder llegar a ser presidente o primer ministro de algún país. Sus miembros se ponen de acuerdo para imponer sus decisiones en cada país que “gobiernan” y en el mundo aunque no tengan nada qué ver con el sentido común, la razón o la ciencia.
Parece que también es requisito, según comentó un asistente del asistente de un presidente, que lo que importa es hablar y hablar…y ¡que el mundo ruede!
Hechos son amores, decían antes. Las palabras se las lleva el viento, decían otros. Pero muchos presidentes parecen locutores: están enamorados de su propia voz que les retumba en la cabeza. Entonces, con esa idiosincrasia, es casi imposible que dichos personajes puedan escuchar o entender lo que les aconsejan sus asesores mejor preparados que ellos.
Habría que poner como requisito para esos puestazos aprobar varias pruebas psicológicas, de inteligencia, de empatía, de raciocinio y, por supuesto, de sentido común.
Cuentista Chido
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