El éxito de los videojuegos profesionales

Hace ya tiempo que poca gente se atreve a decir que los videojuegos son cosa de niños. Es cierto, todavía pervive la injusta mala fama difundida por la prensa y por personas adultas que no comprenden la nueva era del ocio digital y tecnológico. Pero no son más que eso: mentiras infundadas. Por supuesto que hay videojuegos infantiles, pero también juegos aptos para adolescentes y, por supuesto, para adultos. Más allá de eso, hay un hecho que avala esta incuestionable verdad: el nacimiento y la consolidación de los eSports. Es decir, los videojuegos ya no solo son un entretenimiento para todas las edades, sino un deporte profesional. Esto ha conducido a que con el tiempo hayan aparecido cada vez más eventos y cursos de formación relacionados con los videojuegos. En los eventos jam, los participantes tienen que desarrollar un videojuego por grupos en tiempo récord, dándose así a conocer como programadores y diseñadores. En las universidades y en el entorno online, existen cursos de desarrollo de videojuegos para distintas plataformas. Pero más allá de eso, cualquier jugador lo bastante comprometido puede soñar con unirse a un equipo de eSports y ganar premios en las competiciones nacionales y mundiales de sus videojuegos online favoritos. Por supuesto, los aspirantes a ser jugadores y jugadoras profesionales de sSports antes tienen que procurar disponer de un equipo decente. Este cambio también se hace notar en las principales tiendas de electrónica del país, donde ya hay una sección de gaming en la que cualquier jugador o jugadora puede adquirir ordenadores de sobremesa con tarjeta gráfica de última generación, sillas para jugar, teclados con iluminación nocturna y un sinfín de equipamiento, incluso de realidad virtual. En esencia es todo lo que cualquier jugador que aspire a ser experto necesita, puesto que los entrenamientos de cara a las competiciones oficiales las hará fundamentalmente desde su propio hogar. Los videojuegos no se irán a ninguna parte. Son, actualmente, una de las formas de ocio más demandadas tanto por las nuevas generaciones como por generaciones adultas. Además, fomentan el compañerismo y una competitividad sana. Hay que dejar de denostarlos.