Las aventuras de Wesley Jackson - William Saroyan
¿Qué derecho tiene nadie a robarle la vida a otro? La guerra es muerte no sólo porque la gente se mate entre sí, sino porque no te permiten disponer de tu propia vida. La guerra es lo mismo que morir porque no te permiten disfrutar de la vida, incluso antes de haber ido al frente. No te permiten vivir. Si lo pensamos un instante, eso también ocurre cuando no hay guerras, no es asunto para dejar sin atender.
El profundo optimismo de Saroyan se desparrama por las páginas de esta novela. La bondad, el amor, la amistad y la esperanza impregnan el relato sin quitar el protagonismo que les corresponde a la maldad y la desgracia, siempre presentes en la vida.
Un joven soldado de diecinueve años que no tiene a quien escribir, envía una carta a la catequista que le dio clases de religión en la parroquia de su barrio cuando era niño. Es el comienzo de esta historia. Este ser solitario nos relata su trayectoria desde que se alista en el ejército. Le ocurren innumerables aventuras, encadenadas de manera magistral mediante la aparición de sucesivos personajes que se convierten en sólidos eslabones que soportan a la perfección la estructura de la novela. No cabe duda de que William Saroyan es un narrador extraordinario, otra prueba de ello es la capacidad que demuestra para hacer verosímiles algunas de las escenas que aparecen a lo largo del libro, que siendo de una magistral originalidad nos dejan un mensaje impreso que las hace plenamente creíbles.
Narrada con un tono llano, a veces dando la sensación de simple, y un lenguaje sencillo, el autor logra alcanzar en muchos momentos una profundidad apabullante. Saroyan hilvana una novela redonda, divertida, emocionante y tierna. Toda una terapia para ayudarnos a creer en la persona que vemos caminar por la acera o en la que detiene el coche cuando el semáforo está en rojo: en el ser humano.
El ejército de Estados Unidos encargó a William Saroyan una novela que levantara el ánimo de las tropas durante las diferentes campañas de la Segunda Guerra Mundial. Está claro que el organismo pertinente desconocía el firme pacifismo del escritor. La novela fue rechazada. No es de extrañar si en ella aparecen diálogos como este: “…/… Los seres humanos no se matan unos a otros. Ahora mismo el uniforme que llevas te convierte en un hombre que cualquier día puede apuntar a otro hombre con un fusil cargado y apretar el gatillo. Los seres humanos no hacen eso. Los seres humanos no piden a otros seres humanos que hagan eso. No se obligan unos a otros a hacer eso. Los seres humanos no se asustan unos a otros constantemente, cagándose de miedo; sí cagándose, joder, porque todo es una mierda.”
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