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LESIONES CEREBRALES CRÓNICAS POR CABECEO

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INTRODUCCIÓN

Luego de escuchar una charla sobre las lesiones crónicas cerebrales en los boxeadores sin que hayan sufrido un knock out, se planteó a la audiencia la duda sobre si lesiones similares podrían ocurrir en los jugadores de fútbol como consecuencia de cabecear intencionalmente la pelota

Lo primero que vino a mi mente fueron los recuerdos de mi infancia en el Gran Buenos Aires donde por la tarde jugábamos los chicos del barrio al fútbol y muchas veces jugábamos un cabeza. Esa era una competencia de uno contra uno o dos contra dos tratando de hacerse goles solo con la cabeza y nunca ninguno de nosotros se quejó de ninguna molestia física cuando terminábamos de competir.

Navegando en la internet descubrí que esa inquietud no era nueva y que varios trabajos se han publicado, a favor y contra de la posibilidad de lesión cerebral.

El fútbol es uno de los juegos más antiguos. Referencias a patear la pelota pueden ser encontrados en épocas tan lejanas como en 200 AC en China y en Grecia en el año 4 AC. Aunque varias versiones de juegos con una pelota impulsada por el pie surgieron a través de los siglos. El primer informe de reglas de juego formal fueron en la universidad de Cambridge en 1848. En 1863 se creó la Asociación de Fútbol de Inglaterra y la Federación Internacional de Fútbol ( FIFA ) se fundó en 1904 y hoy tiene más naciones miembros que las Naciones Unidas. “The Argentine Association Football League”, fundada el 21 de febrero de 1893 es la antecesora de lo que hoy conocemos como la AFA ( Asociación de Fútbol de Argentina ).

El fútbol es único en los deportes por el uso intencional de la cabeza sin ninguna protección para controlar, pasar y avanzar con la pelota. Obviamente esta habilidad ubica a la cabeza en una posición vulnerable a las lesiones.

La muerte del goleador de Algeria Hocine Gacemi , por complicaciones de una fractura de cráneo después de colisionar primero contra la cabeza de un oponente y luego contra el suelo atrajo la atención sobre este tema en los medios de prensa y hasta se llegó a debatir el uso de cascos protectores en el fútbol. La US Consumer Product Safety Commission se reunió en mayo de 2000 para discutir este tema.

En noviembre del 2002, un tribunal inglés juzgó que la muerte de Jeff Astle, ex

Internacional Inglés, fallecido en enero del 2002 a los cincuenta y nueve años

por una enfermedad cerebral, era debida a los muchos cabezazos dados al

balón durante sus veinte años de carrera futbolística, calificando esta como

una enfermedad profesional. Esta sentencia provocó, sobre todo en los

Estados Unidos, repetidos llamamientos para que los futbolistas usen un

casco protector. El Dr Keith Robson, patólogo consultor del Queen’s Medical

Centre en Londres, dijo que el cerebro de Astle, particularmente el lóbulo frontal, mostraba reblandecimiento y atrofia. ( 1 )

En 1998, el ex jugador del Celtic de Glasgow (Primera división escocesa) Billy

McPhail perdió un proceso en el cual reclamaba indemnizaciones por problemas

neurológicos provocados, según él, por los repetidos contactos con los antiguos

balones de cuero.

En realidad, el jugador de fútbol tiene muchas posibilidades de sufrir un trauma-tismo de la cabeza. Desde cabecear la pelota, a caídas contra el suelo, choques con el oponente, los postes del arco y otros objetos que vienen de afuera del campo de juego arrojados por “ simpatizantes”.

Examinaremos los datos disponibles sobre lesiones cerebrales en el fútbol sus mecanismos y consecuencias. Mucho falta por aprender y hay que leer con cuidado la información sobre los déficit cognoscitivos en los jugadores de fútbol. ¿ son estos déficit el resultado del cabeceo intencional o el resultado de lesiones traumáticas leves como resultado de impactos de la cabeza distintos a la rutina del cabeceo ?

DESARROLLO

El fútbol es una actividad relativamente segura con una tasa de lesiones de un quinto a un medio las de fútbol americano. ( 2 )

En Europa los traumatismos de cráneo son del 1 al 20 % de todas las lesiones en el fútbol ( 3 )

En un estudio sobre jugadores de elite en el festival Olímpico de 1993 ( 4 ) 89 % ( 64 ) de los hombres habían tenido antecedentes de episodios de conmoción cerebral y 54 % ( 39 ) de las mujeres. Los autores estimaron que a lo largo de 10 años de practicar el fútbol la probabilidad de sufrir una conmoción cerebral era de 50% para los hombres y de 22% en las mujeres. Mientras ejecutado adecuadamente cabecear la pelota no fue responsable de ningún episodio de conmoción cerebral.

Las estadísticas de la National Collegiate Athletic Association (NCAA) indican un promedio de 0,14 por cada 1000 exposiciones atléticas en los hombres y de 0,15 en las mujeres ( 6 ) Más recientemente Boden y col. ( 5 ) (encuentran mayores índices en el fútbol universitario: 0,50 para los hombres y 0,40 para las mujeres. Ellos no encontraron conmociones como resultado de cabecear la pelota.

El fútbol fue clasificado como un deporte de contacto por la American Academy of Pediatrics ( 6 ), y a enfocado la atención sobre los traumas repetitivos en la cabeza. Sugiriendo que el uso deliberado de la cabeza para golpear la pelota puede ser análogo a los golpes repetitivos en la cabeza de los boxeadores ( 9 ) dando lugar a la aparición de síndromes con signos de piramidalismo, extrapiramidalismo y cerebelosos y a veces disminución cognoscitiva y cambios en la personalidad.

MECANISMO DEL IMPACTO

El mecanismo del impacto está basado en la relación F= ma donde F es la fuerza del impacto, m es la masa del objeto y a es la aceleración del objeto. Las pelotas de fútbol vienen en diferentes tamaños y pesos. Una pelota de fútbol pesa 396 a 453 gramos y está inflada con una presión de 1 Kg por cm cuadrado o una atmósfera a nivel del mar. Antes de los 70 la pelota era de cuero y podía absorber considerable cantidad de agua cuando era usada en campo mojado. A mediados de los 70 fue modificada al revestirla con un material resistente al agua pero podía todavía ganar masa al retener agua. La pelota actual es sintética y resistente a la absorción de agua. Al interpretar la literatura es importante prestar atención a las fechas probables en que los jugadores actuaron para tener en cuenta si usaron pelota de cuero. En los medios las notas deportivas mencionan que la pelota pateada fuertemente viaja a una velocidad mayor a los 100 Km/h. Sin embargo los jugadores raramente cabecean voluntariamente la pelota lanzada a esa velocidad aunque son posibles los impactos accidentales de la cabeza. La pelota más veloz que voluntariamente cabecee un jugador está a una velocidad de 70 a 85 Km / h Levendusky ( 8 ) sugiere que la mayoría de las veces el cabeceo ocurre a velocidades inferiores a los 65 Km/h

La pelota impacta la cabeza con menor fuerza que una típica trompada en el boxeo produciendo una aceleración de la cabeza de 20g contra los 100g de un golpe de puño. ( 9 )

Se estima que un jugador cabecea la pelota de 5 a 7 veces durante un partido y de 9 a 10 veces en un entrenamiento. ( 10 )

Los riesgos y la severidad de lesiones al cabecear están relacionadas a la fuerza del impacto de la pelota y la consecuente aceleración de la cabeza del jugador. No es el golpe directo sobre la calota el que lesiona el cerebro sino la aceleración o desaceleración sufrida por la masa encefálica dentro del cráneo provocando que esta impacte al rebotar dentro de la calota a pesar de la protección del liquido céfalorraquídeo. Estudios en animales mostraron que la conmoción cerebral es inducida con dificultad cuando la cabeza estaba sostenida en una posición fija pero con más facilidad cuando se permitía a la cabeza que se mueva libremente. ( 11 )

Cabecear correctamente disminuye notablemente la fuerza del impacto en la cabeza y requiere el uso del hueso frontal para contactar la pelota, los músculos del cuello para limitar la movilidad de la cabeza y los cuerpo inferior para posicionar el torso en línea con la cabeza y el cuello para aumentar resistencia y disminuir la aceleración de la cabeza. Por lo tanto para cabecear técnicamente bien la pelota es necesario una posición correcta y acondicionamiento de todo el cuerpo incluyendo los músculos necesarios para saltar. (12 )

De todos modos son pocas las ocasiones durante un partido de fútbol en que un jugador puede cabecear correcta y libremente la pelota porque cuando esto sucede se debe un error del jugador del equipo contrario ya que la orden de todo director técnico de fútbol a sus jugadores es que nadie del equipo contrario debe poder cabecear la pelota sin ser molestado.

Para entender mejor los riesgos de cabecear la pelota Babbs CF creó una serie de modelos matemáticos simples basado en la segunda ley de Newton del movimiento para describir la física del cabeceo.

Estos modelos describen al jugador, la pelota, el vuelo de la pelota antes del impacto el movimiento de la cabeza y de la pelota durante el impacto y los efectos de estos sobre la intensidad y duración de la aceleración de la cabeza. Estas aceleraciones calculadas fueron comparadas con aquellas producidas en actividades diarias presuntamente seguras como saltar, bailar y menear la cabeza. Los resultados sugieren que cabecear es generalmente seguro pero ocasionalmente peligroso dependiendo en características claves del jugador y la pelota. La seguridad es generalmente mejorada cuando el jugador cabecea con mayor masa corporal efectiva que está determinada por el tamaño del jugador la fuerza y la técnica. Los jugadores jóvenes y más chicos debido a su menor masa corporal tienen aumentado el riesgo de lesiones que los adultos aún al utilizar las pelotas más pequeñas para los jóvenes que se utilizan actualmente. Pelotas con menor presión de inflado disminuye el riesgo de lesiones cerebrales. Los autores sugieren enseñar la técnica apropiada de cabecear, rediseñar la pelota para los jóvenes con menor peso y presión. (13)

En un estudio realizado en la Washington University School of Medicine se intentó comparar las fuerzas de aceleración sobre la cabeza en jugadores de fútbol americano, hockey y fútbol a nivel de escuela secundaria durante los partidos.

Para lograrlo se colocó un acelerómetro triaxial dentro del casco que usan habitualmente, y a los jugadores de fútbol se les colocó también el mismo tipo de casco. Se midieron aceleraciones pico y se calcularon el índice de severidad de GAD y el criterio de lesión cerebral se calculó durante varios juegos en cuatro temporadas. A los jugadores de fútbol se los equipó con el mismo casco y se registró las aceleraciones de los impactos de cabeza al cabecear la pelota. Las aceleraciones registradas en el fútbol americano fueron de 29,2 g y de 35 g en el hockey. No hubo incidentes de conmoción cerebral ni de otras lesiones cerebrales traumáticas. Al cabecear la pelota de fútbol se registraron aceleraciones de 54.7 g. Estas aceleraciones en impactos de rutina sin lesiones, es un 160 a 180 % mayor en el fútbol que en los otros dos deportes. Los autores concluyeron que los efectos de impactos acumulativos en la cabeza durante el cabeceo pueden llevar a secuelas neurológicas. (20)

En este punto sería importante comentar que con un casco brindando protección y mayor seguridad, es casi seguro que el jugador de fútbol se animaria a cabecear pelotas a velocidades superiores a las que habitualmente se atrevería.

Tratando de medir la fuerza y el tiempo del impacto de la pelota y las acelera-ciones lineales y angulares de la cabeza durante el cabeceo en los niños encontraron que al aumentar la masa de la cabeza hay una disminución en la aceleración linear y angular de la cabeza con un aumento del tama-ño de la pelota con la misma masa craneoencefálica hay un aumento en el tiempo de contacto entre la cabeza y la pelota. Cambiar la presión de la pelota tiene poco efecto en las características del impacto. La rigidez del cuello disminuía la aceleración de la cabeza. Concluyeron que la masa de la cabeza y el tamaño de la pelota inciden en las características del impacto aconsejando que los niños utilicen solamente un tamaño apropiado de la pelota adecuado a su edad. El menor tamaño de la cabeza en un grupo determinado de edad es un factor riesgo para el jugador. (29)

Parecería que hay acuerdo en que cabecear en forma técnicamente correcta disminuye las probabilidades de lesiones cerebrales. Pero las fotos siguientes se puede apreciar a dos jugadores peleando por cabecear la misma pelota. Y a pesar de tratarse de jugadores profesionales la pugna es tal que ninguno puede cabecear correctamente sino que se golpean entre sí.

HALLAZGOS NEUROLÓGICOS Y NEUROSICOLÓGICOS EN JUGADORES DE FÚTBOL

La descripción más temprana sobre lesiones provocadas por cabecear fue de Matthews, (14) quien describe la migraña del futbolista en los días cuando se usaba la pelota de cuero que mojada podía incrementar su masa en un 20 % .

Tysvaer y colaboradores, examinó secuelas neurológicas y neurosicológicas en jugadores activos y retirados dirigiendo los estudios a deficiencias neurológicas en los jugadores de fútbol. (33)

Su primer informe fue en 1975 con 192 jugadores de la primera división de la liga profesional. El promedio de edad era de 25 años y participaron en partidos profesionales. Con la mitad teniendo experiencia internacional. Un total de 128 jugadores fueron incluidos en el estudio.

La tabla que sigue muestra los resultados:

SíntomaTransitorio (No.)Permanente (No.)Cefaleas122Cervicalgia60Mareos51Irritabilidad 11Insomnio11Trastornos auditivos10Trastornos de memoria02Reacción anormal al alcohol01

De ellos, 77 tuvieron un examen neurológico completo. La mitad de los jugadores hicieron referencia a síntomas relacionados con el cabeceo. Los primeros síntomas fueron desorientación, cefaleas y náuseas. 7 jugadores sufrieron pérdida de la conciencia y 3 fueron hospitalizados. Los mecanismos de la lesión cerebral en este estudio no fueron informados. Dada la fecha de publicación y la edad y experiencia de estos jugadores uno tendría que asumir que jugaron en una era cuando la retención de agua por la pelota era un fuerte factor de impacto

En otro trabajo, Tysvaer, examinó a treinta siete ex jugadores de la selección nacional de Noruega individualmente con una batería de tests psicológicos. El examen neuropsicológico demostró déficit moderados a severos con respecto a la atención, concentración memoria y juicio en un 81 % de los jugadores. El autor concluye que puede indicar algún grado de lesión orgánica permanente probablemente como resultado de repetidos traumas al cabecear la pelota. (15)

Jordan S.E. designó un estudio para determinar si encefalopatía crónica ocurría en jugadores activos y de elite en el fútbol como resultado de cabeceos repetitivos de la pelota. 20 jugadores del seleccionado nacional de fútbol con un promedio de 24.9 años de edad y 17,7 años de actividad completaron un cuestionario sobre síntomas de lesiones cerebrales y se les realizó una RNM de cerebro fueron comparados con 20 atletas de campo de elite. También se les preguntó sobre antecedentes de lesiones cerebrales agudas y el uso de alcohol. Los resultados no mostraron diferencias estadísticas significativas entre los dos grupos. Sí se encontró en los jugadores de fútbol mayor antecedentes de lesiones agudas. Los autores sugieren que cualquier evidencia de encefalopatía en los futbolistas se relaciona más con las lesiones agudas que con lesiones por traumatismos repetitivos. (16 ) Este estudio hecho en jugadores con un promedio de edad de sólo 25 años no debería ser válido para evaluar lesiones crónicas.

Un factor importante que puede influir en los trastornos neurosicológicos encontrados en los jugadores de fútbol es su historia personal de episodios de contusión cerebral que se sabe influencian en la función cerebral. Estos episodios pueden ocurrir durante los partidos sin involucrar el acto de cabecear. En 1998 se entrevistaron todos los jugadores masculinos y femeninos ( N= 137, promedio de edad 20,5 ) que compitieron en el Festival de los Deportes Olímpicos en USA durante 1993, fueron determinados los mecanismos de lesión, frecuencia y secuelas . Hubo 74 concusiones en 39 jugadores masculinos y 28 concusiones en 23 jugadoras. Para los hombres 48 de los 74 episodios fueron colisiones contra otros jugadores y en las mujeres 20 de las 28. Cefaleas y mareos fueron los síntomas más comunes. Basados en la historia de las concusiones de jugador a jugador las probabilidades son de un 50 % para un hombre y 22 % en una mujer para tener una concusión en un período de 10 años. Estos datos indican que las concusiones de jugador a jugador son accidentes frecuentes en el fútbol. Lesiones cerebrales ocurridas de esta manera pueden ser algo más que una influencia en los hallazgos encontrados de deficiencia psicofisiológicas que el acto de cabecear la pelota. ( 17 )

En otro estudio se intentó evaluar el efecto de repetitivos impactos en la cabeza debido al acto de cabecear la pelota en 57 jóvenes jugadores de fútbol con un promedio de edad de 11,5 años. Los datos fueron tomados luego de tres temporadas durante 3 años que correlacionaban a aproximadamente 60 partidos y/o prácticas. Un equipo de 18 jugadores fue seguido por un año más. Los datos incluían un test de función cognoscitiva como también documentación sobre los síntomas de concusión. Estas evaluaciones cognoscitivas conducidas en ambos períodos de tiempo revelaron que no había evidencia estadísticamente significativa cuando se comparaba con normas estandarizadas con excepción del aprendizaje verbal. Había una relación inversa entre el número de impactos de pelota y aprendizaje verbal. El 49% del grupo del primer año se quejó de dolores de cabeza después de cabecear la pelota. (18 )

En la School of Psychology, Florida Institute of Technology se investigó el rol de los cabeceos recientes interactuando con la frecuencia de cabecear para evaluar si eran pasibles de provocar déficit neurosicológicos durante los partidos de fútbol. Se seleccionó 64 jugadores varones de alto nivel con edades de 16 a 34. se les tomó diferentes test : el test de California de aprendizaje verbal, el Trailmaking Test, el test de Reconocimiento Facial, el test de REY-Osterrieth y la escala de Shirley. Los cabeceos recientes interactuaron con la frecuencia de tal manera que los jugadores que tenían la más alta cantidad de cabeceos estimados y que hayan cabeceado durante los 7 días anteriores a los estudios tuvieron resultados significativamente más bajos. Los autores admiten que si bien los impactos cabeza pelota no pueden ser aislados lo suficiente para ser la causa de esta interacción ciertamente aumentan la evidencia de que cabecear puede ser la causa de déficit cognoscitivos por lo menos transitorios. (21 )

Para reforzar la idea de que un pelotazo en la cabeza puede provocar lesiones agudas importantes se publicó el caso de una jugadora de fútbol de 16 años quien padeció un hematoma subdural crónico sin la pérdida de la conciencia luego de recibir un golpe en la cabeza con una pelota. Requirió tratamiento quirúrgico con posibilidad de volver a jugar al fútbol. (22 )

En la Universidad de Florida partiendo de la hipótesis que el fútbol provoca discapacidad neurosicológica sobretodo en los jugadores más experimentados aún sin saber si el riesgo era asociado a conmoción cerebral o golpes sub conmocionales provocados por el cabeceo de la pelota o alguna combinación de ambos tomaron diferentes test de rendimiento neurosicológico. A un grupo de 32 jugadores de fútbol ( 26 universitarios y 6 profesionales ) y a 29 nadadores ( 22 universitarios y 7 masters ) todos con por lo menos 4 años de actividad en su deporte.

Todos los participantes tomaron test neurosicológicos que evaluaban velocidad motora, atención, concentración, tiempo de reacción y conceptos de pensamientos. El rendimiento de los futbolistas fue inferior al de los nadadores, y a mayor años de la práctica del fútbol más pobres fueron los resultados. (23 )

Adrienne D. Witol y Frank M. Webbe realizaron un estudio que investigó la presencia de déficit neurosicológicos asociados a la acción de cabecear la pelota al jugar al fútbol. Una batería de test neuro cognoscitivos fueron realizados a 60 jugadores de fútbol de nivel amateur, profesional y de escuela secundaria y 12 participantes no jugadores como grupo de control. Examinaron los efectos de cabecear en la actualidad como la experiencia de cabecear a lo largo de sus vidas en los test efectuados. Los jugadores con la más alta acumulación de cabeceos en sus vidas tuvieron resultados más pobres en los test que evalúan atención, concentración, flexibilidad cognoscitiva y función intelectual general. En los jugadores que cabeceaban en la actualidad era menos predecible el nivel neurocognoscitivo. Al comparar los resultados individuales con normas apropiadas a cada edad revelaron mayor probabilidad de niveles clínicos de déficit los jugadores con mayor frecuencia de cabeceo en sus vidas ( 24 ).

Para determinar la presencia de lesiones cerebrales crónicas traumáricas en jugadores profesionales de fútbol se les realizó exámenes neurosicológicos a 53 jugadores profesionales en actividad de diferentes equipos profesionales holandeses y se los comparó a un grupo de control de 27 atletas de elite en deportes de no contacto. Los futbolistas presentaron resultados con deterioro en la memoria planeamiento y procesamiento de visopercepción al compararlos con el grupo control. Entre los profesionales el rendimiento estaba inversamente relacionado con el número de conmociones ocurridas durante el juego y la frecuencia de cabecear la pelota. El rendimiento en estos test también variaban según la posición en el campo de juego con los jugadores delanteros y los defensores los que supuestamente cabecean con mayor frecuencia ) exhibiendo mayor deterioro. (25 )

En Alemania al observar un jugador que tuvo una crisis epiléptica como consecuencia de un traumatismo occipital al cabecear la pelota decidieron investigar los electroencefalogramas de 10 jugadores sanos de fútbol durante una sesión de entrenamiento de cabeceo con análisis computarizado de los EEG. Uno mostró enlentecimiento focal sin signos clínicos, los EEG de los otros jugadores mostraron solo signos de relajación luego del entrenamiento. Concluyen que el daño cerebral debido al cabecear la pelota no puede ser asumido en general. En personas predispuestas sin embargo el microtraumatismo causado al cabecear puede llevar a manifestaciones clínicas (26) .

En Munich se estudió una neuroproteína ( S 100-B) que pasa a la circulación indicando lesión cerebral.

Partiendo de la idea que impactos repetitivos al cabecear podrían llevar a lesiones cerebrales significativas comparables a los pacientes con lesiones cerebrales traumáticas menores ( LCT). Se evaluaron los niveles séricos S-100B en jugadores amateur jóvenes luego de sesión controlada de cabeceo comparada con anteriores mediciones y luego de sesión de ejercicio normal como tambien a pacientes con LCT.

A 61 jugadores masculinos ( edad promedio 15,3 ) se les realizó una sesión de cabeceo controlado apuntando la pelota a la frente durante 55 minutos. Los datos fueron comparados con los obtenidos de 58 jugadores de fútbol ( edad promedio 15,9 ) que realizaron una sesión de 61 minutos de entrenamiento normal sin contacto de la pelota con la cabeza y con 81 jóvenes pacientes de LCT luego de sufrir el accidente y a los que se les efectuó una TAC buscando lesiones intracraniales. Las primeras muestras de sangre fueron tomadas antes del entrenamiento, a los 60 y a los 360 minutos en los que cabecearon, a los 64 y 355 en los que hicieron entrenamiento normal y a los 65 y 366 minutos en los que sufrieron LCT. Los resultados mostraron que los que estuvieron cabeceando tuvieron un aumento transitorio de S-100B a los 60 y 360 minutos luego del entrenamiento pero luego recuperan sus valores anteriores al entrenamiento no indicando lesión celular cerebral. El grupo que entrenó sin cabecear tuvo menores aumentos de la neuroproteína. Los jugadores de 12-13 años y de 14-15 años tuvieron mayores niveles que el grupo de 16-17 años pero los aumentos transitorios no tienen relación con los niveles iniciales. Sin embargo como el daño cerebral debido a cabeceo abrupto de la pelota con gran velocidad o trauma accidental no pueden ser excluidos los controles de S-100B deberían hacerse durante partidos con control de video. (27)

Sin embargo, otros estudios demuestran que esta neuroproteína también aumenta su concentración sérica tanto en el boxeo como luego de una carrera de 25 Km. (28)

Con el objetivo de examinar prospectivamente los efectos agudos de cabe-cear sobre la función cognoscitiva. Se efectuaron test de evaluación neurosico-lógica antes y después de dos sesiones separadas de entrenamiento con los mismos atletas sirviendo como su propio control. Participaron 44 atletas mas-culinos y 56 atletas femeninos de primera división de la universidad. Todos tomaron los test de capacidad neurosicológica y completaron una lista de los síntomas que hubieran tenido. Los resultados no encontraron diferencias significativas en los resultados pre y pos entrenamiento en los dos grupos con y sin actividad de cabeceo de pelota. La conclusión es que cabecear no lleva a cambios agudos de la función cognoscitiva. (30)

.

A 33 ex jugadores de fútbol del seleccionado nacional de Noruega se les realizó una tomogrfía axial computadada de cerebro. Se evaluó la atrofia cerebral, visualmente y con mediciones lineares comparadas con material normal. Se encontró que un tercio de los jugadores presentaba atrofia cerebral central. Concluyen que la probable causa era pequeños lesiones por traumatismos repetitivos en la cabeza durante los partidos de fútbol principalmente relacionadas a cabecear la pelota. (31)

En otro estudio se tomaron 240 estudiantes universitarios y se dividieron en tres grupos jugadores de fútbol, atletas de otros deportes y un grupo control de estudiantes que no practicaban deportes. Los participantes completaron un cuestionario de historia personal sobre concusiones previas y realizaron test de capacidad neurosicológica en la pretemporada. A pesar de antecedentes de concusiones previas los jugadores de fútbol no demostraron función neurocognoscitiva ni aptitud escolástica disminuida en relación a los atletas que no practicaban fútbol y al grupo control. Tampoco encontraron relación entre los episodios de conmoción cerebral y la función neurocognoscitiva. (31)

Efectos de una tanda de cabeceos sobre control postural y síntomas de conmoción cerebral.

A 31 jóvenes adultos ( 12 ± 4,3 años ) con experiencia en el fútbol se los dividió al azar en dos grupos. A un grupo se le hizo cabecear una pelota

18 veces durante 45 minutos arrojada por una máquina (Jugs Corp., Tualatin, OR ) a una velocidad de 13,4 m/s desde 25 metros. El otro grupo que sirvió de control pateó 18 veces la pelota en 45 minutos.

En tres ocasiones se evaluaron control postural y síntomas de conmoción cerebral: antes, inmediatamente después y a las 24 horas de la tanda de ejercicios.

No se encontraron diferencias significativas en el control postural pero el grupo que cabeceó presentó mayor síntomas de conmoción inmediatamente después de la sesión pero ningún síntoma a las 24 horas. Los síntomas fueron mareos, cefaleas y sensación de estar lentos.

Para los autores de este trabajo evidentemente cabecear produce síntomas de conmoción cerebral. (7)

CONCLUSIONES

Leyendo los diferentes trabajos, uno se sorprende viendo que mientras algunos evidencian la existencia de las lesiones cerebrales por traumatismo repetitivo debido a cabecear la pelota en el fútbol, existen otros que demuestran que no hay lesiones cerebrales en los jugadores de ese deporte.

Si los que practican el fútbol son millones de personas, un estudio científico estadísticamente significativo debería tomar una población de varios cientos de jugadores. Tal estudio todavía no se hizo.

Pero si se analiza detenidamente se observará que se pueden agrupar los trabajos en:

1 los que evidencian lesiones y las atribuyen al cabeceo

2 los que encuentran lesiones pero las atribuyen a otros traumatismos de cráneo distintos al cabeceo ocurridos durante los partidos de fútbol.

3 Los que no encuentran ninguna lesión neurológica.

4 Los que buscaron y encontraron alteraciones o lesiones luego de sesiones de cabeceo.

5 Los que intentaron medir la fuerza del golpe en la cabeza evaluando la posibilidad de lesiones cerebrales..

En los dos primeros grupos que evidencian la existencia de lesiones cerebrales crónicas es como si dos bandos en pugna se pelearan echándose la culpa unos a otros. Las lesiones están pero la culpa es del otro En realidad encuentran secuelas cerebrales y hoy no hay manera de decir si son porque cabecearon muchas veces o porque se golpearon otras tantas contra otros jugadores postes o pelotazos desprevenidos. ¿ No será que en realidad hay un poco de cada cosa y posiblemente sus consecuencias se fueron sumando ?

En el tercer grupo donde no encontraron lesiones, se puede afirmar que siendo la muestra pequeña, no debería sorprender la ausencia de hallazgos patológi-cos.

Entendemos al cuarto grupo como el más válido para evaluar las posibles lesiones que puedan producir los cabeceos repetitivos. Invariablemente en este grupo siempre algo se encontró : aumento de la neuroprotéina S-100B y síntomas de conmoción leve como mareos y cefaleas,

Por último, al estudiar la fuerza de los golpes, creemos que en medicina no se puede emplear las matemáticas en forma estricta como si fuéramos máquinas. Un golpe de una aceleración de 10 g puede hacer daño a una persona mientras que otra puede no sentir uno de 50 g.

Lo que sí queda claro, es que cabecear la pelota es un traumatismo en la cabeza que no produce síntomas agudos; salvo que sea una tanda de varios cabezazos o si no son correctamente ejecutados, pero eso en un cotejo de fútbol es la regla.

Para finalizar, consideramos que cabecear intencionalmente la pelota de fútbol, es un traumatismo leve de cráneo y que a lo largo de varios años de la práctica de este deporte, son posibles las lesiones cerebrales crónicas, similares a las que se observa en la demencia pugilística.

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Sergio O. Devich
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