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Para tomar el control, hay que tener valor

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Después de tanto trabajar y llegar tarde a casa, me detengo tras mi puerta allí un segundo, para ver como una oscura soledad invade aquel lugar en un silencio sepulcral que tan solo denota mis continuos suspiros producto del cansancio por una larga jornada laboral. Luego subo al dormitorio, enciendo la luz de mi habitación y me apoyo en el borde de la cama para sacarme mis ya apretados zapatos. Pero entonces, te veo allí de pie, altiva como siempre, con esa tu actitud arrogante y como en misión de espera, decidida a llamar mi atención.

Puesto que no escapo de ti un segundo, una vez que estoy en casa, deliberadamente busco extraviarte de mi vista, aprovechando que debo mover mis zapatos hasta el clóset, jalar también allí mi corbata y despojarme de la sudada vestimenta. Pero aun y así, en medio de todo, cometo el grave error de hacerte la habitual reverencia. Esa con la que siempre logras activar la acción que necesitas para expresar lo que acontece en tu mundo aciago. Y la verdad es que actúe sin pensar. Fue un impulso torpe de mi parte que inexplicablemente siempre cometo. Pero pasa, como cuando alguien llega a un sitio cualquiera y saluda a todos los presentes sin saber quien es quien, como en un acto de cortesía o destello de una mínima atención. Entonces, en vista de mi error, empiezo a escuchar tu trillado discurso, ese que poco a poco me va atrapando y que por mas que quiero, nunca puedo hacer desviar de mi atención, ni siquiera lo suficiente como para no darme cuenta y ver como invades mi vida con las mismas referencias de siempre. Chatarra oxidada. Lengua viperina. Pero entonces en un movimiento zagas, me abalanzo rápidamente hasta mi cuarto de baño, con la bien lograda excusa de tomar una ducha, buscando hacer así, caso omiso a tus repetidos anuncios. Pero luego de terminada mi ducha y al tener que integrarme a mi habitación, soy nuevamente atrapado por tus hirientes garras, dandome cuenta ademas, de las pocas variantes que existen en tu discurso.

Y viendote allí, con esa tu misma actitud, haciendome cuenta de tus tantas ironías, hablando de los problemas que hay entre las gentes, de las herejías, de los amantes, de las instancias de algún juez, de las ofertas del día y de un montón de cosas mas, empiezo entonces a desvariar entre lo real y lo sublime, quedandome mudo, inmóvil y entregado a tu perorata. Pero gracias a ese mínimo de conciencia que a uno siempre le queda y notando que todavía respiraba, fue que pude llegar a reponerme rápidamente tomando el control en aquella situación.

Luego, cuando decido relajarme para buscar y ver opciones que me ayuden a cambiar tu pronunciada retorica, me muevo sin vacilar hasta mi cama y me dejo caer allí sin despojarme aun de mi bata de baño, tratando de ponerme cómodo y con la idea de someter con el debido control, todos tus reclamos, tus dolencias y porque no ademas, tu manipulador estilo con el cual pretendes enseñarme que tu vida esta también llena de alegrías. Aunque estoy seguro que todas esas patrañas son producto de tus típicas fantasías, esas que usas para engañarme.

Pero al rato, empiezo a perder de nuevo el control, ese que con tanto esfuerzo hasta ahora había ejercido en ti, y veo como vas llevandome nuevamente hasta ese punto en el que logras expresar todo lo que tienes y me quieres decir. Y como cuerda infinita de un reloj despertador que no se deja callar, veo y escucho que me hablas de tantas y tantas cosas, que siento creer que es verdad todo lo que me dices. Como por ejemplo, el hecho de llegar a sentirme convencido de que puedo morir al llevar esta vida sedentaria a la que estoy sometido y que dices que tengo. Aunque no reconozcas que parte de la culpa la tienes tu.

Y como ves, yo sigo allí, presto a darte la misma atención de casi todos mis días, desde que te conozco y se que estamos juntos, sin pedirte nada, pues en realidad yo no puedo pedirte algo que vaya mas alla de tus consabidos intereses. Y si bien, quien soy yo en tu historia de tu vida como para ponerme ahora con mis exigencias, si a veces creo que ni siquiera mi opinión cuenta para ti. Aun y cuando todos coinciden y están de acuerdo en que yo debo ser lo mas importante en tu vida. Deberías pensar un poco mas en eso.

Pues bien, por todo esto, he decidido ahora ser mas sincero contigo y conmigo. Y la verdad es que te quiero demasiado y se que no podría vivir sin ti en lo que me resta de vida. Pero sucede, y me doy cuenta, que la mayoría de las veces tu estas de un modo en que ya no puedo seguir escuchandote y mucho menos mirandote. Es por eso que ya no quiero abusar mas de ti, ni tampoco perder mi tiempo viendote allí hasta quedarme dormido. Y para no hacerte mas desaires ni incurrir mas en mis abusos, he decidido armarme de valor para tomar el control; dejar de mover tus canales, apagarte de una vez y acostarme a dormir.

Prometo que sera así todas las noches.

Hasta la Próxima.

Pedro A Olmeta - www.sumatv.com

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