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La suerte del Inodoro

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"Y juraron amarse, cuidarse y respetarse hasta que la muerte los separe. Acompañarse en la salud y en la enfermedad, pero también en la riqueza y la pobreza..."

Luis es un individuo de unos sesenta años de edad , un tanto obstinado e introvertido. El paso de los años le habría hecho olvidar aquella su jovial forma de ser con la que al menos su vida se movía en un ambiente de respeto y admiración entre sus familiares y amigos. Condición que según él, se habría perdido gracias a las amargas situaciones a las que estuvo sometido durante tantos años en su matrimonio, por culpa de los innumerables prejuicios y complejos a los que estaba sometido el carácter de Juliana, quien era su mujer y que aun le amaba, pero que debía armarse de mucha fuerzas y de valor para llevar en sus hombros el peso de los gastos y los quehaceres de su casa, que era el hogar donde alguna vez ella se sintió feliz, pero donde ahora, y desde ya hace mucho tiempo, estaba sometida a las interminables quejas de Luis, quien tenia tres meses sin trabajo y se pasaba horas en su sillón haciendo mella del tiempo en sus incorregibles desmanes y suertes de perezoso.

Juliana es una mujer trabajadora y un tanto emprendedora, pero el ruido de aquellas innumerables batallas en su matrimonio habían hecho de ella una mujer muy mesurada y callada. No soporta las injusticias, las traiciones y mucho menos las mentiras. Y cualquier cosa de estas que viniesen de parte de Luis, mas que enojarla, la hacían sufrir. También, el paso de los años había dejado su huella en ella. Al menos eso era lo que mostraba su rostro, ademas de esa mirada perdida con la cual, se excusaba su cansancio.

Ya los dos hijos de estos, Carlos y Javier, se habían casado desde muy jóvenes, uno al año siguiente del otro, y tenían establecida sus vidas con sus parejas. Lo que en cierta medida, ayudaba a reducir el gasto familiar desde la partida de estos, según pensaba juliana. Pero aun y así, privaba en ella el pensamiento de que estas decisiones de ambos, un tanto apresuradas, habrían sido tomadas mas por el hecho de huir de casa, que por la viruela que produce el matrimonio o por el profundo amor a sus parejas. Ellos, siempre han sido muy hogareños y han amado mucho a sus padres, pero llevan apilados encima de si, un sin numero de insultos verbales y actos de violencia domestica que desde temprana edad les había tocado vivir en ese que fuera su hogar.

- No fue para esto que nos casamos hace ya treinta años - replicaba Luis para si mismo. El, se sentía agobiado, impotente y presionado. Se torturaba ahora que tenia el tiempo suficiente para pensar, y solo veía el horror que transformo su hogar durante muchos años. Sabia que no podía retornar al pasado y no era posible tampoco enmendar los errores cometidos. Una vez que el tiempo pasó, los hechos se hicieron irreversibles e implacablemente ya se habían cuadrado las cosas y cada quien ocupaba su lugar respecto a la vida de los demás y ya no había nada que se pudiera hacer. Eso era lo que mas le atormentaba, pues las cosas no salieron como él las esperaba y el resto de su familia ya tenia una manera distinta de ver las cosas. Y por esto, muchas veces Luis se sometió a si mismo por sus culpas, pero también fueron muchas las veces en las que le echo la culpa a su mujer.

Ya ni el amor, ni el significado de lo que en un principio fue su matrimonio y el nacimiento de sus hijos, lo salvarían del rechazo que sentiría venir de parte de sus seres queridos. Y muy a pesar de que su esposa aun le amaba y sus hijos le adoraban, él se daba cuenta de los limites de estos en darle trato alguno para tener alguna conversación, para abrazarlo e incluso hasta para mirarlo directo a los ojos. Y todo, por haber sido como fue en su vida matrimonial, lo que hoy le harían pagar con el precio del rechazo.

Un día, por consejo de un vecino, Luis empezó a caminar todas las tardes. Unos días, daba vueltas al vecindario, Y otros, cuando había juego de lotería, se dirigía en ruta del comercio de la zona y allí alcanzaba comprar un billete para la apuesta del día, opción que sería para si mismo, el final ideal de su tormentos, justificación de sus ansias, la nueva razón de su vida.

Para comprar la lotería, Luis tomaba unas monedas que tenia guardadas desde siempre en un pequeño baúl que estaba escondido en su armario, y que nunca necesito mientras estuvo trabajando, sino hasta ahora, que le era de utilidad para comprar cigarrillos, algún periódico y billetes de lotería. Así que todas las tardes, Luis cambiaba sus vestimentas por las de hacer calistenia para dar luego su habitual camita. Pero detrás de todo esto, existía un hecho muy en particular que en alguna forma hacia que Luis desahogara a diario sus amarguras, mas alla de lo que pudiera producir una caminata de veinte minutos, y era que cada vez, antes de salir, este se dirigía a su mujer, quien luego de haber trabajado todo el día en una tienda de flores, se encontraba en casa ocupandose de alguno de los quehaceres de aquel hogar, cosa que a él parecía no importarle pues siempre le repostaba con las siguientes dos palabras : - Te odio ! -  luego se marchaba de la casa para tomar su acostumbrada caminata. Juliana, solo se limitaba a bajar la mirada y se quedaba callada como muestra de una determinada indiferencia, costumbre ya en ese diario ritual. De hecho, en la mayoría de los días, ese era el único elemento de comunicación entre ambos, después de un "Te odio", bajar la mirada y hacerse la indiferente.

Pero llego el día en el que las monedas del baúl ya no alcanzaron para la buena suerte. Se habían acabado justo y cuando estaba en juego un gran acumulado para el premio mayor de la lotería . Hacia semanas que nadie ganaba y la cifra rodeaba el millón de dolares. Para cualquier jugador era un pecado en grado mortal no jugar ese día. Y para Luis esto fue un tormento. No hubo lo que no hizo por obtener mas monedas. Busco por todos los lados y en todas las partes de su casa, y encontrar monedas era difícil debido a la precaria situación económico en aquel hogar. Tanto fue su afán en la búsqueda, que lo venció el cansancio y hasta llego a desistir de la idea de salir a caminar ese día. Pero al ver el correr de las horas y la llegada de la noche, ademas de pasado su momento para ir a caminar, a Luis se le ocurrió dirigirse a su mujer quien planchaba una de sus camisas en ese momento, despojandose de su orgullo y en una forma mas decente que en cualquiera de los otros días para preguntarle :- No tienes un dolar que me prestes?   ella , cesó de su labor en por un segundo y un tanto sorprendida lo miro a la cara fijamente, y luego de una pausa y sin decir nada, se dirigió al sitio donde estaba su cartera, tomo un dolar del monedero, lo entrego a Luis y volvió de nuevo a su labor sin esgrimir palabra alguna, movimiento o expresión que pudiese dar lugar a pensamiento cualquiera de complacencia o contradicción. Luego, Luis en un acto irónico y en tono de burla como muestra de su predictible personalidad, le reposto: - Te odio - y luego se marcho enseguida a buscar su billete de lotería.

Fueron las once y quince de la noche cuando Luis desde su sillón llego a escuchar de la radio el resultado de los números ganadores de la lotería. Sorpresa que por un momento lo dejaría perplejo y sin aires despues de cotejar aquellos números con los de su billete, pues supo que se había convertido en el ganador de la noche, en el poseedor del premio mayor. Lo que desato en él la emoción y los gritos que luego se hicieron oír hasta la otra habitación donde se encontraba Juliana, quien presa de pánico no entendía lo que ocurría en aquel momento hasta que luego vio a Luis saltando de la alegría por tanta emoción desbordada. Solo Juliana llego a reaccionar cuando logro descifrar el significado de aquellos gritos de emoción que le decían:  - me gane la lotería!, me gane la lotería ! -luego, luis salto sobre ella , la abrazo y le grito nuevamente:  - Soy rico ! , soy rico !

La verdad es que no se sabe si fue el sigilo de la emoción de Luis, pero Juliana que a todas estas alturas, ya desde hace mucho tiempo se había acostumbrado al hecho de limitarse en generar razonamiento alguno ante las expresiones de su esposo, pero siendo que había notado en ese momento la falta de pluralidad en las expresines de  Luis al referirse a su nueva condición cada vez que esgrimía sus gritos, y ella, que en ningún momento antes, por alguna razón, habría lanzado al aire expresión alguna en cualquiera de los acontecimientos vividos con su pareja, hoy precisamente, aunque comprensible, sin recato alguno en vista de aquel ambiente de emociónes, tuvo el desatino de comentar a su marido debido a la incomodidad que generaba la singular expresión de este, lo siguiente :- Bueno Luis, imagino que ya no me debes odiar tanto, pues yo te di el dolar para comprar el billete de lotería -entonces, de repente y como si nada, Luis calmo sus emociones, y luego de hacer una pausa y ver a Juliana directamente a los ojos, dio la espada a esta y se dirigió hasta el lugar donde había dejado aquel billete de lotería, lo tomo y se lo llevo consigo para encerrarse luego en su baño. Y una vez allí, observo durante por unos minutos aquel billete, mientras Juliana desde afuera repetidamente le preguntaba:  - Luis , esta todo bien ? - pero sin respuesta alguna, solo el fluido de agua del inodoro fue el sonido que se dejo colar por las rendijas de la puerta del baño. Luego, Luis abrió bruscamente aquella puerta, paso por el lado de su mujer y en unos segundos le replico: - Nada mujer, sal de mi habitación, te odio! - Juliana, sorprendida y asumiendo que lo de la lotería había sido un invento de Luis con el solo proposito de martirizarla o gastarle una broma de mal gusto, se dispuso abandonar la habitación para volver a sus quehaceres de siempre, como si nada.

Luis sabia que aquel había sido el billete ganador de la lotería, pero no podía resistir el hecho de pensar que de alguna manera, debía conciliar con su mujer juliana y asumir que gracias al dolar que ella misma le regalo , él había sido el ganado de la noche. Así que fue en ese momento, mientras estuvo encerrado en su baño, cegado por el odio, cuando tuvo un maquiavélico impulso y decidió romper aquel billete para convertirlo en mil pedazos y tirarlos luego por las aguas del inodoro.

Esa fue, otra razón mas por la cual arrepentirse el resto e su vida.

Pedro Olmeta

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