Es indispensable tener pensamientos positivos
El pensamiento positivo consiste en aprovechar la sugestión, habilidad de la mente subconsciente para forzarla a seguir una dirección deseada.
Hemos dicho que la información pasa de la mente consciente a la subconsciente. La mente subconsciente no razona, no juzga si la información es correcta o errónea, razonable o absurda, veraz o falsa. Se limita a almacenarla como un esclavo fiel, sólo para suscitar, en estadio posterior, el comportamiento que se ajuste a la información almacenada.
Si quiere influir sobre nuestro comportamiento o nuestro rendimiento, tenemos que hacerlo a través de la mente subconsciente, y eso significa que hemos de escoger pensamientos nuevos, positivos, con los cuales alimentar repetidamente nuestra mente consciente, ya que los pensamientos repetidos se enraízan en la mente subconsciente.
Los pensamientos negativos repetidos influirán en ella negativamente, y los resultados negativos se materializarán en pensamientos, deseos e ideas que serán convertidos en realidad por la mente subconsciente.
Tenemos que romper ese circulo vicioso para dar lugar a un comportamiento positivo. La calidad de tus pensamientos determina la “calidad de tu vida”.
Como tú crees que eres, eso eres Considere la siguiente situación. Son las siete de la mañana y acaba de despertarse. Al abrir los ojos, su mente consciente se pone lentamente en marcha y empieza a pensar en el día que le espera. Piensa en la reunión en la que va asistir durante al mañana, donde habrá de confesar que ha sido incapaz de resolver un problema muy urgente. Para rematar la cosa, tendrá que enfrentarse por la tarde a un cliente bastante chinche. Todavía son las siete de la mañana. Nada ha sucedido aún, pero ya se siente de mal humor.
Puedo oír desde aquí sus indignadas protestas: “Me gustaría verlos en mi lugar, teniendo que tratar con ese montón de estúpidos, ineptos”. O bien: “Si usted es tan inteligente, ¿por qué no viene y recibe a mi cliente?”. Esta persona no muerde, pero ladra todo el tiempo.
Está bien, pero concédame un minuto. No niego que esa reunión sea difícil, ni que su cliente sea una persona poco tratable. Lo único que digo es que no se hace a sí mismo ningún favor añadiendo el mal humor a todo lo demás. Sólo le servirá para complicarle aún más las cosas. Cuando una persona se pone de mal humor, no se encuentra en las mejores condiciones.
Está tenso, irritable, y en consecuencia, es incapaz de controlarse. No logra concentrase, se siente paralizado y se deja invadir por el pánico.
Y claro está, la historia no termina ahí. A causa de su mal humor, se muestra gruñón durante el desayuno, lo cual no es lo más propio para con su familia. Después, se comportará con una cierta animosidad con sus compañeros de trabajo, que a su vez, comentarán sin duda su humor, irritándole más todavía. Por último, la reunión queda pospuesta para la semana siguiente, posiblemente lo peor que le podía ocurrir, ya que habrá de pasar otra semana preocupándose, hasta que por fin, se haya celebrado.
Y si esa reunión se hubiera celebrado ese día habría llegado a ella sin la menor energía, porque hubiese consumido toda la que tenía disponible en preocuparse. Supongo que ahora ya habrá caído en la cuenta.
Sí, eso es lo que pretendo decirle. Usted es el responsable por malgastar su energía de esa manera. No es el trabajo, es usted. Fue el pensar negativamente a primera hora de la mañana lo que le hizo tomar un camino equivocado.
No se puede hacer nada por evitar que se produzcan ciertos acontecimientos. Siempre habrá reuniones difíciles o clientes intratables, pero sí se puede hacer algo en cuanto al modo en que uno decide encarar esos acontecimientos.
Adoptando una actitud mental positiva, no solo se sentirá mejor interiormente, sino qué resolverá mejor la situación y, sobre todo, influirá sobre su ambiente en sentido positivo. A la gente le gusta estar y tratar con una persona tranquila, feliz y su actitud positiva reflejará muy pronto en la forma que lo traten los demás.
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