Los Hábitos Alimenticios Del Hombre
El hombre es una criatura viviente que se rige por las leyes naturales igual que los demás seres vivos que habitan este mundo. Estas leyes inmutables son las mismas que regulan el movimiento de los astros, las estaciones del año, la perpetuidad de las especies, y todo lo que tenga que ver con la maravilla de la creación.
Sin embargo, mientras los animales se guían por su propio instinto para vivir sano y morir de muerte natural al cabo de su ciclo de vida, el hombre civilizado ha venido trasgrediendo los mandatos de la Ley Natural dirigiendo su vida por un tortuoso camino de dolencias y enfermedades que termina por lo general con una muerte prematura y dolorosa.
Este dispar destino tiene su explicación en los hábitos alimenticios de cada especie, pues mientras los animales eligen el alimento que más les conviene guiados por su propio instinto, el hombre basa su elección en lo que le resulta más agradable al paladar sin tener en cuenta los dictados del instinto. Es así que a pesar de ser frugívoro por naturaleza, pues ha sido creado para ingerir principalmente frutas y verduras crudas que la naturaleza pone a su disposición generosamente, ha preferido desarrollar una cocina exquisita que cambió su integridad biológica y terminó por enfermarlo y acortar su existencia.
Las ventajas del régimen frugívoro son incuestionables según la medicina natural. Los que se alimentan exclusivamente de frutas y verduras son más sanos pues se rejuvenecen y vigorizan, se vuelven inmunes contra las enfermedades y su raciocinio es mucho más claro y despejado pues la sangre, libre de tóxicos, fluye con toda su pureza por todo el organismo irrigando con mejor savia las células nerviosas que actúan como disparadores de las facultades del alma.
Existe tal perfección en la Naturaleza que nada queda librado al azar. El orden natural establece que el reino mineral sustenta al vegetal y éste al animal. De ahí que no resulta conveniente consumir productos de origen animal como carne, leche, huevos, ni tampoco introducir al organismo sustancias minerales, como las drogas medicinales y productos farmacéuticos en general. Los frutos y vegetales proporcionan suficiente cantidad de alimentos preparados en los misteriosos laboratorios del reino vegetal, que chupan de la tierra el agua y sus minerales, y absorben de la atmósfera el anhídrido carbónico acumulando además energías solares, magnéticas, eléctricas, para ser luego enriquecidos “por la acción del sol divino en sus frutos dorados y plateados, graciosos, armoniosos, que vienen tras esos tejidos de seda llamados flores, que nos encantan con sus vivos matices y con su embelesado perfume”.
Definitivamente, la carne de los animales no ha sido destinada para alimento del hombre, en cuyo caso su aparato digestivo hubiese estado mejor preparado para ello; no tendría siete metros de intestino sino apenas un metro como lo poseen los animales carnívoros, para que pueda ser eliminada rápidamente. Es sabido que la carne fermenta y se descompone rápidamente por acción de la temperatura, generando gran cantidad de toxinas como la creatina, creatinina, cadaverina, etc., además de fiebre estomacal, gases y otras consecuencias que, además del daño general al organismo, llegan casi a incapacitar al Sistema Nervioso Central para actuar con eficiencia en las actividades intelectuales.
Es tanto el esfuerzo realizado durante el proceso digestivo de la carne, que se genera gran cantidad de temperatura estomacal, lo que implica una afluencia sanguínea exagerada hacia esta zona afectando la irrigación sanguínea a nivel cerebral, y hacia la epidermis afectando el transporte y eliminación de toxinas mediante el intercambio de metabolitos con la atmósfera a través de los poros de la piel.
Si el hombre hubiese querido hacer buen uso de su inteligencia y la capacidad de raciocinio que le fuera dotada por el Creador, se hubiese preguntado por ejemplo: ¿qué tienen los restos cadavéricos de un animal que no haya sido sacado del reino vegetal? Y le hubiera bastado con fijarse en la vaca, que proporciona carne, leche, queso, manteca, etc. y sin embargo se alimenta y mantiene su cuerpo simplemente con el canutillo del pasto.
Fuente del artículo: http://medicinanaturalonline.net
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