Las cosas del campo, José Antonio Muñoz Rojas
José Antonio Muñoz Rojas nació en Antequera (Málaga) en 1909. Poeta, ensayista y experto conocedor de la poesía inglesa, tradujo al español a John Donne o William Wordsworth, entre otros. Premio Nacional de Poesía en 1998 por su libro Objetos perdidos, obtuvo además el IX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2002.En 1951 publica su obra en prosa más conocida: Las cosas del campo, referencia indispensable de la literatura del siglo XX en lengua española y de la que Dámaso Alonso apuntó: “Has escrito, sencillamente, el libro de prosa más bello y más emocionado que yo he leído desde que soy hombre.”Hace poco, estando en la presentación de la novela de un amigo, charlando con gente que asistía al acto, se pidió la recomendación de algún libro de prosa poética. Me vino a la cabeza la inminente lectura de Las cosas del campo, pero como sólo lo conocía de oídas no me atreví a nombrarlo. Admito que sé de poesía lo mismo que de vino: cualquiera puede distinguir un vino excelente de uno mediocre. Sólo se necesitan papilas gustativas. Pues con la poesía me ocurre algo parecido. La poesía sostenida por el talento, la cultura y el lenguaje no necesita de más conocimiento técnico que sentir cuando se lee. Ella sola te hace estremecer, como quien recibe una sacudida y despierta de un sueño profundo.José Antonio Muñoz Rojas plasma el campo en un pequeño libro de poco más de cien páginas. El campo, la naturaleza, aglutinada en tamaño tan escaso pero expuesta al lector con tal perfección, sólo puede ser obra de un genio del lenguaje y la poesía.El ritmo de la vida rural acompasado por el experto conocimiento de cada estación, cuyo nacimiento barrunta el brote de una flor o la llegada al lugar de algún pequeño pájaro. El carácter de cada árbol, que, como el de las personas o los mismos animales, es distinto y así florece, pues no nace igual la flor de la tímida higuera que la del joven manzano. Y la gente del campo. Miguelillo el pavero; huérfano. La temporada de los zorzales ha terminado con la aceituna. Hoy no ha comido.Narciso el cantor. Con este nombre, madre ¿cómo no voy a cantar?Las amazonas. Más propias de un rancho americano del siglo XIX. Siempre armadas y cabalgando de noche. El Estado es un engaño de unos cuantos para sacar dinero a los infelices.Y Juanillo, y los hombres del campo. Y los jaramagos y la matalahúga. Las nubes y los álamos blancos. El verano, el ojiblancar y las abejas.Toda una experiencia. Un libro de viajes, de reposo, de aventuras. Un descanso para el alma que así, a pequeños sorbos, se mantiene viva.Si les preguntan por un libro de prosa poética, ya saben: Las cosas del campo.
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