Parque Nacional de Cabañeros, una visión personal
Entre las provincias de Ciudad Real y Toledo, ocupando 86 pueblos parte de su espacio protegido, el Parque Nacional de Cabañeros tiene entre sus principales objetivos la preservanción de especies animales y vegetales, viejos conocidos (¿o viejos desaparecidos?) como el lince ibérico, el águila imperial, el buitre negro o el abedul o el tejo.
No creo en el poder del Destino, aunque algunas cosas obligan a replantearse los principios filosóficos de cada cual. Una de esas cosas ocurrió aquí, en Cabañeros, cuando aún no era ni parque ni nacional. Ocurrió que, en 1988, gracias a los enormes esfuerzos de grupos ecologistas y de presión se consiguió parar la iniciativa que iba a convertir esta antigua finca de los señores de Montes de Toledo en un campo de entrenamiento militar. En lugar de ello se convirtió en Parque Nacional.
Y no sólo los grupos ecologistas lo iban a agradecer, sino que de ese modo se iba a salvar el ecosistema de Cabañeros, sus especies, su ritmo y su paisaje. La mano del hombre, sin embargo, se ha extendido sobre la región, aunque de manera moderada y sostenible. Sostenible porque la conservación faunística y vegetal sigue siendo de su responsabilidad; moderada, porque el conjunto de empresas de turismo activo y gastronómico ha conseguido frenar los impulsos propios del mercado para que el Parque Nacional siga contando con apoyos, visitas y beneficios para todas las especies. Los empresarios ganan dinero, los visitantes conocen el paisaje y lo disfrutan. Los animales siguen vivos.
Este equilibrio, en los tiempos que corren, merece, al menos yo lo creo así, reconocerle los méritos a quien le corresponda, empezando por aquellos grupos ecologistas que sin cambiar nada consiguieron mantenerlo todo, que es mucho más que un cambio. Por otro lado, por último, los habitantes pueden dedicarse a otros oficios, pueden rechazar centrales nucleares que les ofrezca un futuro y pueden, también, habilitar sus propiedades para convertirlas en casas rurales y contribuir así al desarrollo del turismo rural en Ciudad Real y Toledo. Todo un mérito.
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