Vender, un verbo que todos debemos conjugar (tercera parte)
Esta es la tercera parte de una serie a la que hemos titulado "Vender, un verbo que todos debemos conjugar" te invitamos a leer las publicaciones anteriores y las que próximamente serán publicadas
El secretario había pasado la tercera página de su mamotreto. Estaba exaltado y la multitud enardecida lo aplaudía a rabiar. Abajo los vendedores gritaban frenéticos: ¡Muera la dictadura de los charlatanes!
-Señoras y señores, continuó el secretario, a quien solo le quedaba una página del discurso en la mano. Amigas y amigos. Compañeras y compañeros de congoja ¡Ni un paso atrás! ¡Reivindiquemos los derechos de los no vendedores! ¡Unidos venceremos! Separados nos vencerán. ¡Siempre adelante!
El auditorio estaba en éxtasis. Todo el público se encontraba en pie aplaudiendo el discurso del secretario y lanzando vivas a la Unión Internacional de los no vendedores. Cada uno saludaba a los demás como si fueran sus hermanos del alma. Y todos estaban de acuerdo en un sentir común: nunca por nada del mundo serían vendedores.
El secretario recogió sus papeles del atril y regresó a la mesa principal donde recibió un abrazo efusivo de quienes se encontraban allí. El presidente fue quien lo saludó con el mayor afecto mientras hacía comentarios elogiosos sobre la espléndida pieza oratoria que todos acababan de escuchar.
Poco a poca la calma iba retornando al salón, pero fue necesario el oprimir nuevamente el botón del timbre para lograr un silencio total.
-Queridos amigos y amigas a partir de este momento vamos a concederles a ustedes la oportunidad de comentar sus experiencias y de exponer sus ideas -dijo el presidente, poniéndose en pie por primera vez en la mañana- . -Vamos a poner todo en orden. Cada quién tendrá la oportunidad de hablar, pero les ruego hacerlo en orden para que podamos tomar fiel nota de lo que ustedes digan. Quien desee hablar puede levantar su mano derecha, el secretario los anotará y así podrán hacer uso de la palabra en el en su respectivo turno.
El secretario se dispuso a escribir los nombres de quienes harían uso del derecho a hablar. Tomó su lapicero dorado de fina marca en la mano derecha mientras su mirada recorría el escenario, esperando ver las manos levantadas. Pero nadie se movía. Cada uno rehuía al secretario clavando su propia mirada en el suelo o en alguno de los papeles de su carpeta.
Los ojos del secretario buscaron lo del presidente. Se miraron mutuamente y descubrieron su reciproca preocupación. Nadie quería hablar y si nadie hablaba la asamblea no podría continuar. Se acabaría ahí mismo, tristemente sin que los espíritus rebeldes de los no vendedores se dieran a conocer del todo. La mano del presidente iba a oprimir nuevamente el botón del timbre, pero el secretario lo detuvo;
-Ese timbre es para hacer callar a la gente. No para hacerla hablar, le dijo.
Alejandro Rutto Martínez es administrador de empresas y periodista. Instructor del Servicio nacional de Aprendizaje SENA y docente universitario de pre grado y postgrado. Ha cursado las siguientes tres especializaciones:
Administración de Programas de Desarrollo Social Especialista en Desarrollo Humano y Orientación Educativa Especialista en Docencia UniversitariaEs autor de los libros: Si mañana fuera Hoy, Breve mirada a la inmensidad, Instantes de eternidad y Aunque tiemble la tierra y se desplomen los cielos. Coautor además de los libros Renata Guajira 2007, Cuentos que no son cuento y Palabra y residencia.
Ganador de los siguientes premios:
Concurso de periodismo Cerrejón 2.008 y Cerrejón 2.009 en la categoría internet Concurso de Periodismo Eficiencia Energética 2009, Categoría Digital Concurso departamental de periodismo cultural, categoría televisión como libretista del documental “El mar de los apalaanshi”Distinguido con la medalla Luis A. Robles por la asamblea departamental en diciembre del 2.008
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