El anillo mágico
Esa noche soñé que caminaba por unos parques verdes y extensos. Se sentía mucho calor pero nevaba, miraba mi mano y tenia un hermoso anillo hecho de piedras preciosas y plantas vivas, sabía que era una argolla de bodas porque la portaba en el dedo anular de la mano izquierda, de pronto comenzaba a escuchar unos susurros deliciosos, no podía detectar de dónde venían, me percaté que lo que oía eran los pensamientos del anillo que me susurraba al oído, me profetizó que mis proyectos se cumplirían exitosamente y que en el futuro inmediato sucederían acontecimientos enigmáticos.
Luego comencé a tele-transportarme sin ton y son por todos lados, como si fuera de un sueño a otro. De pronto me dejaba caer de un edificio y en lugar de chocar contra el suelo emprendía el vuelo por los aires, luego aparecía en una pista de baile con Einstein o sumergida debajo del océano sentada sobre una ballena, de repente mi sueño se desvaneció a blancos.
Desperté relajada, como si hubiera estado en un spa. Tomé una ducha y dos bisquets con mantequilla. Más tardé en pensar en el despacho donde trabajo que en estar ahí. ¿Podrá ser esto posible?, atendí un par de llamadas, colgué apresurada para comprobar mi hipótesis.
Pensé en una imagen muy clara, La Blanquita, el rancho de mi padre donde crecí, en Los Altos de Jalisco y ¡pum! aparecí sentada en un equipal en la terraza de la casa frente a las chivas y las vacas. Sonreí aun incrédula, después solté unas risitas acompañadas con un yiiiiiiiiija, extendí la mano izquierda frente a mí, obvio no tenía la argolla en mi dedo anular, pero sí una sombra tornasol, el rastro de su presencia. Estiré mis brazos largamente y los coloqué detrás de mi cabeza para disfrutar.































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