La gastronomía, una buena razón para pasar las vacaciones en Mendoza
La provincia de Mendoza sorprende por su refinada oferta gastronómica. Una propuesta donde se fusionan en perfecto equilibrio los sabores más autóctonos y tradicionales con la más sofisticada vanguardia. Comer es otra experiencia sumamente atractiva para el turismo en Mendoza. Algunos dirán que tanto como sus hermosos paisajes. Y puede ser que tengan razón.
Sin lugar a dudas, Mendoza es sinónimo de vinos, por lo que una visita obligada es visita a alguna de las principales bodegas para conocer desde adentro el mágico proceder que da nacimiento al vino. Desde el proceso de recolección de las vides hasta el casi místico reposo de los vinos en antiguos y aromáticos toneles de roble, el turista puede ser, más que testigo, partícipe activo de esta antiquísima y preciosa transformación. Las visitas a las bodegas se han sofisticado al punto de que hasta es posible sobrevolarlas en globo aerostático, para apreciar su belleza en su justa medida.
Y todas, naturalmente, incluyen catas y degustaciones de productos típicos.
Asimismo dentro de una bodega se destaca 1884, uno de los restaurantes más premiados de la Argentina. Creado por el prestigioso chef Francis Mallmann, 1884 es precursor en el arte de combinar lo mejor de las sencillas técnicas culinarias autóctonas con la más refinada vanguardia gastronómica, en un entorno que respeta el primitivo encanto de la antigua construcción original de la bodega enriqueciéndolo con detalles modernos cuidadosamente elegidos.
Otra interesante excursión para realizar en Mendoza es la visita a una fábrica de aceite de oliva. Un paseo que permite conocer otra cara de la producción agrícola mendocina, no tan conocida pero igualmente reconocida a nivel mundial. Un mundo aromático y pleno de intensos sabores en el que vale la pena sumergirse de lleno.
Mendoza tiene su toque personal para todo. Así es como la estrella del tradicional asado criollo no es allí la carne de vaca, sino el chivito a las brasas. Dicen los que saben que para degustar un chivito al asador como nunca antes se ha probado hay que llegarse hasta Malargüe, en el extremo sur de la provincia. Un departamento cuyos chivitos asados gozan de tanta fama que cada año se celebra allí, durante el mes de enero, la Fiesta Nacional del Chivo, un verdadero imperdible gourmet del turismo en Mendoza cuyo nombre exime de mayores explicaciones. Y, ciertamente, hace agua la boca…
Jorge Alberto Guiñazu
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