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De la Utopía a la EUTOPÍA

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“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.” (Eduardo Galeano)

 

A pesar de haber tenido múltiples profesores en mi vida académica no llegan a la media decena aquellos a los que considero maestros; tal vez no se deba a la falta de autoridad y conocimiento en las respectivas materias de quienes en su día me dieron clases sino, más bien, a la severidad con que juzgo yo a mis antiguos docentes.

Luis Fernández Augusto es uno de los pocos instructores a quienes sigo considerando Mi Maestro y no sólo por ser, acaso, uno de los mayores expertos en marketing de España ni por su reconocido prestigio como economista sino por añadir, a los mencionados méritos, unas cualidades extraordinarias para la docencia, una generosidad de espíritu y una vocación indefinida de padrinazgo hacia quienes hemos tenido la fortuna de habernos formado bajo su tutoría.

Pues bien, por una vez y sin que sira de precedente, me atreveré a discrepar de Mi Maestro Luis Fernández: Él afirma que “nos encontramos en el inicio de un cambio de ciclo tal y como sucedió en la crisis del 29” mientras que yo sostengo que no es el final de un ciclo sino que estamos ante el final de un modelo económico. Pienso que el actual arquetipo neoliberal ha fracasado y que cualquier medida que se adopte no pasará de ser tratamiento superficial de una herida tan profunda que no responde a terapias paliativas; la estructura económica capitalista, heredera de las tesis desarrolladas por Adam Smith en su “Teoría de los sentimientos morales” está clínicamente muerta y no sólo afecta a una parte de nuestro organismo sino que la metástasis amenaza con destruirnos como sociedad. El problema es mucho más profundo que el del mero agotamiento de un sistema económico, es más, a mi juicio, lo que ha naufragado es el propio sistema político del liberalismo de Jean-Jacques Rousseau y de su obra “El Contrato Social” de la que se derivan todas las constituciones de los países que, en la actualidad, se autodenominan democracias.

Así las cosas deberíamos reflexionar sobre cuáles son los recursos de los que disponemos y el por qué son tan escasos o, lo que viene a ser lo mismo, deberíamos redefinir la economía porque el modelo dominante ha hecho posible que la gente no sea capaz de concebir, si quiera como posible, otra realidad económica es decir, el grueso de la población occidental cree que economía, mercado y mercado capitalista son una misma cosa.

El actual marco económico a nivel internacional adscrito desde mediados de los 80 a la doctrina más salvaje del capitalismo representada por la “Escuela de Chicago”  y por las tesis de los economistas George Stigler y Milton Friedman (a los que, a mayor abundamiento se les premio con el Nobel de Economía) consagra el dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción dando lugar a una relación jerárquica de funciones entre el empleador y el empleado, establece que los recursos invertidos por los prestadores de capital para la producción económica deben estar en manos de las empresas y personas particulares que los adquieran y de esta forma a los particulares se les facilita el uso, empleo y control de los recursos que utilicen en sus labores productivas, de los que, a fines empresariales, podrán usar como mejor les parezca. Asimismo, el capitalismo bendice el “Cálculo Económico” es decir,  la libertad de las empresas para conseguir recursos económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio y la libertad, también para escoger el negocio que deseen desarrollar y el momento para entrar o salir de éste. Basa sus reglas de juego en la “Competencia” entre un gran número de empresas o personas que ofrecen y venden un producto en un mercado determinado en el que, a su vez,  existe un gran número de personas o empresas que compran o demandan esos productos o mercancías. A través de la competencia se establece una rivalidad entre los productores que anhelan acaparar la mayor cantidad de consumidores/compradores para sí en unos mercados regulados por las “Leyes de la Oferta y la Demanda” responsables de fijar los precios según los cuales se intercambian las mercancías y de asignar los recursos y la distribución de la riqueza entre los individuos.

Ante el fracaso del modelo económico marxista, la maquinaria informativa mundial del sistema capitalista mediante su control de los medios de comunicación a través del denominado “Lobby Judío” del CFR(CNN, CBS, NBC, The New York Times, The Daily Telegraph, Le Figaró, The Economist, The Wall Street Journal, Le Monde, The Washington Post, Time, Newsweek, US News & World Report, Business Week… etc.) ha adoctrinado a la población mundial con el dogma de no existir otra economía que la capitalista; el CFR conforma un poderoso centro de análisis y planeamiento geopolítico y estratégico del capitalismo imperial sionista en sus fase trasnacionalizada y globalizada que también controla la formación académica de las más prestigiosas universidades de las que proceden la mayoría de los profesionales que cubren los puestos clave de la administración estadounidense, incluyendo los cargos más relevantes en sus fuerzas armadas (Harvard, MIT Massachussets Institute of Technology, Columbia, Johns Hopkins, Princeton, Yale, Standford y Chicago, entre otras). Quienes piensen que este articulista reinventa algo así como “la vieja confabulación judeo-masónica” tantas veces esgrimida durante la Dictadura franquista no tienen más que adentrarse en el CFR (Consejo de Relaciones Exteriores) y apreciarán por sí mismos que se Trata una poderosa organización centralizadora del capitalismo trasnacional a nivel planetario, de muy bajo perfil público, y de alta efectividad, integrada por unos 3.600 miembros del más alto nivel, prestigio e influencia en sus respectivas disciplinas y ámbitos de poder, tanto en los EE.UU. como en la Unión Europea con el propósito de vertebrar un capitalismo sionista trasnacionalizado expresado en el dominio abrumador de un reducido número de empresas multinacionales de dimensiones gigantescas, mayores que Estados, sobre la producción, el comercio y las finanzas mundiales, que implica modificaciones de todo tipo, en la economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc. Este capitalismo sin fronteras se asienta en dos pilares fundamentales: la especulación financiera informatizada (con asiento territorial en Wall Street) y la tecnología militar-industrial de última generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el Complejo Militar Industrial de los EE.UU.)

Pero la pregunta debe ser, más allá del capitalismo globalizado, injusto e inhumano ¿existe vida?. Yo creo que sí y voy a tratar de esbozarla aunque que ya la definía de manera extraordinaria Emmanuel Mounier en 1.935 en su obra “Revolución Personalista y Comunitaria”: “la economía está destinada para servir al hombre, y no el hombre al servicio de la economía”.

El economista Jorge Arturo Chaves (con quien tengo el honor de compartir página en el Foro “Portal de Economía Solidaria”) sostiene que “Lo que interesa señalar es que hablar de economía solidaria apunta a una realidad que existe, que va creciendo, a la que se invita a fortalecer, y para nada se trata de un planteamiento utopista, en el sentido peyorativo del término, ni de un modelo teórico concebido acuciosamente en un ordenador y que habría que ir realizando por etapas, deduciendo los pasos a seguir”.

Una alternativa de Economía Solidaria, de Economía Popular, o de Economía Personalista (cualesquiera de los nombres me satisfacen) debe basarse en el ser humano como eje único del sistema, una administración, producción y reparto de la riqueza en la que el núcleo central sea el trabajo del hombre y la sociedad y no el capital y los accionistas, donde los valores de competencia y maximización de ganancia del mercado sean supeditados a otro tipo de valores como los de la solidaridad y la cooperación, un modelo que permita a los sectores más desfavorecidos acceder a otras formas de organización empresarial bajo el principio de la participación -en contraposición al del libre mercado y la competencia-, una modelo que no mida el éxito empresarial en función de sus resultados económicos (pese a que estos son una condición indispensable para el mantenimiento de la actividad económica) sino, sobre todo, por su contribución en términos de solidaridad, y cohesión social. Ya  en 1.944 Karl Polanyi decía en su obra “La Gran Transformación: Crítica del Liberalismo Económico” que “la propiedad privada es legítima si se entiende como la relación del hombre con sus entornos natural y social y del intercambio necesario para proveerle de los medios para satisfacer sus necesidades “. Años atrás, José Antonio Primo de Rivera afirmaba que “la propiedad es como una proyección del individuo sobre sus cosas. En tanto es propietario, en cuanto puede tener esas cosas, usarlas, gozarlas, cambiarlas… Pues bien,: este gran capital, este capital técnico, este capital que llega a alcanzar dimensiones enormes, no sólo no tiene nada que ver con la propiedad en el sentido elemental y humano sino que es su enemigo”. Y el ya citado Mounier quien definía del siguiente modo la propiedad privada: “el propietario está poseído por sus bienes, vive más pendiente de su protección que de su posesión. Lo más característico de esta propiedad es que hace recaer toda su atención no en el uso de lo propio, sino en la posibilidad jurídica de poder privar a otros de su disfrute.”

Conviene resaltar que estamos hablando en términos de difícil comprensión desde la actual mentalidad del ser humano absolutamente confundido por unos valores de individualismo y materialismo difundidos diariamente desde las escuelas, las universidades y los medios de comunicación.

La Economía Solidaria no pretende salvar al capitalismo de su crisis sino que intenta plantear una alternativa de construcción de otro modelo económico que incorpore iniciativas radicales y transformadoras tanto en el sector público como en el privado. Vayamos con algunas de las propuestas revolucionarias que se están llevando a cabo o que podrían acometerse.

El dinero: El dinero es un instrumento y cuando, de forma generalizada, se convierte en un fin en sí mismo, las sociedades enferman moralmente, dando lugar a importantes injusticias sociales. El dinero no es neutro y ha perdido el contacto con las necesidades humanas. El dinero, que nació como instrumento con el que comprar y vender ha pasado a acumularse en manos de unos pocos, a moverse virtualmente por todo el planeta o a financiar gobiernos, guerras y empresas en contra de los propios ciudadanos. Nació para estar al servicio de las personas y se ha terminado convirtiendo en una cárcel para casi todos y el instrumento de poder de unos cuantos. El proceso de globalización al que asistimos se fundamenta en la movilidad del capital, un capital muchas veces radicado en paraísos fiscales y que además es el que decide qué actividades son merecedoras o no de su inversión; así las cosas, el dinero no contribuye a generar empleo y riqueza colectiva. Ante esto aparecen las Monedas Sociales, un intento de recuperar el espíritu para el que nació el dinero, lejos de los históricos procesos de acumulación, permitiendo generar riqueza y desarrollo, y considerándolo como un mero instrumento para alcanzar mayores cotas de bienestar. No es cierto que exista una carencia de materias primas, en La Tierra existen recursos suficientes para todos y son las instituciones económicas y el propio sistema quienes impiden que todos los seres humanos tengan acceso a los mismos. Por ello las Monedas Sociales plantan cara a la injusticia, la especulación y el desarraigo del dinero convencional desarrollando un sistema paralelo y complementario destinado a reequilibrar la relación del hombre con los recursos naturales y una justa redistribución de la riqueza. Estas “paramonedas” con distintos modos de desarrollo han venido experimentándose desde “La Gran Depresión” con mayor o menor fortuna a lo largo y ancho de todo el planeta y, en la actualidad, recobran fuerza con el impulso de algunos reconocidos economistas de fama mundial. Uno de los ejemplos decanos ymás reconocidos de Monedas Sociales es el Wir , iniciado en 1.934 en Zurich (Suiza), por un grupo de personas alentadas por Paul Enz y por Werner Zimmermann que crearonel Círculo Cooperativo de Apoyo Económico Mutuo, inicialmente surgido como una cooperativa que promovía el préstamo sin interés y compensado por unos bonos Wir que posteriormente podrían ser negociados y que sobrevive casi 80 años después con más de 100.000 miembros y con un movimiento de más de 2.000 millones de euros. El LETS (Local Exchange Trading System)y el Time Dollar son otras conocidas experiencias de Monedas Sociales que están surgiendo en  Estados Unidos, Canadá, México, Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina Australia, Nueva Zelanda, Francia, Reino Unido, Países Bajos y Bélgica con cerca de2.000 sistemas de Monedas Sociales. Recientemente han llegado a España (el ECO en Tarragona y la Grama en Santa Coloma de Gramanet son algunos ejemplos de desarrollo de las Monedas Sociales en nuestro país). Se trata, en  definitiva de una alternativa como sistema complementario a la moneda oficial, con un tipo de interés muy bajo o nulo asociado a la moneda local, que nacen para fomentar el rédito inicial del intercambio y que es controlada por la propia comunidad que lo desarrolla, que fija límites de acumulación para evitar la desigualdad de la riqueza, que no puede padecer inflación porque adecúa la economía monetaria con la economía real. Las Monedas Sociales promueven una economía de vecindad y, por ende, propician una mayor redistribución de la riqueza, fomentan el desarrollo de un comercio justo, evita que el dinero que genera la comunidad salga fuerade la propia comunidad… etc.

El sistema financiero:  En palabras del todopoderoso Presidente Obama “Esta crisis tiene un culpable claro: la banca. Lo que nos ha metido en este lío han sido los riesgos exorbitantes asumidos por los bancos en títulos dudosos con el dinero de otros". El Teólogo de la Liberación Leonardo Boff afirma que “Es una ilusión pensar que los que han producido la crisis, tienen la llave de su solución. Ellos proponen más de lo mismo: más producción, más fertilizantes, más productos genéticamente modificados, más mercado no para saciar el hambre sino para hacer más dinero. Ninguno piensa en colocar más dinero en las manos de los hambrientos para que puedan comprar comida y sobrevivir. Pueden morir de hambre delante de una mesa repleta a la cual no tienen acceso”. La reflexión que cabe hacernos es si la banca es un mal necesario o si de ningún modo se puede concebir una alternativa económica al margen del actual sistema bancario. También aquí entiendo que debe haber una alternativa ética y viable. Decía mi paisano Joan Fuster que "La Economía o la hacemos nosotros, o será hecha contra nosotros”. Pero con independencia de la poderosa razón de la frase fusteriana lo que resulta innegable es que el dinero es imprescindible y que con el dinero se construyen realidades, sirve apoyar guerras, para mantener regímenes dictatoriales, para enriquecer a desalmados, para incrementar las grandes desigualdades sociales… e incluso para generar gravísimas crisis económicas como la que atravesamos y cuyo impacto humano es de todo punto de vista incalculable. La situación del actual sistema bancario es la de la especulación, las burbujas, las quiebras, las intervenciones públicas, la necesidad de apoyo estatal a grandes grupos financieros... Todos los expertos coinciden en la necesidad de revisión del actual sistema de financiación y ahorro pero pocos se atreven a aventurar cómo hacerlo y cuáles serán las características del nuevo modelo. En consecuencia el objetivo altermundista no puede ser otro que el de crear un nuevo orden económico mundial que supere el modelo unipolar actual que da la supremacía al mercado pero, ¿qué hacer mientras tanto, cómo conseguir que esta declaración no quede en demagogia populista o en meras aspiraciones utópicas?. En este contexto de redefinición del sector, un grupo de entidades están ganando presencia y se configuran como uno de los actores a considerar: La Banca Ética. En países como Alemania, Italia, Holanda y Estados Unidos el segmento de Banca Ética ha mantenido en los últimos años ritmos de crecimiento anuales superiores al 25% en base social y actividad, que contrastan con los ajustes en el sistema bancario tradicional.  Un dato más que significativo: mientras las entidades financieras se han desplomado en todo el mundo y los bancos y cajas han acudido al amparo de sus respectivos gobiernos, la Banca Ética ha crecido en términos generales. La disparidad de este movimiento está totalmente relacionado con el tipo de inversiones de uno y otro sector. Mientras que la banca tradicional financiaba el ladrillo y crecía sobre la especulación de las hipotecas, la banca ética se afianzaba, alejada del negocio inmobiliario y los préstamos al consumo. La Banca Ética surge como oposición y alternativa al modelo financiero dominante en lo que ha venido a autoproclamarse y sus orígenes se remontan a finales de los años 60 cuando determinados colectivos sensibles a valores como la justicia, la ecología, la cooperación, la solidaridad... empezaron a cuestionarse ¿dónde se están invirtiendo nuestros ahorros?, ¿qué actividades se están financiando con nuestro dinero? descubriendo que éstos iban destinados a sufragar proyectos o causas contra las que diariamente ellos luchaban (asociaciones de médicos que descubrían que estaban invirtiendo en empresas dedicadas a la producción y distribución de tabaco o a la elaboración de fármacos ilegales, grupos cristianos que se enteraban que sus ahorros contribuían a financiar material bélico… etc.). La Banca Ética en definición de Marta Iglesias-combina la rentabilidad económica de un banco tradicional, con unos valores a la hora de mover el dinero del que dispone. Normalmente sólo conceden préstamos a proyectos viables y a la vez sostenibles con el medio ambiente, o a personas que no tienen aval económico... Muchos determinan también los negocios a los que no van a dedicar dinero como comercio de drogas, tabaco, alcohol y armas, empresas de juego, explotación laboral y trabajo infantil. Entre sus valores fundamentales figura la transparencia como uno de los más importantes: cada cliente puede saber a dónde va cada euro del banco, con lo cual se asegura de que sus ahorros no financian operaciones indeseadas. Después cada banco tiene sus características propias, porque la banca ética no es uniforme pero, la Banca Ética suele caracterizarse por financiar proyectos con alto contenido social o medioambiental: respeto a los derechos humanos, educación, protección del medio ambiente, energías renovables, propulsión alternativa, ocupación laboral de discapacitados, desarrollo de proyectos en el Tercer Mundo, concesión de microcréditos…etc. Otra característica de la Banca Ética suele ser una mayor democracia y participación en la toma de decisiones internas; algunas de ellas, incluso, están constituidas como cooperativas.

Los medios de producción:

La propiedad privada sobre los medios de producción significa, inevitablemente, la explotación del hombre por el hombre en una sociedad escindida en dos clases: la de los explotadores y la de los explotados. Este modelo capitalista, donde la propiedad privada sobre las medios de producción alcanza su máximo desarrollo, produce como valor mercancías que son propiedad privada de individuos. A medida que el capitalismo se ha ido desarrollando, la propiedad privada de los capitalistas se ha ido concentrando, fundamentalmente, en los medios de producción y en el beneficio generado sobre  los productos del trabajo. Así, los monopolios capitalistas más importantes en la industria, en la banca, en la agricultura y en el transporte poseen capitales gigantescos y son los dueños y señores de los destinos de la economía de nuestra sociedad. El desarrollo de las fuerzas productivas contemporáneas, cada vez más sociales por su carácter, tropieza con los estrechos marcos de la propiedad capitalista privada. La anarquía de la producción generada de la no intervención del Estado en la política productiva ha desnivelado la balanza de producción/ demanda generando una superproducción que no tiene salida a los mercados como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo de las masas trabajadoras y el dramático incremento del desempleo apareciendo una tercera clase social, la de los parados que, en un futuro no lejano, podría enfrentarse a la de los trabajadores que deben mantener las políticas de subsidio. Así las cosas, existe una necesidad imperiosa, una urgencia ética de plantear una alternativa económica, política, social y pedagógica que haga posible que el pueblo pobre se organice, frente al sistema. Esta alternativa deberá elaborarse, principalmente, a nivel económico y político con repercusiones en lo ideológico y en lo pedagógico. Hay una dignidad que nace del compromiso moral por causas universales, como la defensa de los derechos humanos, especialmente de los más desfavorecidos, la lucha contra el deterioro de las condiciones de laborales, contra el desempleo y otras causas que se refieren directamente a unas situaciones históricas de injusticia social. El propio Juan Pablo II, que oficialmente se distanció de la Teología de la Liberación,  tuvo un cambio sorprendente en su discurso tras su paso por América Latina y de una actitud inicial de desconfianza hacia esta propuesta teológica progresista pasó a demostrar  un apoyo sorprendente y entusiástico. En Chiapas manifestó “Hay queobrar pronto y en profundidad. Hay que poner en práctica transformaciones audaces. No es justo, no es humano, no es cristiano continuar con ciertas situaciones claramente injustas. Hay que poner en práctica medidas reales, eficaces a nivel local, nacional e internacional. Hay que llamar por su nombre a la injusticia, a la explotación del hombre por el hombre, a la explotación del hombre por parte del Estado, de las instituciones, de los mecanismos de los sistemas económicos». La primera opción que se me plantea como práctica, a corto plazo es la Economía Social. El propio Parlamento Europeo ha instado a los estados miembros a “tener en cuenta a la Economía Social, así como a la diversidad de todas las formas de empresa en las futuras políticas de empleo. Las empresas de Economía Social son un actor importante en la creación de empleo”. Podríamos definir lala Economía Social como el conjunto de agentes que se organizan en forma de asociaciones, fundaciones, mutuales y cooperativas, en las que prevalece el trabajo por sobre el capital. En España, la Economía Social  aporta casi dos millones y medio de puestos de trabajo en 48.000 empresas que facturan el 10 por ciento del PIB y se agrupan enla Confederación Empresarial Española de Economía Social. Mayoritariamente se trata de Cooperativas, Sociedades Laborales, Mutualidades. Empresas de Inserción, Asociaciones de Discapacitados y Cofradías de Pescadores.

Pero, desde mi punto de vista, aún resulta insuficiente. Cuando lo que se pretende es ofrecer una alternativa al modelo neoliberal imperante basada en la reciprocidad y en la concepción del hombre como eje del sistema, no se trata sólo de aspirar a una residual presencia de una alternativa laboral con una mayor dosis de sensibilidad social sino que se aspira a pensar y hacer economía de otra manera, a demostrar que es compatible la competitividad con situar a la persona y al colectivo de trabajadores en un primer plano convirtiéndose en un medio eficaz para lograr la estabilidad y el pluralismo de los mercados económicos. Hablo de crear Empresas Autogestionadas  generadoras de empleo y que resuelven crisis sectoriales o territoriales gracias a su capacidad colectiva de reaccionar frente a los problemas sociales. Hablo de empresas que potencian el espíritu emprendedor de las personas y la participación en la gestión. Hablo de empresas comprometidas con sus territorios, no deslocalizándose de donde nacieron, que crean en “lo local”, desde los problemas surgidos en él, y respondiendo a éstos con soluciones rentables y justas. Hablo de construir empresas que sean auténticas “escuelas de democracia” y que vengan a generar una sociedad más equitativa, que integre a personas con problemas de reinserción laboral, parados de larga duración, mayores de 45 años, jóvenes en busca de su primer empleo, mujeres, personas  con discapacidad, personas en riesgo de exclusión social. Para hacer  posible ese modelo de Empresas Autogestionadas se tendría que pensar en un marco institucional diferente al actual y en un cambio en la concepción política de la gente; no se puede entender la democracia como el punto de llegada sino como el punto de partida de toda trayectoria histórica que conduzca hacia la erradicación de la explotación y la dominación. Por tanto, no es posible una “economía alternativa” una aparición de Empresas Autogestionadas eficaces, rentables y competitivas sin un comprometido apoyo institucional del Estado que debe intervenir sin complejos en la política económica y productiva y favorecer el desarrollo de este modelo de creación de puestos de trabajo. No se trata, pues, de destruir a cañonazos el actual sistema ni de una toma guerrillera del poder político, ni por la estatización de los medios de producción sino por la socialización del poder político, es decir, porque el poder político asuma su obligación de intervenir de forma decidida y eficaz para contribuir a una transformación social que favorezca una sociedad más justa para todos los ciudadanos. No puede haber Empresas Autogestionadas sin la adopción de medidas gubernamentales destinadas a favorecer este modelo productivo, sin políticas de promoción a la economía solidaria.

Soy incapaz de mejorar la definición que Daniel Jover sostiene en referencia a la actual situación: “La crisis no es solamente económica-financiera, es también de sentido existencial y de fundamento ético de nuestra civilización: constituye el epicentro del seísmo sistémico ya que no se sabe el rumbo y la orientación que debe tener la superación del actual modelo. Y de este modo, nos quieren hacer creer que esta crisis es huérfana y que no tiene genealogía. Pareciera que no existen responsabilidades colectivas ni individuales. Como si resultara fruto de la casualidad y la fatalidad. Un ligero incidente no previsto. Un fenómeno meteorológico natural y cíclico como el pedrisco. Sin embargo pensamos que es necesario situarla con el contexto de una crisis sistémica de civilización donde el factor financiero solo es la parte visible de un gran iceberg sumergido en el oscuro océano del miedo y la incertidumbre provocada por la combinación de tres alienaciones simultáneas: los dogmas del crecimiento, del consumo y del trabajo como absolutos”.

por Josele Sánchez

joselesanchezjuan@gmail.com

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