El Duelo
A lo largo de nuestra vida, se dan momentos de acercamiento y retirada, de nacimiento y de muerte, uno de los acontecimientos más difíciles a los que nos enfrentaremos.
La muerte normalmente se vive como una pérdida de lo querido y la asociamos a dolor, enfermedad, vejez, soledad, vacío, descontrol…
Normalmente y sobretodo en Occidente acostumbramos a vivir con el tabú de lo que la muerte representa y es fácil que se intente apartar el tema, se mienta e incluso se oculte provocando un vacío que asociaremos a ella. Es por ello muy habitual no poder afrontar situaciones de duelo, o relacionarnos con alguien que se está muriendo debido a que no sabemos reaccionar y pretendemos minimizar el tema sin darnos cuenta que con ello no contribuimos a su superación.
Las religiones que asocian la muerte al miedo y los casos más sensacionalistas e imágenes que brindan los medios de comunicación también contribuyen a que pensemos que es algo horrible y ajeno que sucederá a los demás.
Las personas creamos vínculos y dependiendo de éste viviremos de una forma u otra la pérdida de un ser querido, cuando se rompe nos queda la frustración y como consecuencia la rabia y la tristeza. Lógico, ya que deseamos algo que ya no podemos obtener.
El dolor se hace evidente y los sentimientos comienzan a emerger. Y es necesario sentirlos, ya que la angustia, el vacío, la rabia y la culpa son sanadoras, si reprimimos estas emociones podemos caer en depresión. Es por ello necesario darnos tiempo, lo necesitamos para adaptarnos a la nueva relación con quien no está y agradecer su recuerdo, pues este sentimiento supondrá un medidor de la buena elaboración del duelo.
Hay diferentes factores que intervienen en la manera de elaborar la pérdida, dado que existen muertes que por ley de vida asumimos y sin embargo otras llegan de un modo inesperado y el vacío se puede hacer más intenso.
La relación que en ese momento manteníamos con la persona que perdemos También dictamina la posterior recuperación y en este punto es importante saber que existen métodos para superar lo que nos quedó por decir y resolver, así como el afrontamiento sano de un bloqueo, que por evitarnos sentir, interrumpe el ciclo natural alterándolo.
En definitiva, lo que se busca es la aceptación de los sentimientos para seguir siendo lo que somos, no lo que no somos. Adaptarnos a la nueva realidad para recobrar el equilibrio en nuestro autoapoyo y cuando lo hallemos, el sentimiento de gratitud hacia la persona que nos dejó o hacia nuestra propia muerte, tendrá significado y dará sentido a nuestra propia vida.
http://www.directivoglobal.com/articulo/48/el-duelo.html
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