Londres oculto: Canary Wharf y Greenwich
Más allá del Big Ben y Piccadilly Circus se extiende una ciudad repleta de joyas. Desde los históricos barrios de Highgate y Hampstead hasta los parques poblados de ciervos como Bushy Park y Richmond Park, la lista de atractivos de Londres es tan larga como grande sea nuestra curiosidad. Por suerte, la reciente proliferación de ofertas vuelos baratos y hoteles baratos permiten descubrirlas todas.
Dos de esas joyas son Canary Wharf y Greenwich. Flanqueando el Támesis en su camino hacia el mar, al este de la ciudad, ambas zonas comparten una historia común y, sin embargo, no podrían ser más diferentes.
Canary Wharf es una zona de negocios que cuenta con los tres rascacielos más altos del Reino Unido. Históricamente formó parte de los Docklands, la zona portuaria más importante del mundo durante todo el siglo XIX, y cuya herencia aún es patente: entre los rascacielos se esconden, humildes pero dignos, vetustos edificios industriales; entre unos y otros yacen masas de agua sobre las que descansan viejos barcos. Es, por así decirlo, una suerte de mezcla entre Nueva York y Venecia.
Por su parte, la historia de Greenwich es la clásica del pequeño pueblo engullido por la gran ciudad. Por suerte aún conserva un aura propia, y entre sus muchos atractivos destacan el famoso velero Cutty Sark y el Royal Observatory. Es este último el que une históricamente a Greenwich con los Docklands y Canary Wharf: sus mapas estelares y sus precisos relojes permitieron mejorar notablemente la navegación en alta mar, lo que al cabo resultó en el establecimiento de la hora de Greenwich como la referencia mundial. Además, el Observatorio ofrece unas vistas increíbles de los rascacielos de Canary Wharf y del este de Londres.
Pero la visita no acaba ahí. Mejor dicho, no empieza: el propio trayecto en sí, en el Docklands Light Railway, es toda una experiencia. Este tren ligero, que se rige por el mismo sistema tarifario que toda la red de metro, circula por los antiguos conductos de tren (levantados sobre 1840-1850) que acercaban al centro las mercancías llegadas a los puertos. Desde la estación de Bank el tren discurre primero por los tejados de las casas, luego por dentro de los rascacielos, en una escena que parece de ciencia-ficción y que pone al guinda a una visita que difícilmente podría ser más completa e imprescindible.
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