El Running (correr) como método de equilibrio personal y control de estrés
Sentir pereza, desgana o falta de motivación está a la orden del día. Y a pesar de que los trabajos sedentarios, como los de oficina, pudieran parecer ideales para mantener el cuerpo descansado y relajado, la realidad es que se ha demostrado que la falta de actividad produce estrés y “oxida” el cuerpo.
Por alguna razón, cuanta menos actividad realiza, menos ganas tiene nuestro cuerpo de hacerla. Y si nuestro organismo fuera completamente inteligente, sería lógico pensar que dejaríamos de sentir hambre puesto que, si no desgastamos toda la energía (calorías) de la que disponemos, ¿para qué seguir acumulando? Si el simple hecho del sedentarismo no era suficiente motivación para hacer algo de ejercicio, aquí vienen los famosos “michelines” para terminar de convencernos a unos cuantos más. Y si nos encontramos cercanos al verano a más de uno le entrará la urgencia. Y aunque sean pocos, siempre habrá algunos que se decidan por razones como empezar a hacer un poco de vida sana.
Algunos se inscribirán a un gimnasio. Otros saldrán a pasear en bicicleta. Y otros tanto decidirán salir a correr (también conocido como hacer Running). Personalmente prefiero esta última modalidad, porque además de ser un ejercicio aeróbico completo, es barato adquiriendo una equipación más o menos básica, y no requiere de aprendizaje si no vamos a realizarlo de manera profesional, pues todo el mundo (salvo por imposibilidades físicas) sabe correr. Adicionalmente podemos disfrutar del aire libre al no ser una actividad que se realice en un espacio cerrado.
El problema es que pasados unos días de actividad, un buen número de estos nuevos deportistas pasarán por las agujetas y otros dolores relacionados con el ejercicio físico, y pronto desistirán en su empeño. Y otros tantos lo harán al terminar el verano, pasar la boda, o cualquier otra época que les hubiera impulsado a realizar ejercicio. El resultado será, nuevamente, el sedentarismo, la falta de motivación, el estrés y el aumento de peso.
Es por eso, que antes de empezar con una actividad física y conseguir que ésta se convierta en una rutina deportiva, sería recomendable que uno se parase a pensar, viera el punto en el que está, a donde quiere llegar, y el esfuerzo que eso debe suponer. Si es capaz de medirlo con cierta objetividad y asumiendo el esfuerzo que supondrá, será más difícil desistir.
¿Por qué continuar una vez logrado el objetivo? En primer lugar para mantener los resultados, claro está. En segundo lugar, porque está comprobado que uno se siente mucho mejor tras realizar su rutina deportiva. Si haces Running, es casi seguro que una hora después del ejercicio, a pesar del cansancio, sentirás tu organismo más limpio, alcanzarás un estado de realización mayor al haber superado un nuevo reto deportivo y, quien sabe, quizá hasta te sientas mejor persona y trates de comportarte y empatizar mejor con otros individuos. Conozco a gente que ha discutido con su pareja justo antes de salir a correr, y al terminar se habían olvidado de la razón por la que estaban enfadados/as.
Cuando la actividad se haya convertido en rutina, además, sucederá ese “milagro” que alguna vez seguramente has oído de “te lo pide el cuerpo”. Para ayudar a motivarse, personalmente sueldo recomendar también utilizar un programa de rutas deportivas con el teléfono móvil. Con dichos programas podremos guardar nuestros recorridos gracias al GPS, y además podremos controlar estadísticas como distancia, velocidad o calorías quemadas.
No te lo pienses, al principio puede parecer duro, pero salir a correr y hacer un poco de ejercicio, no sólo puede convertirse en algo placentero, sino también en una manera de ver la vida de forma diferente y más positiva.
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