¡Ha muerto el Maestro!
¡Ha muerto!... ¡Ha muerto!... ¡El Maestro ha muerto!, gritaba eufórico y desesperadamente el Dr. Enrique Alvarado, mientras subía y bajaba por los diferentes ambientes de la Clínica “Virgen del Pilar”, el personal intrigado se asomaba intrigado desde diferentes lugares de la misma… ¿Qué pasa doctor?... ¡Doctor ¿Qué sucede?!-le preguntaban-, el doctor Alvarado extasiado sollozaba y musitaba ¡Ha muerto!... ¡Ha muerto el Maestro!...oye ¿Qué te pasa Enrique?, ¿Qué dices?, el pupilo levantó su cabeza y miró al Maestro, lo contemplo, lo tocó y gritando ¡NO, NO, No puede ser el Maestro ha muerto…ha muerto!, …se desmayó … fue reanimado por el Maestro quien le dijo ¡Si Enrique tienes razón hace tiempo he muerto…estoy esperando que me entierren!, pero ¿Porqué?...¿Porqué Dios Mío?-gritaba el pupilo-, Nosotros hemos sido buenos, no hemos hecho nada malo y sollozaba y sollozaba, se puso de pie y se acercó al Escritorio cogió con su mano temblorosa el Acta de defunción y decía ¡Shock Hipovolémico…¿Hipovolé mico?, por Rotura de Várices Esofágicas…¿Várices?, debidas a Cirrosis Hepática Avanzada…¡¿Cirrosis?!, ¡SI!, complicada con Hepato Carcinoma…¿Carcinoma?, Enrique No lo podía creer…¿Qué ha pasado doctor?-le preguntaban atónitos los colegas y trabajadores de la Clínica…”Ha muerto en la Aurora, muy cerca del alba, cuando las doradas lágrimas del rocío descansaban sobre las blancas sábanas de la mañana, ha muerto entre sangrados y fluidos, así como vivió entre fluidos y sangrados , ha muerto en medio del griterío de quienes lo amaron, así como vivió en medio del griterío de las parturientas y los recién nacidos, el Maestro ha muerto pero no ha muerto…¡La muerte no existe!...¡Quedan siempre entre nosotros los dignos de ser recordados!...¡Esos Nunca Mueren!” y dirigiéndose a los Colegas y trabajadores de la Clínica les dijo-casi con la misma retórica de Epicuro de Salmos- “El Infortunio no es para quien ha muerto, sino para quienes le sobreviven”…El Maestro estaba muerto hace tiempo, pero a pesar de los discursos del pupilo, el maestro seguía buscando quien lo entierre…mientras tanto, por ahí oculto, seguía viviendo entre Fluidos y Sangrados, entre gritos y más gritos.

Miguel Palacios Celi





































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