Conoce como puedes tener un parto sin dolor
Todas las mujeres sienten los dolores del trabajo de parto de manera diferente. Algunas son más sensibles al dolor que otras y los factores médicos, tal como el tamaño y presentación del bebé, influyen en su intensidad. Otras puedan manejar efectivamente el dolor con diferentes técnicas.
Existe una cantidad de métodos con y sin fármacos para que el trabajo de parto y alumbramiento en sí sean menos dolorosos. Lo mejor es no ser inflexible y ver cómo progresa tu labor del parto sin dolor, si repentinamente se torna complicado.
Existen varios tipos de clases de parto para embarazadas. Las filosofías más conocidas que respaldan estas clases son las de lamaze y bradley, sus creadores. La mayoría de las clases ofrecen uno de estos métodos y muchas utilizan elementos de ambas y alientan la participación del compañero durante el trabajo de parto y alumbramiento.
El dolor que produce el parto en las hembras humanas se encuentra muy cerca del máximo soportable. Por si fuera poco, se trata de un proceso poco eficiente, las tasas de mortalidad tanto de la madre como del neonato son extremadamente elevadas si la comparamos con otras especies de mamíferos.
Cabría pensar que todo esto estuviera motivado por el hecho de parir crías muy formadas, muy grandes y con mayores probabilidades de supervivencia. Sin embargo, ocurre todo lo contrario, los humanos parimos poco más que fetos sin acabar de formar, incapaces de andar ni de alimentarse por sí mismos. Las crías humanas precisan varios años de estrecha dependencia antes de poder valerse, y no digamos procurarse sus propios alimentos. Pero este no es el asunto, la cosa es que estas embarazada y estas pensando con preocupación tu alumbramiento y como sera esa experiencia dolorosa del parto y como sera tu vida de hay en adelante.
Comienza la revolución: en la dieta alimenticia, física, fisiológica, mental, emocional, económica, social, familiar, cultural y aún espiritual: los conceptos, antes abstractos, de vida y muerte, se convierten ahora en seres de carne y hueso, compañeros asiduos de nuestro diario acontecer. La realidad es contundente. Has dejado de ser una persona para convertirte en dos.
La realidad es invasiva. Tu cuerpo ha sido tomado rehén. Durante cuarenta semanas, y tienes que convivir íntimamente con otra persona, hacerle un espacio interior, reacomodar la osamenta, los órganos, los pensamientos y sentimientos, para recibir al nuevo huésped.
Lo que resta es que tomes la decisión de tener a tu bebé de la mejor manera para ambos, no sufras desde antes del parto, decídete a buscar ayuda y anticípate al dolor.
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