La defensa irrestricta de la vida
Las sociedades modernas han experimentado en el último siglo cambios espectaculares producidos por el desarrollo de la ciencia y de la técnica en todos los aspectos de la vida. No es exagerado decir que la humanidad ha vivido cambios más profundos en los últimos años que en todo el resto de la historia del hombre sobre la tierra.
Lamentablemente este progreso no siempre ha ido unido al correspondiente crecimiento moral de la persona y de la sociedad, de tal manera que estos adelantos sean puestos al servicio del hombre, destinatario de los esfuerzos y de los trabajos de científicos, técnicos y políticos.
Sobre todo, en el último cuarto del siglo XX, se ha caracterizado por una cultura de la muerte, que se ha expresado en un abortismo, un imperialismo anticonceptivo. La cultura de la muerte se ha expresado también en un cumulo de guerras, en la violencia, hambre y pobreza, que es una herencia que ha legado el siglo XXI, pues seguimos viviendo estas lacras con todas sus fuerzas y en este escenario es que aparece la palabra profética del Papa Juan Pablo II. Una voz fuerte, clara, luminosa, vigente en todo momento, en defensa irrestricta de la vida. Ahí están sus alocuciones, sus mensajes de navidad, sus encíclicas que constituyen fuente viva de apoyo moral a quienes ejercemos la medicina día a día y que nos enfrentamos a cada momento a este antinatalismo, a este abortismo en todas sus expresiones.
Y es que el santo padre comprende que con la defensa irrestricta dela vida se sientan las bases para una verdadera paz en el mundo, paz a nivel individual como social. De otro modo se construye una sociedad de violencia y muerte. No puede ser de otra manera. Una paz social que se puede levantar sobre la matanza de niños inocentes.
Juan Pablo II no se ha cansado de repetir en estos 25 años que es infame hablar de paz, de equidad y justicia, cuando violamos el primero y mas elemental de los derechos, el derecho a al Vida. No se puede hablar de justicia, si permitimos como sociedad que unos cretinos penetren en la intimidad de los indefensos y los acuchillen en medio de sus gritos que nadie escucha, los asesinen con el consentimiento de sus padres, que son los primeros en ser llamados a defenderlos, que los asesinen quienes juraron defender la vida.
Si este homicidio es permitido por la justicia, será infame, será hipócrita, por lo que me permito hacer un llamado al pueblo católico de Trujillo y a todos los creyentes y no creyentes a defender a los mas indefensos de los indefensos y a luchar contra esa conjura contra la vida tal como lo ha exigido en sus 25 años de pontificado nuestro buen Papa Juan Pablo II.

Miguel Palacios Celi





































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