Despedida al maestro
Hace algunos días, casi en silencio, calladamente; pero en medio del bullicio de los hospitales, del quejido de las gestantes, en medio de los gritos de parto, se fue de nuestro hospital Regional y de la escuela de Medicina de la UNT el Dr. Luis Fernández Molinari; atrás quedan centenares de alumnos que se nutrieron con sus conocimientos y que hoy como médico son seres útiles a la Sociedad, asimismo atrás quedan decenas de especialistas en Ginecología, que aprendieron bajo el influjo de su experiencia de sus conocimientos, que com-partieron días y noches de alegrías de tristeza, ansiedad y victorias, ya sus gritos no abrirán fisuras en las paredes de Sala de Operaciones y Maternidad, ya su dinamismo no nos acompañará en el permanente duelo contra la muerte, ya su voz autorizada no nos nutrirá en las discusiones clínicas, ya renunció Don Lucho; Pero aún se queda, pues sus pasos no fueron superficiales sino profundos, sus huellas indelebles resistiran a los años, su paso por nuestro hospital no fue en Silencio como su despedida; fue dinámico y productivo creando a través de sus investigaciones y trasmitiendo a través de sus en¬señanzas, su presencia se extrañará siempre y crecerá como esas sombras vespertinas, el Departamento se amoldará a trabajar sin él, pero nunca será como cuando él lo jefaturaba; pero en fin son citas infaltables con el destino y en medio de la nostalgia hay que aceptarlos, quedan buenos profesores y vendrán nuevos pero aquellas clases que le escuchábamos jamás volverán, habrá nuevas primaveras, continuarán las mismas operaciones, seguirán los partos, pero aquellos que aprendimos de Don Lucho, jamás volverán.
Los actuales médicos residentes de Ginecología hemos tenido el nostálgico privilegio de asistir a su retiro y no nos queda sino convertir esta pena en fuerza y prometerle seguir escorzándonos en ser mejores para servir mejor a la sociedad. Corresponde a la Universidad y al Hospital tributarle el homenaje que su dedicación y trayectoria se merece, no permitamos que el Silencio y la ingratitud acompañen su despedida.

Miguel Palacios Celi

escribi tu nombre en un arbol y un leñador lo corto lo escribi en la arena i el mar se lo llevo lo escribi en mi corazon y de ayi nadie lo borro
a y tengo 10 años y ya he aprendido ha acer poesias





































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