Malos hábitos en la infancia: insomnio infantil
Muchos estudios del sueño indican la relación de los malos hábitos a la hora de ir a dormir, de los niños, con el insomnio infantil. Pueden ser muchas y variadas las causas de no dormir bien en un momento puntual (como por ejemplo el hambre, frío, patologías varias, etc.). No obstante, el hecho de que el insomnio infantil esté relacionado con los malos hábitos del niño/a en referencia al sueño, es posible conseguir que el niño/a aprenda a dormir por sí mismo, ayudando a disminuir así las causas que le impiden dormir bien.
Debemos, pues, tener en cuenta unos hábitos u otros según la edad del niño/a: desde bebés lactantes de 6 meses hasta niños de 5 años pueden verse afectados por el insomnio infantil. Muchas son las madres y padres que se quejan de que no duermen bien sus hijos. En este sentido, debemos tener en cuenta que con el tiempo se va asimilando la conducta incorrecta, y por ello es más complicado reconducir los malos hábitos a medida que el niño crece.
Según han observado algunos estudios sobre la conducta del bebé, cuando este aún se halla en el útero de la madre, se mantiene de 20 o 30 minutos despierto y vuelve a dormirse espontáneamente después. Es por este motivo que incorporar los hábitos que él solo ha adquirido en el útero, a la cuna, es lo mejor para mantener la calidad de vida del bebé cuando ha nacido. Para conseguirlo, intentaremos mantener al bebé despierto alrededor de 20 minutos mientras está comiendo, bien con palabras o con caricias, y lo incorporaremos 10 minutos más tarde para que expulse todo el aire que haya podido tragar; a continuación, lo dejaremos en su cuna, cuando aún esté despierto. De este modo, podemos conseguir que el niño/a mantenga los hábitos que él mismo adquirió en el útero materno en relación al sueño.
Por otra parte, en el caso de que nuestro bebé ya haya cumplido las primeras semanas de vida y no consigamos que duerma bien, tenemos otras opciones para reconducir sus hábitos. Si nuestro hijo/a es menor de 3 meses, debemos enseñarle a distinguir la noche del día: el bebé deberá aprender a asociar la luz con el día, y a asimilar que cuando se hace de noche es completamente oscuro. Por ello, debemos intentar evitar las luces indirectas en la habitación por la noche, y la oscuridad total cuando es de día.
Algo similar ocurre con el ruido. El niño/a debe acostumbrarse a dormir con los sonidos habituales del día a día: ruidos de la calle, música, sonidos caseros, conversaciones, etc. Y, por el contrario, debe asociar la noche al silencio casi absoluto.
Finalmente, la pauta que no debemos olvidar, sea cual sea la edad de nuestro bebé, es la de establecer unos horarios fijos para dormir. La rutina será la clave para adquirir el hábito de dormir y, de esta manera, lograremos mejorar la calidad del sueño de nuestro hijo. Debemos evitar llevar a cabo cualquier acción o actividad que le excite, como dormirlo en brazos o hablar en voz alta en su habitación, cuando va a dormir. Lo mejor es contarle un cuento o utilizar siempre las mismas palabras para dormirlo, así conseguiremos que asocie el momento de acostarse con estas acciones.
Tal y como apuntan algunos estudios del sueño, los malos hábitos están directamente relacionados con las principales causas de no dormir bien. Si no se diagnostica y se soluciona, el insomnio infantil repercutirá al rendimiento y humor del día a día tanto de hijos como de padres, pues puede afectar a la calidad del sueño de todos ellos.
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