Trabajo abdominal 1.0: el porqué
Quien me conozca o haya leído algún otro artículo de este blog habrá adivinado la respuesta. Una constante en mí será recordárte una y otra vez que el principal objetivo de cualquier tipo de ejercicio que hagas debe ser tu salud. Pero esta vez, dado el interés que suscita el entrenamiento de la zona abdominal, me veo obligado a hablar también de su repercusión en cuanto a estética y rendimiento.
Pero empecemos por lo que más te interesa, que era… la salud ¿no? La musculatura abdominal está formada por los siguientes músculos, de más superficial a más profundo: el recto abdominal (la famosa “tableta”), el oblicuo mayor (uno a cada lado), el oblicuo menor (uno a cada lado) y el transverso abdominal. También podríamos incluir al diafragma en esta clasificación, aunque particularmente lo considero músculo torácico, y al cual otro día dedicaré un artículo para él solito.
Sin profundizar en la anatomía específica de cada uno de ellos, la importancia de su correcto funcionamiento recae en el trabajo que realizan de manera conjunta. Por su disposición, el complejo muscular abdominal forma una especie de faja, siguiendo un recorrido vertical desde las últimas costillas hasta la pelvis y otro horizontal desde las vértebras lumbares hasta la línea alba (la línea blanca que separa longitudinalmente los taquitos de la tableta). Su rol fisiológico es el de punto de unión entre nuestro tren superior (caja torácica y extremidades superiores) y nuestro tren inferior (pelvis y extremidades inferiores).
De este modo, la musculatura abdominal se encargará de gestionar las fuerzas que se transmitan desde ambas partes del cuerpo, de forma que éste mantenga su estabilidad y equilibrio, además de hacer más eficiente la aplicación de dichas fuerzas. Si tengo que empujar a alguien con los brazos, necesitaré que mi abdomen transmita de manera segura la fuerza que están haciendo mis piernas en el suelo como base de sustentación, y de esta forma empujar con más fuerza sin correr ningún riesgo de fracaso en mi intento, o incluso de lesión.
Desde un punto de vista articular, todas estas fuerzas viajan a través de nuestras vértebras lumbares. Respecto a este hecho, resaltaré que es cierto que un abdomen trabajado nos garantiza en cierto grado unas lumbares sanas. Y sobre todo teniendo en cuenta la importancia del transverso abdominal, el cual aporta una fuerza extra a todos los ligamentos y fascias que actúan sobre la región lumbo-sacra. Ahora bien, siento desmitificar a nuestros queridos abdominales y advertirte de que éstos no son los únicos responsables de nuestra salud lumbar, teniendo un papel relevante también nuestros músculos isquiotibiales (parte posterior del muslo), glúteos (todos ellos: mayor, mediano y menor), psoas-ilíaco (flexor de la cadera) y cuadrado lumbar (músculo lumbar profundo).
Nuestra postura también depende de la musculatura abdominal, sobre todo a nivel lumbar. Un abdomen débil puede acentuar aún más la hiperlordosis lumbar, una excesiva curvatura lumbar; mientras que un acortamiento muscular abdominal puede favorecer a una lumbar plana, exenta de curvatura. Busquemos el equilibrio.
Regresando a la breve mención acerca del diafragma. Éste es nuestro “motor” respiratorio, el cual tiene ciertos ayudantes, llamémosles “motores auxiliares”. Entre ellos también están nuestros músculos abdominales. Y para que su ayuda sea eficaz éstos deben ser (como todos los músculos) fuertes y flexibles. Veremos el motivo en el próximo artículo sobre cómo realizar los ejercicios abdominales. Simplemente recalcar su labor a nivel respiratorio.
¡No he hablado de rendimiento! En este caso existe una relación directa entre salud y rendimiento, más que nada por la ya aludida eficiencia en la transmisión de fuerzas entre lo que ocurre en la parte superior y la parte inferior de nuestro cuerpo. Para entender esta relación te invito a realizar un experimento: el día que tengas agujetas abdominales camina muy rápido, o corre, o salta, o gira el cuerpo a izquierda y derecha, o empuja una pared, o tira de un objeto pesado. Hagas lo que hagas, notarás las agujetas. Nuestro abdomen siempre trabaja.
Una lesión muy común en deporte, sobre todo en fútbol, es la famosa pubalgia u osteopatía de pubis. Ésta se debe a una desequilibrio entre la fuerza que ejercen el abdomen (debilitados) y los adductores (sobrecargados). Así que mando un mensaje al lector futbolero (y futbolista): no te olvides de trabajar tus abdominales… y de estirar tus adductores.
Y la dichosa estética… ya la mencioné en mi anterior artículo sobre adelgazamiento. El ejercicio abdominal hará disminuir tu diámetro abdominal, independientemente de la cantidad de grasa dipositada sobre estos músculos, de manera que el volumen de tu abdomen se reducirá. Sobre efectos adelgazantes: nada de nada.
Ahora ya tienes un buen motivo para entrenar los músculos abdominales. ¿Quieres saber cómo? ¿Quieres saber cuánto? Continuará…
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