Redefinamos entrenamiento
El diccionario de la RAE define entrenamiento como la “acción o efecto de entrenar”, redirigiéndonos a “preparar, adiestrar personas o animales, especialmente para la práctica de un deporte”. Buceando entre libros encuentro una definición un poco más específica, aunque siguiendo la misma dirección “Proceso de carácter múltiple (físico, técnico, psicológico, etc.) cuyo objetivo es desarrollar al máximo el potencial físico de un atleta”. Sin embargo, cada vez es más común encontrarnos a un conocido (amigo, familiar, vecino,…) mientras damos un paseo y preguntarle “¿Adónde vas?”. Decidido, contesta “Al gimansio, a entrenar”. Y tú piensas “¿A entrenar? ¿A entrenar el qué? No recordaba que practicaras ningún deporte”. Definitivamente algo está cambiando. ¿Para qué y por qué entrena la gente?
El objetivo, la meta, el propósito… ya no son sólo de carácter deportivo. El entrenamiento físico frecuente ya no va de la mano de la práctica de un deporte. Los resultados ya no se miden a efectos de rendimiento. Tampoco es necesario estar constantemente pendiente de las marcas, de cuanto peso levanto o del tiempo que necesito para correr 10km,… La finalidad del entrenamiento para la mayoría de la gente es uno: salud y bienestar.
Y es normal viendo el panorama. El día a día de las sociedades más desarrolladas, y más durante los últimos dos años (dichosa crisis), nos ha llevado a ser adictos a una de las drogas más duras, el sedentarismo. Es tan fácil caer. ¡Y tan difícil desengancharse! Si dividimos nuestra vida en dos partes, trabajo y ocio, ambas son muy parecidas desde un punto de vista físico. La jornada laboral (o estudiantil) de la mayor parte de la población se caracteriza por ser en una posición: sentados. Cada vez me piden más resultados. Cada vez tengo que ser más competitivo, saber más, ganar más dinero para pagar un piso más grande y un coche más rápido,… Todo se traduce en más horas sentado. Más de lo mismo en muchas de nuestras actividades de ocio. Cine, televisión, ordenador, videojuegos,… ¿En qué posición?
La consecuencia es que muchos, afortunadamente, se han dado cuenta de que éste no era el camino más adecuado a seguir, y los índices de afluencia a gimnasios y centros deportivos crecen y crecen (uno de los pocos sectores no afectados por la crisis). Ahí siempre han estado los que se preparaban para realizar algún deporte, pero ya no son mayoría. Ya son más los que sienten la necesidad de entrenar por el simple hecho de sentirse bien física y mentalmente. Porque no olvidemos que el ejercicio físico también lo es mental. Concentración, motivación, voluntad, esfuerzo,… trabajo mental.
Sea cual sea el motivo del entrenamiento (deporte, bienestar o incluso estética), es la vía para conseguir un bienestar pleno. Así que felicito a los que no se alistan al reclutamiento sedentario. Animo, con todas mis fuerzas, al que sigue en el sofá. ¡Levántate y muévete! Y me dirijo a los hacedores de diccionarios. Cambien la definición de entrenamiento. Podría ser algo así como “acción o efecto de querer sentirme bien, cuidar mi salud y vivir en pleno bienestar, conmigo mismo y con los demás”.
¿Alguna otra posible definición de “entrenamiento”?
Escucha Tu Cuerpo
Registro automático