Motivándome para moverme
Investigando sobre su etimología, descubro que motivación proviene del latín, siendo una combinación entre motivus (motivo) y el sufijo -ción (acción o afecto). A su vez motivus se compone de motus (movimiento) y el sufijo -ivo (relativo a). Así que, literalmente, motivación significa aquello que nos acciona y que nos impulsa hacia el movimiento. Por lo tanto, aquel que se mantenga motivado se moverá, mientras aquel que no lo esté se quedará parado. ¿Cuál de ellos eres tú?
Después de leer a Mertxe Pasamontes, algo me empuja a escribir sobre la motivación, concretamente la relacionada con la práctica de deporte, ejercicio físico, movimiento,… Son más de 1000 horas anuales dedicadas, entre otras cosas, a ayudar a descubrir la motivación que empuje al personal a realizar actividad física con cierta regularidad. Y digo descubrir porque muchas personas, aún cuando llevan tiempo practicando deporte, no conocen su motivación real para hacerlo.
La mayoría de las personas se inicia en el ejercicio físico por necesidad, lo que yo llamo motivación aparente o motivación racional, paralela a la motivación extrínseca sobre la que leía en el blog de Mertxe. Aconsejo evitarla, o como mínimo no tenerla como fundamento o soporte primario de mi hábito físico diario. Encontramos tres tipos de motivación aparente:
Inducida: en base a los canones y presiones sociales del momento, generalmente de origen estético. Hago ejercicio para adelgazar, para tener tableta, para tener el trasero duro,… La peor de todas, realmente difícil de combatir por miedo a la exclusión social. Preventiva: la que me librará de padecer lesiones, enfermedades, envejecer,… Lógicamente a tener en cuenta. Pero no para ser protagonista, ya que se justifica en el mañana más que en el hoy. Pero yo quiero disfrutar de mi salud hoy. ¿Mañana? Sin ser catastrofista ni entrar en metafísica, ¿quién me garantiza que habrá mañana? Prevención con criterio por favor. Forzosa: estoy lesionado. Totalmente ligada a la motivación preventiva. O no previne lo suficiente, o me toca prevenir para no estar aún peor. Tengo una hernia discal, prefiero evitar el quirófano, por lo que tengo que hacer ejercicio sí o sí. A no ser que me guste el dolor y me encante estar clavado en el sofá. Aún así insisto, esta motivación es forzosa, pero tampoco la básica. No nace de mí… Dentro de la forzosa también encontraríamos a toda persona que padezca alguna lesión grave o enfermedad que le limita o incapacita físicamente. Simplemente animarles a seguir en movimiento, dentro de sus posibilidades, pero siempre en movimiento.Este tipo de motivación es muy débil, muy susceptible al cambio hacia el estado contrario, la desmotivación y la falta de interés. Depende más de nuestro entorno que de como nos sintamos al realizar cualquier actividad. Fácilmente faltaremos a nuestra cita con el gimnasio o con un amigo. Pondremos mil excusas.Ni tan sólo los resultados de las metas que nos fijemos, aún siendo positivos, nos llevarán a una satisfacción semejante a la propia del placer que experimentemos durante y después del ejercicio. Y es ese placer el que debe ser nuestra motivación real…
También conocida como motivación emocional, la motivación intrínseca de la psicología. Ésta es la que nace de nosotros mismos, la que nos emociona de alguna manera. Cuando descubramos esa motivación y la hagamos nuestra, nos será muy difícil olvidarla y nos sentiremos enganchados a la actividad física, al movimiento.
Sólo hay que fijarse en un niño. Todavía no es consciente de sus supuestas obligaciones, de su parte racional. Está en el momento más emocional de su vida. Cuando tiene la posibilidad de jugar, de correr o de saltar, ¿cuántas veces parará por voluntad propia y cuántas lo hará porque un adulto se lo pida/ordene? Él no pararía hasta la extenuación. Se cansará, descansará, y volverá a jugar. Sólo piensa… qué digo piensa. Sólo siente que se lo está pasando bien. Se está divirtiendo.
El secreto está en encontrar qué actividad física me hace sentir esa satisfacción. Lógicamente, si no me gusta el fútbol, jugar un partidillo no me hará sentir bien. De la misma manera, si me aburre nadar, no me meteré nunca en una piscina por mucho que mi médico me lo haya recomendado por el bien de mi espalda. Igual que una clase de Pilates, salir a correr, hacer pesas,… Por supuesto que debemos darle una oportunidad a la actividad. Pero no nos engañemos, somos eminentemente emocionales, intuitivos, y no hace falta que pasemos mucho tiempo haciendo algo para saber si nos gusta hacerlo o no. Así que el primer paso será limitar la práctica de deportes o actividades que no me reporten ninguna satisfacción emocional, practicándolas simplemente a nivel racional para estar guapos, prevenir o curar.
Lo fundamental es no olvidar que nuestra naturaleza nos empuja hacia el movimiento. Tiene que haber algún tipo de actividad física que nos motive. Y más hoy en día, con el infinito abanico de deportes, métodos de ejercicio, yogas, Pilates, tai-chis,… que podemos encontrar. Mientras la practicas sientes placer. Dependiendo de nuestro carácter o del tipo de placer que queremos conseguir podemos practicar actividades más intensas y dinámicas u otras más sencillas. La motivación seguirá siendo una: el movimiento en sí mismo.
Por todo ello ya no vale aquello de “es que no me gusta hacer ejercicio”. Sería más acertado decir “es que no he encontrado algo que me guste, pero lo seguiré intentando”. ¿Acaso el niño que no para de saltar está pensando en la más que segura artrosis de sus 70 años? Sólo se divierte. ¿La señora que pasea cada día por la playa con un par de amigas se concentra en el trabajo de sus caderas para prevenir la osteroporosis? Se siente bien siempre que lo hace. ¿Y el abuelo que juega a la petanca cada día? Sólo busca pasar un buen rato.
A veces debería ser tan sencillo como volver a ser un poco niño, volver a jugar. Independientemente de la edad, el sexo, la falta de tiempo, las limitaciones, la meteorología, la huelga (como hoy 29/09/2010),… todo justificaciones. Encuentra la diversión y el bienestar (la emoción) en el ejercicio físico.
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