Vivimos más pero… ¿mejor?
Sí, es duro pero es así. Y no es que tenga un mal día, al contrario. Como siempre, tengo ganas de hacerte cambiar el chip, de hacerte reaccionar. Todos los días, al levantarme, enciendo el televisor y sintonizo el telediario de TVE1 o el canal 3/24 (autonómico catalán). En 20 minutos, mientras uno se prepara para ir al gimnasio y más tarde a trabajar, me hacen un resumen de lo que está pasando en el mundo. No hay día que no incluyan una noticia relacionada con la salud. Nuevas operaciones, nuevos tratamientos, nuevos transplantes, nuevos medicamentos,… Los avances están al orden del día pero, mirando las estadísticas, algo no va bien.
Cuanto más avanza la medicina y la sociedad en general, más enfermamos. Y los números así lo dicen. No tienes más que consultar las estadísticas. Por ejemplo, el cáncer de mama. Cada vez lo curamos más y mejor; la mortalidad disminuye y los efectos secundarios de los tratamientos son más “soportables”. Es una gran noticia. Pero desgraciadamente, el cáncer de mama sigue aumentando y cada vez aparece a una edad más temprana. Por cierto, un dato curioso: la incidencia del cáncer de mama es mucho mayor en los países desarrollados (Europa y América del Norte) que en los subdesarrollados (África y Asia).
Y sólo ha sido un ejemplo. Hipertensión, diabetes, obesidad, cáncer, infarto de miocardio, artrosis, hernia discal, fibromialgia, depresión,… Todas con un denominador común: mientras se avanza en los tratamientos, crece el número de afectados.
El origen
Todos los virus y bacterias están o estarán controlados con vacunas, antibióticos, etc. Todo lo que nos puede atacar desde fuera está erradicado o somos capaces de conseguirlo en un tiempo breve.
Pero precisamente la mayoría de enfermedades que nos afectan hoy en día no tienen ese origen. Todas vienen “de dentro”. Por un lado puedo estar predispuesto a una enfermedad, lo que llamamos herencia genética. Ésta cada vez pierde más fuerza, tanto desde un punto de vista científico como estadístico. Retomando el ejemplo: aproximadamente el 85% de las mujeres con diagnóstico de cáncer de mama no tiene ni una hermana ni la madre que haya padecido cáncer de mama. Ya lo vimos en algún otro artículo: no por tener un gen que favorezca a X estoy condenado a padecer X. Puedo hacer tantas cosas para que no ocurra…
Por otro lado puede que yo mismo me esté provocando la enfermedad (cuidado con las interpretaciones…). El estrés facilitará la hipertensión, comer de más ayudará al desarrollo de una diabetes, hacer poco ejercicio favorecerá la aparición de artrosis, según como gestione mis emociones tendré más o menos números para caer en un estado de depresión o ansiedad,… Todos estos factores dependen directa o indirectamente de mí.
Qué pueden (ellos) hacer por ti
Cambiar el enfoque. Desde luego no abandonar los frentes que ya están abiertos. Han salvado muchas vidas. Ni siquiera se trata simplemente de un cambio de enfoque médico. La presión social y laboral, el culto al cuerpo, el consumo,… todos estos aspectos deberían cambiar. La sociedad debería cambiar. ¿Una utopía?
De momento me aferro a la cita de Honoré de Balzac. Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.
Qué puedes (tú) hacer por ti
Cambiar el enfoque, también. Regresando al telediario matinal, ¿te has fijado cómo acaban lo reportajes sobre salud? Aparece un señor con una bata blanca, el doctor especialista en la enfermedad X, y dice: “una vida sana y saludable, con una dieta equilibrada y ejercicio a diario, disminuye el riesgo de padecer X en un nosécuantos%”. Y así día tras día.
No sé a qué estás esperando. Si te lo dicen todos los días en la tele. ¡Y te lo recuerdan gratis! Haz que esa dieta equilibrada, ese ejercicio a diario y esa vida sana y saludable sean los protagonistas de tu vida. Escucha tu cuerpo.
Escucha Tu Cuerpo
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