La coherencia de la formación docente y su puesta en práctica
En la actualidad, dentro de la formación docente en Argentina, existe una variedad de ofertas en lo que a cursos de capacitación respecta.
En general, los docentes se inscriben en aquellos que otorgan puntaje, siendo esto último, su incentivo principal.
Estos espacios de actualización profesional no tienen como objetivo la transformación de las prácticas pedagógicas a través de la reflexión continua sobre ellas.
Vale aclarar, que las instituciones educativas son del tipo “tradicional” y las de formación docente no escapan a esta característica.
En otros casos, se ofrecen, programas con interesantes temáticas, tales como, innovadoras propuestas didácticas o herramientas pedagógicas, pero que tampoco ahondan en un cambio educativo profundo.
Es posible encontrar inesperadamente, en alguno de estos espacios; contenidos, bibliografía o quizás algún profesor/a que pueda enriquecernos desde una perspectiva crítica, aunque rara vez esto sucede.
Existen también convenios entre las administraciones educativas oficiales e institutos de formación privado, abundan desde hace unos años, la dinámica entre estos institutos y los educadores “por capacitar”. De ello resulta, apenas, un intercambio de material de estudio, puntaje y una suma acordada de dinero.
Tal como menciona el pedagogo Paulo Freire, la coherencia es una virtud imprescindible en esta profesión. No podremos transformar la educación, sin antes transformarnos como educadores.
Como todo cambio, esta transformación será inevitablemente resistida.
Uno de los motivos suele ser la “naturalización” de algunas prácticas, que continuamos validando sin siquiera ponerlas en tela de juicio, abriendo el juego a las dudas, confrontándolas, comparándolas, analizándolas, etc.
Tanto las instituciones educativas, como la comunidad en la que se encuentra inserta, y por supuesto, los medios de comunicación y la sociedad toda, pueden facilitar o bien obstaculizar esta transformación.
Ser conscientes que educar desde una concepción política progresista en instituciones tradicionales y conservadoras no es tarea fácil si pretendemos promover la máxima autonomía, personalidad, espíritu crítico y creativo de nuestros alumnos.
Por ello, es importante que los docentes, tengamos en claro, que no habrá cambio profundo si no existe un compromiso real y auténtico.
Es el desafío actual y debemos asumir un rol activo, si pretendemos “educar para cambiar el mundo”.
En síntesis, el espacio dentro del aula debe ser un generador de dudas, debates, análisis. Un lugar de encuentro, donde la libertad, el diálogo y el intercambio de experiencias sean instancias fluidas y espontáneas, promotoras de la autonomía y el pensamiento crítico, otorgándoles a nuestros alumnos las estrategias que les permitan hacer frente a la realidad y transformarla, actuando en consecuencia.
Silvia L. González Walter Ale
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