A mí con libritos descartables
Anoche, 12 de febrero del año en curso (2012), tuve la oportunidad de ver, en el programa televisivo ‘Sin medias tintas’ - que conducen acertadamente Aldo Mariátegui y Mónica Delta -, una entrevista relacionada con todo este asunto de los textos escolares. Me llamó mucho la atención las declaraciones del señor “experto en educación” León Trahtemberg, cuando dijo que la enseñanza “antigua” que recibieron nuestros congresistas, fue de muy mala calidad. Como queriendo dar a entender que solamente de esa educación “antigua” podían salir congresistas ¿…?
Yo no sé en donde habrá cursado su primaria y secundaria este señor León, porque, de esa educación “antigua”, no solamente salieron congresistas; si no, excelentes médicos, excelentes ingenieros, excelentes abogados, excelentes científicos, excelentes etc., etc. Y estoy completamente seguro que nadie contemporáneo con él, estudió con los famosos “libros de trabajo descartables”. Personas como nosotros, que bordeamos los 60 años, jamás estudiamos la primaria y secundaria, con esos famosos libros de trabajo.
¿Cuáles eran los útiles escolares, que se pedían por aquellos días?: Cuaderno rallado de 50 o 100 hojas – dependiendo el curso -; cuaderno cuadriculado de 50 hojas, para todo lo que eran números; cuaderno de doble raya, para caligrafía (el profesor dibujaba las rayas en la pizarra y sobre ellas dibuja las letras, para que el alumno las copiara en su cuaderno de doble raya); cuaderno cartográfico para geografía (este cuaderno tenía 3 o 4 hojas a rallas y una en blanco, para dibujar los mapas); y el infaltable bloc borrador, que era para escribir todo lo que dictaba o explicaba el profesor, rápido y de corrido; para luego pasarlo en limpio, a los cuadernos bien forrados con papel azul y con su etiqueta con el nombre del curso y, los que podían los forraban nuevamente con el inconfundible ‘vinifan’. El profesor pasaba revista a los cuadernos que tenían que estar bien escritos con lapicero azul de tinta seca y, los títulos subrayados con lapicero rojo, algunos títulos se subrayaban con una raya, otros con doble raya. Era indispensable tener una regla de 30 cm. para dicho menester. Los cuadernos tenían que estar impecables.
Y en secundaria, las famosas asignaciones. Trabajos en grupo que los profesores por curso mandaban realizar a los alumnos. Hojas bon tamaño carta u oficio que se tipiaban en maquinas de escribir mecánicas, y se perforaban para luego colocarlas en un folder, insertadas con un ‘fas tener’, (aparatito que servía para unir todas las hojas al folder). El esmero de los alumnos era impresionante, para competir por cual grupo realizaba la mejor asignación (mejor presentación, mejor redacción, mejores dibujos, etc.)
Efectivamente. Los libros eran de consulta. Historia del Perú, Historia Universal, Castellano o Lenguaje, Geografía, Matemática, Literatura, Psicología, Filosofía, etc. Y ojo que no era obligatorio comprarlos, porque el que no podía; tenía que recurrir a la biblioteca del barrio, o a la Nacional, para pedir el libro de consulta – prestadito nomas -. Tenías que sacar tu carnet, en donde figuraba tu foto, con tu dirección incluida, por si te quedabas con el libro. Y los que podían comprarlos, los guarbaban para el siguiente año, para el hermano menor que le tocaba subir en año de estudio.
Y de esta educación “antigua” – como repito – salieron excelentes profesionales. Hasta Presidentes de la República. Entonces ¿De qué estamos hablando? ¿Que la que han impuesto ahora las editoriales con sus libritos de trabajo - disque, altamente interactivos - será la mejor? Yo opino, que todo eso, es un gran negociado.
Lo que pasa, es que estos señores de las grandes editoriales, quieren sacar el mayor provecho al negociado; porque saben perfectamente, que el tiempo se les está acabando. Los alumnos, ya no van a las bibliotecas a consultar textos ¿A dónde recurren? La respuesta es ociosa.
Cuando los libros digitales invadan el mundo, las editoriales quedarán como esas viejas fábricas de tocadiscos o videocaseteras. Nos estamos rasgando las vestiduras por algo que quedará en el pasado, como una vieja historia.
Esto sonará a película de ciencia ficción, pero ya muchos lo han dicho: -“Los alumnos no necesitaran ir a la escuela para aprender. Las clases serán virtuales e interactivas; pero de verdad, no de mentira, como ahora lo son los libritos de trabajo descartables”-
Andrés Arbulú Martínez
Registro automático