Diseño gráfico vs espectador
La composición gráfica reúne y ordena elementos sobre una superficie vacía, para lograr un resultado práctico y estético.
Esta es la misión de un diseñador gráfico, cuya especialidad viene aplicada en la realización de cualquier medio impreso, audiovisual o interactivo; se trata de un arte imprescindible que exige gran capacidad intelectual y buen gusto. El diseñador gráfico debe ser detallista, cuidadoso y poseedor de una alta sensibilidad y conocimiento del medio en que se desenvuelve.
La composición gráfica es el arte y la técnica de proyectar y disponer de diversos elementos que integran una comunicación visual.
La nueva generación de diseñadores gráficos es indudablemente hábil y creativa, pero frecuentemente predomina en ellos la pasión por las maravillas que son capaces de realizar los programas de autoedición, dejando a un lado lo que verdaderamente debe ser más importante en su obra: el mensaje.
A menudo hojeamos revistas donde nos encontramos con un carrusel de anuncios verdaderamente llamativos, por el despliegue de efectos y colorido que muestran; pero, la verdad es que, difícilmente alguno quedará en la memoria del lector.
Esto se debe a la aplicación desmesurada de efectos digitales, difuminados, perspectivas, distorsiones, sombras, transparencias y fuentes decorativas, que distraen la mente del espectador, alejándola de la información que se supone deben contener estos anuncios.
Este fenómeno no es exclusivo de los medios impresos, de igual forma se manifiesta en anuncios exteriores, websites y hasta en la televisión.
Ejemplo palpable lo constituyen los banners; y en este caso la reacción es aún peor: sobreviene la tan comentada "ceguera a los banners". El cybernauta, por un reflejo condicionado, enfoca automáticamente su atención hacia el contenido de la página que le interesa, obviando, absolutamente, la mirada hacia estos anuncios. Este efecto inconciente deriva precisamente de la experiencia del usuario en Internet. Lo que en un principio podía ser interesante, es ahora algo fastidioso y monótono, por lo que nos insensibilizamos a ese tipo de estímulo.
Claro está, siempre hay excepciones. Por ejemplo, el usuario novel sí le presta atención a los banners, pero algún día dejará de hacerlo.
Un caso particular lo constituyen las páginas dedicadas exclusivamente a la promoción y venta de artículos específicos, que con un diseño inteligente basado en banners, logran captar la atención de sus visitantes, justo porque allí los banners son el contenido central de la información.
En conclusión, quizás, uno de los factores causantes de estos productos, sea la prisa, la urgencia, característica de nuestros tiempos. Esto nos lleva a no pensar previamente, sino a sentarnos de una vez frente al ordenador, trazar las medidas del anuncio, pegar el logotipo, teclear la dirección, "bajar" algún clipart... y sobre la marcha veremos que sale!
Con este modus operandis se pierde la esencia del diseñador nato: la sensibilidad. Sólo se logran trabajos básicos y pobres donde se pierde hasta el concepto de la imagen del producto, servicio o empresa que debemos proyectar. No hay que olvidar que el diseñador gráfico es, ante todo, un comunicador visual.
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