Educación para la vida que tú quieres

Es seguro que la has visto pero en caso de que no, un poco más arriba, arriba del título de este artículo, hay una ilustración. En esta hay un hombre leyendo bajo la sombra de un árbol y un poco más a la izquierda, hay un pequeño letrero. Este dice:

“Reflexiones sobre educación para una vida con sentido”

¿Qué quiero decir con “una vida con sentido”? Bueno… es simplemente vivir tu vida de acuerdo al propósito que has decidido que debe tener.

Si no sabes cuál es este, está bien. En algún momento yo tampoco lo supe.

El ejercicio a continuación puede ayudarte a averiguarlo, sé que a mí me ayudó.

Por supuesto que puedes optar por saltar el ejercicio y seguir leyendo el resto del artículo, aunque te recomiendo hacerlo de todas formas.

Bueno… empecemos.

1. Escribe dos de tus principales cualidades, como entusiasmo y creatividad.

2. Escribe una o dos formas en que disfrutas expresando esas cualidades cuando interactúas con los demás, como apoyar e inspirar.

3. Asume que en este momento el mundo es perfecto. ¿Cómo es este mundo? ¿Cómo unos interactúan con otros? ¿Cómo se siente? Escribe tu respuesta como una declaración describiendo la condición fundamental.

Ejemplo: Todos expresan libremente sus talentos. Todos trabajan en armonía. Todos expresan su amor.

4. Combina los tres puntos anteriores en una única declaración.

Ejemplo: Mi propósito en la vida es usar mi entusiasmo y creatividad para apoyar e inspirar a otros para que puedan expresar sus talentos libremente de una forma harmónica y cariñosa.

¡Eso es todo!

Sí, lo sé, no es muy específico. Pero no busca serlo; el ejercicio no te dice qué es lo que deberías estar haciendo con tu vida pero entrega un filtro con que mirarla. Así, al encontrarte ante muchas opciones, tendrás una herramienta con que elegir.

Ahora, cuando decidas hacer algo, lo más probable es que tengas que aprender muchos conocimientos para llevarlo a cabo.

Por ejemplo, para poder crear este blog aprendí  a usar la plataforma en que está situado y programas de diseño para crear el fondo. Para escribir el contenido tuve que aprender, y aún estoy aprendiendo, a expresar mis ideas claramente a través de los artículos, entre muchas cosas más. En resumen… me eduque para poder concretar el propósito que me he planteado.

Eso es lo que quiero decir con una “educación para una vida con sentido”.

Ahora, un requisito fundamental para adquirir este tipo de educación es estar conscientes de qué  es aquello que le da sentido a tu vida, y creo que muchas personas no lo están. Personas que despiertan cada día y se educan o trabajan porque deben hacerlo, no porque les entrega algún grado de felicidad.

Otras son más afortunadas.

Recuerdo que hace 6 o 7 meses, me encontraba disfrutando de un café acompañado de una amiga en uno de mis locales favoritos. Creo que fue la primera o segunda vez que relataba mis ideas sobre la finalidad de la educación, llevábamos un rato conversando y tenía algunas dificultades para explicarlas claramente.

En un momento ella me confiesa que desde los 6 años quería ser psicóloga. Hoy, ella se encuentra titulada y empezando a trabajar en aquello que disfruta. Lo que convierte a esta en una historia feliz.

Quizás te puede parecer increíble que una persona sepa lo que quiere hacer en su vida a tan temprana edad. En realidad no lo es,  la gran mayoría de los niños lo saben. Lo realmente increíble, y destacable, es que su idea haya sobrevivido en el tiempo.

Mi amiga es una persona afortunada.

Pero ahí no termina nuestra conversación. Luego de su comentario le hice una pregunta. No recuerdo la respuesta, pero si la pregunta. Le pregunté por qué, si eso era lo que quería hacer a esa edad, no lo hizo.

No le pregunté por qué no ingreso a los 6 años a la universidad a estudiar. Esa habría sido una pregunta algo extraña. Mi inquietud se refiere a por qué, si eso era lo que le gustaba, no se dedicó a aprender sobre el tema.

Sí, quizás existen muchos conceptos dentro de la psicología que una persona de 6 años no entendería. También se podría decir que un niño no puede tocar el piano porque es una actividad compleja. Aún así, la experiencia nos dice que los grandes maestros se iniciaron en la música a temprana edad.

En realidad, no importa si tienes  6, 10 o 15 años, ¿por qué esperar hasta los 18 años para aprender de aquello que te apasiona y le da sentido a tu vida?

Una respuesta que me podrías dar es que es necesaria una base, y que la escuela entrega esta base.

Es cierto, la escuela te puede entregar muchos conocimientos que te pueden servir en la vida y que pueden ser necesarios para aprender lo que te interesa. Pero no es la única forma de aprender.

Hace un mes, me encontré con un libro titulado “El Teorema de Pitágoras, una historia de 4.000 años”. Según su descripción este teorema fue conocido en Babilonia mil años antes de que Pitágoras lo demostrara, demostración que hoy se encuentra perdida.

¿No encuentras algo extraño en esta descripción? ¿El teorema de Pitágoras tiene demostración? Por supuesto que la tiene, pero para mí fue solo una fórmula enseñada en clase de geometría que memoricé porque se preguntaría en un examen. No tenía idea que tuviera una demostración.

Unos segundos después realicé una búsqueda en Google y entre los primeros resultados apareció Wikipedia. Ahí encontré tres o cuatro demostraciones distintas.

Porque seamos honestos, todo lo que se enseña en la escuela, todo lo contenido en el currículum escolar, se puede encontrar fácilmente en otros lugares.

Es cierto, no todos tienen el mismo acceso a la información, pero ese es un problema que se debe solucionar. Porque si se quiere crear una sociedad con igualdad de oportunidades, es necesario que cada una de las personas que la componen tengan igual acceso al conocimiento. Es un requisito mínimo.

Ahora, me puedes decir que otro de los objetivos de la escuela es el desarrollo intelectual de las personas. En realidad… no creo que haya una sola forma de lograrlo; el aprender aquellos conocimientos que te apasionan es una forma distinta de desarrollarte intelectualmente, pero no menos válida.

Quizás, después de tanta crítica, puedes pensar que estoy en contra de la existencia de las escuelas. Pero no es así.

He escuchado y leído muchas teorías de por qué se inventó el sistema escolar. La más recurrente relata que la Revolución Industrial creó una necesidad por trabajadores educados. En verdad no sé por qué las escuelas existen, quizás nunca lo sepa. Tampoco sé si importe. Lo que debe preocuparnos es que las condiciones que justificaron su existencia ya no son las mismas. Los tiempos y necesidades son otros.

Esto nos lleva a la pregunta: ¿cómo deben cambiar las escuelas? Esa es una decisión que debe tomar la sociedad en su conjunto. Pero espero que se tome en cuenta que las escuelas deben estar al servicio de aquellas personas que buscan educarse, y no al contrario.

¿Cómo quisiera que mis hijos se educaran? Me gustaría que pudieran aprender aquellos conocimientos que los hagan felices. Que se eduquen con el fin de realizar el propósito que ellos han decidido que le da sentido a sus vidas.

Cuando era un niño de solo 10 o 11 años de edad, quería ser inventor. Recuerdo que tenía el hábito de disfrutar mis juguetes por un tiempo y luego los desarmaba para saber cómo funcionaban. Mis padres no tuvieron problemas con esto, hasta que con mi hermano desarmamos el televisor.

En la escuela, todos los martes y jueves, existía un taller de invención, del cual obviamente participaba. Este no duró mucho, un año, pero de todo el tiempo que pase dentro del sistema escolar, ese fue el más feliz de todos. Cada día despertaba con un sentimiento de anticipación esperando que llegaran esos dos días de la semana.

Me gustaría que todas las personas pudieran compartir este sentimiento. Pero, para que eso suceda, las escuelas deben cambiar.