Arreando neuronas
Escribir es realmente emocionante, y es alimenticio – “¿cómo?” – Sí, porque alimenta nuestro espíritu. Después de escribir algo, uno se siente como liberado y alimentado psíquicamente, es también como la catarsis de la que nos habla la medicina humana. Pero a veces para mí, se me hace duro hacerlo. En otras palabras: me da flojera.
Gracias a Dios que para esta mala costumbre, que me invita a convertirme en un haragán literario, tengo un amigo que me empuja a escribir, y en hora buena. Un amigo que hace que se pongan a trabajar mis neuronas. Neuronas que necesitan que alguien las arree con látigo en mano. “Ya pónganse a trabajar, no sean ociosas”
El amigo en mención, en realidad me plantea una interrogante que navega por la inmensidad de la filosofía. Esa misma inmensidad que al tratar de internarnos en ella, nos lleva a callejones sin salida, del cual no podemos encontrar el final, ni respuesta. El correo de mi amigo dice lo siguiente – trataré de comentarlo párrafo por párrafo, que son pocos pero profundos -:
“Hola Andrés: Amigo hace mucho que no escribes y me pregunto: ¿Por qué? Bueno quiero compartir contigo un pensamiento que gira en mi mente: Comenzaré diciéndote que la vida es un regalo de Dios para el ser humano. Esto estoy seguro que ya lo sabes. Pero quiero entrar en un detalle, si la vida es un regalo, entonces como tal uno debe aceptarlo con agrado, aunque cada situación de este don maravilloso amerita una decisión a tomar. El lado positivo y el lado negativo de cada problema o situación no agradable, es factible de ser asumida o no”.
Bueno ya se sabe que si no escribo es por pura flojera, pero lo que sigue también es verdad. La vida verdaderamente es un regalo de Dios, porque nosotros no decidimos si venimos o no a este mundo. Pero con razón abierta, es bien difícil que alguien acepte lo que le ha tocado vivir, y más aun si esta situación es adversa a situaciones agradables de vivir – no necesariamente -. Nuestra sociedad humana está formada por diferentes estratos socioculturales, entre pobreza y abundancia, y los seres humanos podemos nacer en cualquiera de ellos, y lamentablemente la formación del nato, en su infancia y hasta la adolescencia, es decirle que si no tiene pertenencias materiales, nunca podrá ser feliz.
Y mi amigo me sigue comentando:
“Si nuestra existencia fuera sencilla (sinceramente pienso que no lo es), no habría quizá “emoción” de vivirla. Digo esto porque nuestra naturaleza es así, imperfecta. Y es justamente el camino que debemos seguir, aquel que nos lleve a la perfección (aunque nunca lleguemos a ella); y eso hace cada situación, una esperanza, una motivación, un querer alcanzar lo que deseamos”.
Yo creo más bien que el ser humano ha sido perfectamente creado. No hay máquina más perfecta que el ser humano. El hombre jamás podría crear algo parecido. Para poder analizar y comentar esto tengo que remitirme a mi propia existencia. Lo que me emociona es mi trabajo. Y soy feliz con lo que Dios me ha dado, con el fruto de mi esfuerzo. Y lógicamente trato de alcanzar algo más. Pero ¿Qué, es ese “algo más”? Trato de llenarme de conocimientos científicos intelectuales, trato de ser mejor persona y pienso que las cosas materiales llegaran por añadidura.
Mi amigo continúa:
“En este momento me pregunto: ¿Existen razones que trasciendan las leyes humanas o escapen de las meras exigencias “morales” de la sociedad? ¡Yo creo que sí! La vida es un don y un valor supra alto para que algo o alguien impida que se realice de la mejor manera y alcance el estado que merece. Una persona merece vivir, perdón VIVIR ese don que Dios nos ha dado, pero para ello debe despojarse de mucho, especialmente de los prejuicios y de todo aquello que muchas veces la sociedad ha impuesto como deber. Quisiera que me hagas un comentario al respecto”.
Sigo internándome en mi propia existencia para poder comentar. Pero ojo que no trato de ponerme como ejemplo, ni modelo a seguir. Solamente trato de verlo desde mi punto de vista existencial.
Primeramente creo que hay que tener en cuenta que las leyes humanas tienen que ser entendidas como leyes naturales. Porque pienso también que moral, es el trato que da el ser humano a una ley natural. La sociedad por una mera exigencia moral, no podría decidir que nazcamos en una familia de mucho poder económico, porque eso es “bueno” moralmente hablando para el ser humano.
En mi caso son varias las personas que han tratado de cambiar o influir en mi vida, para que esta no se realice de una manera tranquila y sosegada. Por supuesto que no mencionaré nombres, pero muchos me dijeron que mi matrimonio no duraría, que debería separarme de mi esposa para saber si en realidad la quería.
Para mí no es un deber seguir unido a mi esposa, para mí no es un deber vivir una vida tranquila y ordenada. Y si escribo esto no es para – como me dijera alguien – “tu escribes esto para que tu esposa diga que eres bueno” simplemente escribo y actúo de la manera que creo me sentiré mejor, tranquilo y sin perturbaciones. ¿Está mal desear eso?
Para finalizar, quiero darle gracias a mi amigo por hacer que funcionen mis neuronas, y repetir que no me quiero poner como un ejemplo a seguir, sino más bien como alguien que cuenta sus experiencias de vida para reflexionar. Como quisiera que todos los que leen lo que escribo, me interrogaran también en cualquier tema, para seguir escribiendo y que mis neuronas no se pongan más flojas de lo que son.
Andrés Arbulú Martínez
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