Reforma del Estado y Crisis Financiera
Es un hecho conocido por especialistas y gente común y corriente que actualmente el mundo no termina de salir definitivamente de la aguda crisis financiera, con graves repercusiones en el ámbito real de la producción y el empleo que, a su vez, vuelve a generar efectos en el área financiera. En una palabra, es un círculo que amenza la generación de riqueza y crecimiento a largo plazo.
Hay un origen de plazo inmediato, mediano y largo según sea lo que se vea.
Para algunos, esta crisis y otras anteriores, como la rusa y la asiática, entre otras, tienen su origen en la deficiente estructura del sistema financiero internacional que se creó en Bretan Woods, EEUU el año 1974, en que participó el Perú y que colapsó a inicios de la década de los 70 durante el gobierno de Nixon , mediante la eliminación de la paridad de una onza de oro a cambio de 35 dólares.
Desde entonces, de hecho, dejó de existir el conocido Sistema financiero internacional, de respeto obligatorio para los países subdesarrollados pero no así para los fuertes y desarrollados, pues como dijo el mismo Presidente Nixon, “la economía norteamericana es lo suficientemente fuerte para bajar su seguridad u otra especie, pero nuestros países, “subdesarrollados” o “periféricos” sí han necesitado y necesitan tener monedas respaldadas por oro y diversas divisas, como es el dólar norteamericano o el euro europeo, monedas cuyo valor es volátil, sobretodo el del dólar.
Lo es que esta crisis sigue vigente en sus aspectos reales y sicológicos sobretodo en los Estados Unidos de América, cuyo Presidente de la República debe enfrentar el poder de los dueños del capital financiero internacional, acostumbrado a tener grandes ganancias, a base de la alimentación y salud de los pobres, tanto en los EE.UU. como en otros países.
Ni Obama, queriéndolo, ni García, por propia voluntad, han hecho una reforma del Estado para destrozar el poder financiero oligopolico que afecta a los productores de todo el planeta, especialmente a los más débiles.
Los trabajadores del Estado deben tener capacitación mediante cursos de su interés.
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