La trampa del perdón
El perdón es, a mi juicio, un caballo de troya de la moral y la política en un terreno que no les pertenece: la psicoterapia. Y es también una burda defensa neurótica contra el odio y el sentimiento de culpa, que mucha gente -y muchos terapeutas- no soportan. Por tanto, la insistencia de tantas personas por mezclar ambas cosas -el perdón y la psicoterapia- sólo acarreará más mentiras y defensas neuróticas a la gente, y por ello una prolongación cruel e innecesaria de su dolor. Intentaré aclararlo.
La finalidad de la psicoterapia -al menos la psicodinámica- no es modelar al sujeto en busca de resultados "felices" al gusto moral/social. Tampoco es echar tierra sobre sus legítimos sentimientos de odio, ira y otras actitudes supuestamente "negativas". La finalidad de la psicoterapia es ayudar a la persona a aceptar todo ello sin remordimiento alguno, liberándola así de muchos conflictos internos. Por tanto, los efectos de una buena psicoterapia pueden ser muy distintos según cada individuo. Por ejemplo, los hay que perdonarán. Los hay que se darán permiso para no perdonar jamás. Los hay que se reconciliarán con sus parejas o familias. Los hay que se divorciarán definitivamente o se alejarán de aquéllas. Etc.
El extendido tópico de que "sanar es perdonar" es, así, peligrosamente ambiguo. ¡Naturalmente que, en términos ideales, la salud total genera perdón total! Pero hay dos problemas. Primero, que suponer lo inverso, es decir, que "perdonar produce salud", es completamente ilusorio. Y segundo, que, en términos realistas, ¿quién tiene una "salud total"? Yo, al menos, jamás he conocido a nadie. Entonces, si el resentimiento nunca desaparece del todo, ¿por qué proponer su extinción como objetivo terapéutico? Por no hablar del hecho de que hay crímenes parentales de tal magnitud -brutalidad, incesto continuado, desamor extremo, abandono, etc.- cuyo "perdón" es inhumano pretender (1). Por tanto, si el perdón llega espontáneamente con el tiempo, perfecto. Si no llega, perfecto también. Insistamos en que la psicoterapia no es una religión ni un método moral, sino una técnica de higiene psicofísica.
¿Qué sucede, entonces, con las terapias que buscan expresamente el perdón? Ocurre que muchos pacientes, por la sugestión/presión de la terapia, llegan a creer que efectivamente han perdonado a los personajes negativos de su vida, cuando lo único que realmente han conseguido es darse un maquillaje de perdón, reprimir más hondamente su hostilidad y, en consecuencia, dificultar aún más el acceso a la psicodinámica secreta de sus síntomas... que naturalmente siguen ahí, más "misteriosos" que nunca. "¿Por qué sigo sintiéndome mal, si ya perdoné? En algo sigo equivocándome", es la duda típica de estos engañados, que simplemente han sustituido el culpar a otros por el culparse a sí mismos. Así pueden sufrir/perder inútilmente varios años de su vida, hasta que hallan algún terapeuta capaz de abordar -¡otra vez!- sus heridas básicas y ayudarles a limpiar definitivamente toda la basura -incluido el falso perdón- que otras "terapias" quisieron imponerle.
Como no me canso de repetir, amar no es obligatorio. Perdonar no es obligatorio. El Cuarto Mandamiento es una trampa. El "happy end" moral/social no es psicoterapia. La psicoterapia no debe mezclarse con filosofías extrañas. Y, finalmente, nadie está legitimado para recomendar el perdón a nadie, sobre todo cuando no puede soportar por miedo o culpa los sentimientos hostiles del prójimo, fundamentalmente porque ni siquiera ha elaborado el odio y la rabia contra su propia familia.
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1. Si a una mujer ferozmente maltratada por su marido no se le pide que "perdone", sino que denuncie y se divorcie, ¿puede alguien presentar algún argumento razonable, justo y humanista por el que el trato a los padres patógenos deba ser diferente?
José Luis Cano Gil. Psicoterapeuta y Escritor. http://www.psicodinamicajlc.com
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