¿Estimulación temprana o educación temprana?
¿Estimulación temprana? ¿Educación temprana? Muchos se estarán preguntando: ¿realmente existe una diferencia entre ambas? Conversemos un poco de que lo que involucra cada una. A primera impresión podrían parecer lo mismo, sin embargo, si nos detenemos a observar de cerca podemos encontrar grandes diferencias. Si bien ambas son dirigidas a niños entre 0 y 3 años, cada una tiene objetivos y metodologías diferentes. Creo que no existe mejor decisión que aquella que se toma a consciencia, así que a informarnos y a tomar la decisión que mejor nos acomode, que vaya más con la personalidad de nuestros hijos y que vaya acorde con nuestro estilo de crianza.
Hoy en día los padres se ven enfrentados a una cultura altamente competitiva, en la que se nos dice que mientras más rápido caminen, hablen y salten los niños, más éxito tendrán en la vida. Se nos enseña a mirar a los hijos a través de lo que les falta lograr por ejemplo “mi hijo todavía no camina”, “mi hija no gatea”, mirando constantemente las cosas que no se están dando como “deberían”. ¡Que importante poder parar un momento y mirar todo lo que sí está logrando!
Se sabe que los tres primeros años de vida son decisivos para el futuro desarrollo físico y psíquico de los niños. Debido a la plasticidad neuronal el cerebro del niño realiza la mayor cantidad de conexiones entre neuronas durante esta fase. Es debido a esto que hoy en día se le presta tanta atención a esa etapa y que los padres buscan estimular a los niños de todas las maneras posibles. Sin embargo, existe una gran diferencia entre estimularlos y sobre estimularlos.
Una de las grandes diferencias entre la educación y la estimulación temprana es el rol que tiene el niño en su propio desarrollo y aprendizaje. La estimulación temprana surge en los años 50 como una disciplina clínica dirigida exclusivamente para niños con dificultades de desarrollo. En ese momento se les solía aplicar una serie de estímulos y ejercicios sensoriales y motores para lograr activar ciertas áreas que se encontraban en déficit.
Con el boom del enfoque conductista, ésta práctica se ha visto difundida y hoy en día es dirigida para todos los niños entre 0 y 3 años con un desarrollo regular. Durante las sesiones de estimulación temprana, se estimula al bebé o al niño a través de ejercicios o actividades dirigidas de manera sensorial, motriz y a través del lenguaje. Ésta estimulación que promueve el desarrollo de las capacidades cognitivas, físicas y psíquicas se encuentra sujeta al adulto que acompaña al niño: es él el que les realiza los ejercicios, los mueve, los sube y los baja.
En el caso de la educación o acompañamiento temprano como también se le conoce, lo que se busca es acompañar al niño y a su familiar en el desarrollo. A través del acondicionamiento de espacios y actividades que puedan ser estimulantes de por sí se permite una exploración libre. La educación temprana toma en cuenta la importancia de dosificar los estímulos del entorno, sin forzar a los niños a realizar actividades o consignas para las cuales aún no están preparados.
Un espacio de acompañamiento o educación temprana será un espacio que no requiera de muchos materiales o aparatos sofisticados, sino más bien de ambientes estables y tranquilos, con materiales de distintos tamaños y texturas que desafíen la imaginación de los niños, promuevan su curiosidad y creatividad.
El rol del adulto que lo acompaña será el de involucrarse en su juego, seguirlos en su propio interés, nombrar los objetos y los afectos sin necesariamente guiar sus actividades o realizar con ellos determinados ejercicios. Esto se basa en la creencia de que los bebés y niños no aprenden porque los adultos se lo dicen, sino a través de la exploración y del aprendizaje en acción. A los niños no hay que enseñarles a jugar, el niño sabe jugar, hay que más bien permitirle jugar libremente en un entorno seguro.
Entonces, ¿Estimulación o educación temprana? La decisión se encuentra en las manos de cada padre, pero recuerden que debe ser una decisión consciente, que vaya de la mano de los objetivos de cada familia y de cada niño. Una u otra, ambas favorecerán el desarrollo de sus hijos, solo tomen en cuenta que las metas y objetivos que planteen dichos programas sean acorde a las necesidades y a la edad de sus hijos, que sean metas que ellos puedan lograr y no metas que les sean impuestas.
María del Pilar Vicente
Psicóloga Clínica
Psicóloga Clínica Maria del Pilar Vicente 956965016
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