EL SANTO TRIBUNAL Y EL APOSTATA DE LA FE: DOS PROSTITUTAS DEL CAPITALISMO

El pasado sábado 30 de junio fue publicado en La Prensa Grafica, periódico matutino salvadoreño que en los últimos meses no ha gozado de las mejores venturas por sus constantes violaciones a los derechos de libre expresión, un texto del señor Sergio Ramírez titulado “APOSTATA DE LA FE” en el que contestaba a Pascual Serrano su artículo publicado la primera semana de junio en Rebelión bajo el tema “¿Es usted un guerrillero latinoamericano convertido al neoliberalismo? En diario El País hay un sitio para usted”. En el segundo escrito, el de Pascual, se acusa a Sergio de ser un “reconvertido al neoliberalismo”. En el primero, Ramírez dice ser un izquierdista. La contraposición se debe a que el autodenominado APOSTATA en un título anterior publicado en diario El País abría criticado al presidente Hugo Chávez por la decisión de no renovar la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV). Habría que hacer una aclaración previa a Serrano: no estar de acuerdo por tal o cual acción de un mandatario de izquierda no convierte a nadie, automáticamente, en un neoliberalista. Pero de allí a que alguien que se define como “izquierdista” opine sobre algo de lo que no ha investigado y emita juicios de valor sobre lo que ha oído en los medios de comunicación es no solo anti ético, sino poco profesional.

En el tiempo en que vivimos, cuando se plantean y repiensan teorías sobre el socialismo por el nuevo auge de las fuerzas progresistas en el poder latinoamericano, las primeras discusiones sanas y malsanas se dejan ver dentro de las mismas filas izquierdistas. La desunión de la izquierda latinoamericana siempre ha estado a la vista y ha sido de lo que las derechas se han aprovechado. Dentro del socialismo latinoamericano han existido múltiples planteamientos: desde los que quieren o quisieron aplicar los preceptos del comunismo al pie de la letra, hasta los que han pretendido reformar el comunismo y aplicarlo al talante Stalin. Lo que no se han puesto a pensar es que esta división lejos de ser productiva (permítaseme este termino capitalista) hace que la izquierda se debilite a sí misma. Lo mejor sería “repensar” no solo la política, como se hace en numerosos congresos regionales de politólogos, sino “repensar el socialismo”. Sé que esto lo ha propuesto el presidente venezolano, pero es tiempo que se tome en serio.

Las discusiones de si se es o no socialista, o si te acuso de haberte convertido en neoliberalista, son totalmente ridículas. El gran problema de la izquierda latinoamericana ha sido no autocriticarse. Si el señor Sergio Ramírez está criticando la izquierda desde la izquierda, como lo ha planteado, puede ser el primer paso para que nazca la teoría del verdadero “Socialismo del Siglo XXI”. Si, por el contrario, la izquierda no se critica a sí misma se puede caer en el craso error que calló el comunismo soviético: desaparecer por ser totalitario y aceptar solo sus dogmas. Hoy, a diferencia del socialismo soviético, se pretende formar un socialismo dentro de la democracia. O mejor dicho, una democracia más social.

El problema en esta sarta de dimes y diretes es simplemente que no se aporta nada; para variar. Ambas partes se quedan tan cortas que solo se critican uno al otro, o se defiende uno del otro, en vez de pensar o repensar, ya que anduvieron en las guerrillas y tuvieron ya la experiencia de ser verdaderos revolucionarios, el nuevo socialismo. Pongamos un ejemplo: Pascual gimotea al advertir que “En este referente cultural se ha convertido el que fuera líder sandinista con tal de criticar a Hugo Chávez” y lo acusa de “abandonar su ideario revolucionario y subsistir con esa tan rentable profesión de ejercer de antiizquierdista”, mientras que Sergio solloza y dice que “el Santo Tribunal” lo ha sentenciado a ser excomulgado y a ser “enviado al plan de los infiernos donde se consumen entre llantos y crujir de dientes los condenados de la derecha”. Perder el tiempo en estas cuestiones; ser férreo defensor de un mandatario y centrar el socialismo en una figura heroizada; acusar al que me acusa; hace que uno y el otro se conviertan en prostitutas del capitalismo. Se hace precisamente lo que las derechas latinoamericanas desean: debilitar “la plaga comunista”. Más que parecer que son izquierda y derecha denotan ser hermanas halándose el pelo y arañándose.

Analicemos mejor el problema desde un contexto latinoamericano focalizado en dos países: Venezuela y El Salvador. Dígame usted, señor Ramírez, ¿Es totalitarismo abrir en Venezuela una Jornada de Comunicaciones sobre “el derecho ciudadano a informar y estar informado” donde se ha permitido el ingreso de muchas personas del común y en el que se ha considerado a una representante de Patria Exacta, por ejemplo, disertar sobre el tema siendo, esta web que ahora lee, un proyecto que ha nacido de un ciudadano salvadoreño en ningún momento relacionado con el gobierno de Chávez y además permitirle a esta misma web producir programas desde Centro América para trasmitirlos por la nueva televisora que usted advierte ser la usurpadora del puesto que desocupó la que fue condenada “al cierre obligado” “por ordenes” del presidente bolivariano? O mejor aun, ¿Es democracia la de El Salvador, donde hay un gobierno de derecha del mismo partido político desde hace casi 20 años el cual cierra canales de televisión y radio cuando quiere, donde no se apoya de ningún modo un proyecto como el presente porque es “de los subversivos salidos de las cuevas de víboras comunistas”, en el que solo se permiten marchas pacificas y libre expresión en protestas so pena de aplicar leyes inconstitucionales y condenas hasta de 60 años de prisión al opositor “por terrorista”? Y usted señor Pascual, ¿Es legitimo, ético y verdaderamente revolucionario no aceptar los errores en los que ha caído la izquierda oficial desde los años del estalinismo; es objetivo y apegado a la verdad decir que Cuba es la tierra de las libertades, decir que Ortega no era la mejor opción para Nicaragua, que la Unión Soviética calló porque sacaba más dinero de lo que ganaba o que Chávez parece estar caminando más al autoritarismo que a la democracia social? O mejor, ¿Sería más importante denunciar a los gobiernos verdaderamente autoritarios, como el salvadoreño, que no permiten a nadie decir nada contra ellos así sean organismos serios como el PNUD que acaba de dar sus valoraciones sobre la ineficiencia de la seguridad en El Salvador y el gobierno empezó su típica campaña mediática de desprestigio a la institución acusando a los consultores con ser militantes del partido de izquierda oficial salvadoreño? Me parece que invertir el tiempo en ese tipo de análisis en nada va a aportar al proyecto socialista.

Debatir sanamente sobre temas como el arribo al poder del socialismo, de cualquier tipo, en Latinoamérica seria lo mejor. Hablar sobre los proyectos integracionistas del Bloque Latinoamericano, de la constitución del Banco del Sur, el Bloque Económico y Comercial Latinoamericano con la apertura que promueve el MERCOSUR, la esperanza que llega a Centro América con dos países que le han dado el Órgano Ejecutivo a la izquierda, la inaplazable perdida de esperanza que sería el reconfirmarse en el poder el partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) en las elecciones generales de 2009 en El Salvador que podría llevar a un inminente colapso regional por garantizar con ello otros 20 años de gobiernos de derecha extrema en la tierra cuzcatleca supeditados al control económico y político de Estados Unidos.

Pero no. La mofa de politólogos de izquierda que se creen críticos geopolíticos pierden el tiempo en discutir sobre sus posturas personales ante los temas de poca o nula relevancia. Pretenden saberlo todo y no aportan absolutamente nada a la revolución. Más les valdría arrepentirse de sus pecados, darse golpes en el pecho o resignarse a ser los únicos socialistas de-a-pecho retorciéndose en el lago de fuego que arde con dinero y azufre junto al “chimbolero” derechista neoliberal. Recuerden, socialistas viscerales, que si Berlín y Moscú no hubieran caído hoy no discutiríamos sobre replantear el socialismo. Algo falló allá, y nosotros, los que pensamos en el presente y en el porvenir de nuestros ideales, no debemos repetir los errores de los antecesores.

Publicado originalmente en: http://www.patriaexacta.com