La terapia de regresión: “Volver al pasado para comprender el presente”
La psicoterapia es el proceso de asistencia al paciente para llevarlo a un estado de armonía y equilibrio. En el campo de la regresión esos objetivos son similares a los que plantea cualquier otra forma de psicoterapia: el alivio de las crisis y conflictos, mejora de las relaciones y el aumento del sentido de autoestima y valía propia. Uno de los objetivos más importantes es la aceptación de quien uno es en cualquier área o nivel de nuestra vida, dirigiendo para ello a la persona a un sentimiento de confort y bienestar consigo mismo sea cual sea la situación en que la vida nos ha colocado. El postulado - si es que podemos llamarlo así - de la terapia regresiva es hacer consciente lo inconsciente, de manera que podamos ser nuevamente libres a la hora de tomar opciones o decisiones y no sigamos actuando por condicionamientos inconscientes.
Hoy en día muchas personas buscan nuevas formas de manejar problemas arraigados que, aunque quizás presentan manifestaciones actuales, fueron provocados por una experiencia emocional más temprana. Estos problemas actuales pueden abarcar una gama amplísima de situaciones no deseables, como por ejemplo: el miedo a las relaciones o la dependencia, fobias, sentimientos de incapacidad, rechazo, rabia, depresión, conductas exageradas, etc. No obstante hay un hecho común en todos ellos: si hemos de ayudar a una persona a erradicar un problema y a vivir una vida más plena y feliz, es necesario que reconozca y comprenda las causas que originaron su condición actual. La manera más directa de hacerlo es mediante la terapia regresiva.
La terapia regresiva se diferencia de la terapia convencional en que es conducida en un estado alterado de conciencia. Entrar en un estado alterado de consciencia no es nada más que un proceso de restricción e intensificación del foco de atención. El aumento de focalización interna de nuestra atención, que implica una limitación progresiva de la atención sobre nuestro entorno, es correlativa con la aparición de bajas frecuencias cerebrales en el electroencefalograma.
Los estados alterados de conciencia no son inusuales. Muchos de nosotros entramos en ellos sin darnos cuenta: cuando estamos leyendo un libro o viendo una película tan concentrados que dejamos de escuchar las voces a nuestro alrededor, o el ruido del tráfico, o incluso de las obras en la calle. A veces esto también ocurre mientras conducimos por una autopista; cuando miramos el reloj resulta que ha transcurrido más tiempo del que imaginábamos, simplemente porque estábamos completamente absortos en nuestros pensamientos.
En la terapia regresiva utilizamos esa capacidad mental de concentración interna para recuperar del archivo de nuestro subconsciente recuerdos de nuestra infancia, adolescencia, nacimiento, vida prenatal, vidas anteriores o incluso la vida suspendida entre muerte y nacimiento.
Todo individuo posee un “sistema de archivo” subconsciente, donde almacena de forma permanente todo lo que una vez viera, oyera, o sintiera. Sin embargo, por medio de distintas técnicas es posible entrar en ese “sistema de archivo” y revivir la experiencia tal y como se produjo en su momento para comprender nuestras reacciones y conductas actuales.
Esta terapia posee la misma eficacia tanto si creemos en la reencarnación como si pensamos que los hechos revividos son producto de la fantasía de nuestro subconsciente. Esas fantasías revelan una información importantísima que nosotros hemos creado y por lo tanto absolutamente válida para un trabajo terapéutico puesto que la única verdad es la verdad que existe dentro de la mente de esa persona.
Las emociones junto con las somatizaciones y los criterios mentales que surgen en esos momentos de la regresión son absolutamente válidos, puesto que nos muestran cómo está grabada y asociada la información en nuestra mente. La liberación de esos contenidos es el primer factor terapéutico, luego creamos nuevas asociaciones mentales que permitan a esa persona transformar su conducta y sus emociones, acompañándola en su proceso de cambio.
Quisiera recalcar que en ningún momento la persona pierde la noción de dónde está y que no queda en absoluto inconsciente. Esto ocurre tanto si la inducción a la regresión ha sido con técnica hipnótica o no hipnótica.
Hoy en día existe mucha confusión sobre regresiones hipnóticas o no hipnóticas y esto sólo ocurre porque hay muchos malentendidos y mala información sobre hipnosis.
Sólo en un tercer grado de hipnosis la persona puede crear una amnesia, sea ésta espontánea o provocada por el terapeuta, y no recordar nada en absoluto de lo que ha experimentado. Esta es la hipnosis que se utiliza en escenarios teatrales o en televisión, pero nunca en terapia clínica. Por lo tanto la persona siempre está plenamente consciente
Uno de los privilegios de este tipo de terapia es poder recuperar niveles de conciencia y comprensión espiritual que luego utilizamos para transformar creencias, ideas o la manera cómo enfrentamos nuestra vida actual.
Estos estados son muy importantes puesto que podemos entrar en contacto con nuestros guías, estableciendo un diálogo interno con ellos, recibiendo sus consejos sobre nuestros problemas o los propósitos que nos hicimos al venir a esta vida.
En algunos casos he podido ser testigo de cómo personas que habían perdido algún ser querido, los reencontraban y dialogaban con ellos en ese estado particular de conciencia, saliendo totalmente reconfortados de ese encuentro.
Con estas palabras estoy intentando exponer que a través de estos estados alterados de conciencia, la persona se pone en contacto con una conciencia expandida que no esta limitada por la identificación con un cuerpo y unas creencias y puede llegar a obtener una gran sabiduría de sí misma.
Para la persona es muy importante recuperar su patrón evolutivo. Desde ese estado puede ver en qué momentos ha evadido su responsabilidad, ha cometido errores o ha dejado cosas pendientes, porque todo aquello que no hemos enfrentado o no hemos solucionado se repite y vuelve a presentarse hasta que la persona aprende la lección implícita que había en aquella situación.
Uno de los momentos más emocionantes de la regresión a vidas pasadas es cuando la persona revive su muerte, deja su vehículo físico y recupera un estado de conciencia, desde el cuál hace una revisión de su vida anterior y entiende sus fallos y sus aciertos. Desde ese estado de conciencia planifica y acepta unas nuevas condiciones de vida, con situaciones muy concretas que le permitirán aprender aquello que quedó pendiente.
Recuperar este entendimiento es fundamental para poder tener una perspectiva más amplia y significativa hacia lo que quizás hasta ahora se consideraba un conflicto y no una oportunidad de crecimiento.
Muchas personas se han sometido a terapia regresiva sin pretender solucionar ningún problema en concreto y han salido enormemente beneficiadas por el solo hecho de perder el miedo a la muerte, de sentir que no se nos juzga ni se nos condena por nuestros errores y sobre todo por poder entrar en contacto con una luz maravillosa que ellos mismos identifican como una fuente de AMOR ABSOLUTO E INCONDICIONAL.
Porque además de haber podido reconocer en personajes de vidas anteriores a personas que ahora están también en su vida actual, de haber solucionado problemas y entendido el porqué de ciertos hechos, el aroma de haber entrado en contacto con algo maravilloso que nos ama incondicionalmente suele acompañar a esas personas el resto de sus vidas, ofreciéndoles una perspectiva distinta a la que tenían anteriormente sobre lo que es la vida en sí misma.
por Cristina San Miguel
Editado en la revista MEMORÁNDUM, 1997
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