El arte de escuchar
El hablar no puede lograr resultados eficaces si nadie escucha con atención. El escuchar con atención es una habilidad poco común. Se hace todos los días pero con demasiada frecuencia se hace en forma deficiente. Requiere concentración, el deseo de comprender, una clara conciencia del significado de lo que se expresa y buen juicio respecto a como actuar.
Los malos oyentes se impacientan considerando que el escuchar constituye una imposición. Los oyentes agresivos escuchan con tanta atención y en forma tan visible que intimidan a los oradores por la intensidad con que escuchan. El oyente seudointelectual es sordo a las emociones del orador y solamente trata de captar ideas que él pueda utilizar. El oyente pasivo no aporta ninguna contribución y se limita a expresar su conformidad con movimientos afirmativos de su cabeza a lo que el orador expone. El oyente inexacto interpreta el significado de lo que escucha en forma que desvirtúa la intención de lo que el orador expresa.
El escuchar en forma deficiente incluye el decidir que el tema que se expone carece de interés, criticar los modales del orador, poner atención solamente a los hechos, formar demasiado pronto una opinión, dejar de entender los aspectos difíciles y soñar despierto.
El buen escuchador prestará también atención a las expresiones faciales del orador, a sus gestos y al lenguaje de su cuerpo. Admitirá su desconocimiento de algunas cosas y formulará preguntas para aclarar aspectos confusos. No hará juicios prematuros ni evaluará cada afirmación escuchada, pero creará una atmósfera agradable y acogedora que alienta y estimula el hablar con libertad.
El buen escuchador controla también su enojo, especialmente cuando es atacado, con insinuaciones étnicas, raciales o de orden sexual.
Existen cuatro fases en el proceso de escuchar con eficiencia: percepción, interpretación, evaluación y respuesta o reacción. La mente puede recibir información aproximadamente a dos veces la rapidez promedio de la expresión verbal. La capacidad en exceso debiera emplearse en la interpretación y la evaluación. Pero con demasiada frecuencia no es así utilizada sino que se le deja vagar sin objetivo definido.
Escuchar es una Habilidad que se Aprende.
Un error muy común es asumir que la habilidad de escuchar está basada en la inteligencia. No es así. Escuchar es una habilidad que se desarrolla y que nunca es instintiva. Se puede aprender a escuchar sin tener necesidad de tener un alto IQ (cociente de inteligencia). Esto ha sido comprobado en las pocas escuelas y compañías en las que se enseña a escuchar en forma eficiente.
El porcentaje de conceptos retenidos por los escuchadores después de haber recibido el entrenamiento para escuchar fue algunas veces hasta tres veces más alto que antes de recibir la capacitación. Hasta personas con deficiencias para oír mejoraron en su percepción y retención de conceptos; por consiguiente, no culpe simplemente a sus oídos si usted es un escuchador deficiente.
Otro concepto erróneo es que cualquier persona que escuche mucho será un buen escuchador. De nuevo esto no es necesariamente cierto. La práctica produce permanencia, no perfección. Si una persona ha desarrollado malos hábitos de escuchar, la práctica repetida de esos malos hábitos solamente los harán más difíciles de eliminar o cambiar.
El desarrollar habilidades para escuchar puede ser mucho más importante de lo que nos demos cuenta. Se han efectuado muchos estudios para determinar como el tiempo de una persona es realmente empleado para escuchar. Uno de esos estudios llegó a la conclusión que la persona promedio de negocios emplea el 40 por ciento de su tiempo de trabajo escuchando.
Muchas de las cuestiones más importantes del mundo se tramitan alrededor de mesas de conferencias. En estas reuniones, cuando una persona habla es extremadamente importante que todas las otras escuchen. Una decisión basada en una declaración erróneamente interpretada pudiera afectar a millones de seres humanos.
Es igualmente importante que usted aprenda a ser un escuchador eficiente. Sus decisiones puede que no afecten a millones de personas, pero sin lugar a dudas afectará a la persona con la que usted está el mayor tiempo. ¡Usted mismo!.
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