Mediación escolar
Uno de los mecanismos para establecer en los centros educativos por los que aboga buena parte del colectivo docente para evitar agresiones físicas, verbales y sociales es la mediación escolar, regulada por ley con efectos positivos en países como Argentina. La Generalitat de Catalunya, atendiendo a estas experiencias, ha convertido la mediación escolar en el eje de su proyecto de decreto de derechos y deberes de los alumnos y regulación de la convivencia de los centros docentes no universitarios. La mediación es un método de resolución de conflictos aplicable a todos los ámbitos de las relaciones interpersonales: escuelas, empresas, familias, etc. La mediación parte de la idea de que la violencia deriva de pequeños conflictos que no se han canalizado adecuadamente. Quienes defienden este sistema piensan que el no poder verbalizar un conflicto crea una frustración que provoca una agresión. Por ello, la solución pasa por crear la figura de un mediador imparcial que ayude a las partes a reflexionar, dialogar y pactar un acuerdo. La mediación escolar consiste en que, ante un conflicto entre dos alumnos, un tercero, desde una posición equidistante entre las partes, les ayude a dialogar para acercar sus posturas y solucionar la disputa por ellos mismos. Este método se crea como alternativa a las sanciones por parte de docentes, un sistema autoritario que no suele solucionar el conflicto y que deteriora más aún las relaciones entre docentes y alumnado. Además de ser una herramienta de resolución de conflictos, ayuda a educar en valores a los adolescentes. Es improbable que mediante este método se erradique totalmente la violencia en las aulas pero, según sus seguidores, ayuda a canalizar la agresividad de manera positiva. No obstante, hay que tener siempre presente que, en caso de agresiones graves, la mediación es insuficiente y hay que acudir a las autoridades escolares. Por otra parte, uno de los errores que se comete al utilizar la mediación es que los educadores delegan sus funciones en los mediadores. Si el docente está presente cuando ocurre una agresión, es evidente que debe responsabilizarse de la situación, y no dejarla en manos del mediador. Una importante ventaja de la mediación escolar es que se busca una solución pacífica y dialogada al problema, sin recurrir a castigos que, a menudo, potencian las conductas violentas. Así, se muestra a los jóvenes que los problemas se solucionan hablando, en vez de mediante vías autoritarias o violentas. Por ello, este método es beneficioso no sólo para mejorar el ambiente del centro escolar sino también para fomentar en el alumnado valores como la tolerancia, el respeto y la empatía, algo que les servirá para gestionar debidamente los problemas que tengan a lo largo de su vida. Todo ello redunda en un desarrollo de la inteligencia emocional del individuo. Este método beneficia a las partes en conflicto porque les hace reflexionar sobre su conducta, autoevaluarse y apreciar las emociones provocadas en el compañero. Pero, además, también favorece al propio mediador, que se sentirá valioso al ver que su intervención contribuye a mejorar las relaciones entre sus compañeros. Este, al iniciarse en la técnica de mediación, se verá beneficiado por aprender a regular su propia conducta, algo especialmente importante en la adolescencia, que es la etapa en la que se consolida el carácter de las personas. Por ello, lo recomendable es instruir a todo el alumnado en las técnicas de mediación, y establecer turnos para ejercer ese papel. Los estudiantes también aprenden a percibir un conflicto como una oportunidad para mejorar la presente situación. Esta idea les ayuda a afrontar las disputas con mayor calma y frialdad. Además, al asimilar que la solución de los conflictos pasa por el diálogo, valorarán más el lenguaje y adquirirán habilidades de comunicación. Pese a todos los beneficios señalados, muchos docentes y pedagogos se muestran escépticos ante la mediación escolar. En primer lugar, piensan que cuando se trata de acoso o agresiones graves, es necesaria la intervención de una figura autoritaria que fije un castigo. Por otra parte, argumentan que la mediación parte de una posición igualitaria entre ambas partes, en vez de distinguir entre agresores y víctimas. Por último, critican que la participación en la mediación sea voluntaria, porque de esa manera no se garantiza la implicación del agresor en el proceso.
Tomado de: Eroski Comsumer
Comp. Javier Mejía T. www.exagonobibliotecario.blogspot.com
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