La solución de conflictos en la Terapia de Pareja
Uno de los interrogantes que subyace a muchas parejas es por qué no son capaces realmente de solucionar por ellos mismos los propios conflictos que conforman la dinámica de la propia relación.
Quizás la solución radica no tanto en evitar la discusión o el enfrentamiento, es normal que una pareja discuta y que haya aspectos en los que ambos no estén de acuerdo. Tal condicionante en sí no supone un problema, más bien lo son las estrategias en ocasiones inadecuadas que emplean para la resolución de tales desavenencias.
Es bien sabido que una pareja no es simplemente la suma de dos individuos, sino mucho más que eso. Cada uno posee una historia de aprendizaje de vida, de apego (regulación emocional), de experiencias en otras relaciones anteriores. Y toda esta "mochila" acompaña a las personas en la interpretación del día a día en las distintas situaciones que la conforman. Dicho lo cual, debiéramos de asumir que cada relación de pareja tiene sus propias normas y reglas teniendo en cuenta, por tanto, el respeto de las mismas.
Entonces, ¿qué podemos hacer cuando una pareja no sabe cómo resolver sus problemas?, ¿qué herramientas utilizar?.
Jacobson y Margolin definen la solución de problemas como “una interacción estructurada entre dos personas, diseñada para resolver una disputa particular entre ellos”.
Muchas son las parejas que llegan a terapia psicológica, y no cabe duda que uno de los ejes centrales radica en el tema que nos ocupa. Es sumamente importante cuando tales problemas interfieren de forma significativa en la vida de cada uno de los cónyuges y en el nivel de satisfacción de ambos respecto de la relación, el que puedan acudir conjuntamente a terapia de pareja.
¿Y por dónde vamos a empezar en el tratamiento?
- En primer lugar, desmontar las creencias irracionales que cada uno de los miembros tiene respecto de su compañero y de la relación en sí. Por ejemplo, si el objetivo es realizar un reparto equitativo de las tareas de la casa, pero uno de ellos considera que es obligación del otro, lo primero que vamos a considerar por tanto es tal aspecto porque de lo contrario no avanzaríamos en la consecución de nuestros objetivos.
- En segundo lugar, explicar por qué es tan relevante la solución de conflictos en la terapia y cuáles son las dinámicas disfuncionales que han acontecido la forma en cómo la pareja en concreto ha ido resolviendo los problemas con los que se han tenido que enfrentar.
- Acto seguido vamos a definir cada uno de los problemas (es sumamente importante en este punto dotar previamente de las habilidades de comunicación necesarias a ambos miembros para que puedan reconocer en términos positivos su parte de responsabilidad y acotar cuál es el objetivo a trabajar). Empezando siempre con algo positivo, llevando a cabo en todo momento una escucha activa concretando los sentimientos que el comportamiento del otro nos produce y especificando las situaciones en que se presenta tal dificultad y las consecuencias de éstas para cada uno de ellos.
- Todo ello con el objetivo de que finalmente podamos llegar a una solución en el que ambos ganemos y perdamos conjuntamente. Es decir, la pareja es concebida en todo momento como un equipo, por lo cual éxitos y fracasos se deben a la acción combinada de ambos. Daremos una tormenta de ideas, cuantas más mejor. Para ir seguidamente acotando éstas a las ventajas y desventajas para cada uno de los miembros y para la relación en general, alcanzando un acuerdo final en términos de conductas que podamos definir de forma concreta y precisa, sin que dejemos lugar a la ambigüedad.
Desde luego no cabe duda que el aprendizaje para una pareja de las habilidades necesarias para afrontar la solución de los problemas, tanto cotidianos como complejos, es una herramienta muy potente para subsanar las cuestiones más importantes que acechan el día a día en la relación de pareja. No es tan importante el que haya problemas en sí, puesto que éstos van aflorar siempre al ser una condición inherente a vivir. No podemos controlar cómo va a llegar la marea (si vendrán olas más fuertes o si todo estará calmado), pero lo que no cabe duda es que el timón del barco lo podemos dirigir juntos, y cuanto más en pareja, sin que ambos rememos a la deriva.
Autora: Silvia Fernández, psicóloga de Psicomaster
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