Un hombre detrás de la lluvia: Luis Quiñones como narrador.
Frente a las bien conocidos estereotipos de los escritores actuales, algunos implicados en una literatura experimental con nombres de merienda, existe también una forma de narrar que está siendo una revelación en el panorama literario español, muchas veces bien distinto del que suelen trazar los grandes medios de comunicación en sus páginas culturales. A cualquier lector no se le escapa que los escaparates de la prensa oficial poco o casi nada tienen que ver con lo que nuevos escritores están haciendo. Un buen ejemplo puede ser el autor que me he propuesto comentar.
Luis Quiñones (Madrid, 1977) acaba de publicar la que es su tercera novela, Un hombre detrás de la lluvia (Algón Editores). Cuando cayó en mis manos su primera obra, El retrato de Sophie Hoffman (Editorial Toro Mítico), allá por el 2008, ya se vislumbraba a un escritor con un estilo rotundo, con una prosa envolvente en la que la realidad histórica se mezcla con la ficción, creando obras en que es difícil establecer las fronteras entre lo que es verdad y mera invención. El lector se sumerge en un mundo de ambientes, fronterizo, ambiguo, que da forma a una novela que mezcla los géneros: desde el ensayo a la novela policiaca o negra.
Su segunda obra, Los papeles de Madrid (Editorial Guadalturia), es un ejercicio que redunda en la que ya se han convertido en constantes en las novelas de Luis Quiñones: una trama que parte de la investigación de un crimen, en la que van convergiendo acontecimientos históricos, lúcidas reflexiones, momentos de un impecable lirismo, que estructurados adecuadamente forman una novela redonda, en la que todas sus piezas van encajando como un bien engrasado engranaje.
Cuando, como lectora impenitente que soy, descubrí en una librería de Madrid su tercer libro supe que me volvía a encontrae con una novela magnífica, inclinanda hacia una literatura culta y de altura, que huye de moldes simplistas y de la llamada “literatura de consumo”, que puebla las estanterías de las grandes superficies. Su tercera obra, que está suscitando algo más de interés mediático, parece completar un ciclo de su narrativa, en la que encontramos una historia que, a partir de un esquema clásico de novela negra, se convierte en un diálogo entre un asesino frustrado y un escritor, que va desbrozando los mecanismos de la construcción de una novela. Un hermoso ejercicio metaliterario, que no cae en la frialdad analítica, sino en la emoción de la auténtica literatura.
El interés que suscita la obra de Luis Quiñones radica en la construcción de las historias que narra. Con estructuras complejas, nos ofrece historias completas, profundas y emocionantes, utilizando una prosa auténtica y propia, en la que el lector tiene que esforzarse por comprender el texto, inmiscuirse en él y reconstruirlo.
Influido por la literatura norteamericana de los años 50, y tal vez por escritores como Juan Madrid o Muñoz Molina, los libros de Luis Quiñones solo se explican desde un mundo personalísimo: géneros diversos, voces diferentes, paisajes interiores, lirismo. Próximo a una prosa llena de sutilezas, como la de Modiano o Auster, tampoco olvida la tradición realista ni la del maestro Baroja, con la que Quiñones no huye de la realidad.
Temáticamente, el poder y la manipulación, las propias fronteras entre la verdad y la mentira, el amor, el destino y el azar son los impulsos que mueven a sus personajes, cuyas vidas están condicionadas por la historia.
Llama la atención que un escritor así (otros Quiñones son bien conocidos por la historia) sigan en la esfera minoritaria de los lectores que no queremos rendirnos a la subcultura del bestseller y la literatura simplista de escritores incluso de cierto reconcimiento público. Solo cabe decir que el autor de Un hombre detrás de la lluvia es un buen ejemplo, entre otros a los que dedicaré también artículos, de que la literatura española tiene dignos referentes aún, capaces de escribir historias de interés, empleando la lengua con vigor y poniendo al servicio de la inteligencia sus palabras.
Lola Herández.
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